Los hábitos son comportamientos que se repiten en el
tiempo. Esta rutina de repetición obedece a un condicionamiento que elegimos
consciente o inconscientemente. Notarás que existen hábitos saludables como
hacer ejercicio, alimentarse sanamente o leer. Pero también hay hábitos
perniciosos y autodestructivos. De este segundo grupo nos ocuparemos en este artículo.
Los hábitos autodestructivos consumen tu energía, afectan
tu equilibrio emocional y entorpecen tu bienestar. Estos malos hábitos
establecen barreras infranqueables que limitan o te impiden alcanzar tus
objetivos. Coartan tu libertad y restringen los linderos de tu felicidad.
La única manera de erradicar estas costumbres nefastas es haciéndote
consciente de ellas. Probablemente repites esos patrones de pensamiento y de
conducta sin darte cuenta. Pero si te observas en detalle, notaras que ahí
están y que te hacen daño.
A continuación hablaremos de los hábitos
autodestructivos más habituales.
1- Uno de los
hábitos más nocivos: enfocarte en lo que no tienes.
Este suele ser un aspecto que señala el poco valor que le
das a lo que tienes. Valorar en exceso lo que los demás tienen y tú no, te
conduce a la amargura. Lo importante es identificar cuáles son tus necesidades
reales e intentar satisfacerlas. Todo lo demás es solo ostentación.
No olvides que esta actitud no solo se aplica a las cosas
materiales, como por ejemplo el auto de un amigo, su casa, etc. También sucede
con los bienes inmateriales como, por ejemplo, el éxito de tu vecino, la
felicidad de tu amigo o la suerte de tu pareja. Todas esas cosas que crees
necesitar solo sirven de justificación para postergar tus objetivos.
2. Culpar a los
demás
El origen de este mal hábito se encuentra en la inseguridad
y el miedo, los cuales llevan a sacar conclusiones de forma precipitada. No ves
la posibilidad de equivocarte y cometer errores como un posible aprendizaje que
puede enriquecer tu experiencia.
Te asustan las consecuencias de tus propias decisiones.
Por lo tanto, siempre será mejor responsabilizar a los demás de tus fallos. Por
ejemplo, cuando incumples una obligación laboral y tu jefe te riñe. Entonces
terminas diciendo que es una persona amargada, que paga contigo su propia
infelicidad.
3. permanecer en la
zona de confort
La zona de confort es el lugar donde te sientes seguro,
pero solo en apariencia. Permanecer en esta zona te impide desarrollarte y
crecer, pues quedas atrapado en un estancamiento emocional. Pierdes la
capacidad de arriesgarte y experimentar para encontrar salidas creativas a una
misma situación.
Aquí se cumple el adagio popular: “más vale malo conocido,
que bueno por conocer”. El ejemplo típico es el de los atascos de tráfico a las
horas de más tránsito. Seguro existen rutas alternativas o diferentes formas de
movilizarnos para ahorrar tiempo. Sin embargo preferimos continuar ahí, lamentándonos
por nuestra mala suerte y repitiendo lo mismo todos los días.
4. Preocuparte por
el “qué dirán”
Este hábito es común en personas inseguras, con baja autoestima
y que no tienen estructurada su propia identidad. Dedican demasiado tiempo de
sus vidas a agradar a los demás y les angustia terriblemente decepcionarlos. No
viven para sí mismos, sino para los otros. En medida que lo hacen construyen su
propia infelicidad.
Hay muchos ejemplos de este hábito autodestructivo, que
podemos ver en la vida diaria. Como cuando un hijo estudia la profesión que le
gusta a su padre y no la que le gusta a él o cuando alguien se viste con algo
que le resulta incómodo, pero lo soporta porque “está de moda”.
5. Victimizarte
Todos pasamos por malas experiencias. Algunas nos marcan
de manera especial, pero llega el momento en que debes pasar página y seguir
adelante. No podemos seguir pensando en que, porque tuvimos una experiencia
dolorosa merecemos un trato especial y diferente a los demás.
Por el contrario, todo lo que no nos hunde, nos fortalece.
Estas experiencias son valiosas y nos sirven de referente para no volver a caer
en lo mismo. Pero si comienzas a victimizarte, pierdes la oportunidad de
fortalecerte. Más bien conviertes los problemas y las quejas en una forma de
vida.
6. No dormir bien.
Este hábito autodestructivo conlleva perjuicios
importantes para tu salud, con efectos negativos tanto físicos como psicológicos.
No tener una disciplina de sueño saludable termina por afectar tu rendimiento
laboral e intelectual. Pero también incide en tu estado anímico, tu humor y tu
salud en general.
Un buen porcentaje de accidentes automovilísticos se
producen cuando se conduce por trayectos largos y quien conduce no ha
descansado lo suficiente. La falta de sueño también genera pequeños accidentes
cotidianos o simplemente indispone anímicamente.
7. Negar los
hechos.
Este hábito suele aparecer en personas que le temen a la
incertidumbre y evitan enfrentarse a situaciones exigentes. La persona se
siente incapaz de asumir el reto que implica superar el supuesto fracaso. Su
falta de confianza en sí mismo lo lleva a buscar excusas permanentemente para
evadir sus responsabilidades.
Negar los hechos significa, por ejemplo, no aceptar la
edad que tienes. Así, hay gente que quiere seguir siendo muy joven, aunque ya
no lo sea tanto, Pueden incluso desarrollar comportamientos adolescentes en ese
afán de no sentirse viejos.
Todos estos hábitos
destructivos son en realidad relativamente fáciles de erradicar. Cuando te
haces consciente de ellos. Solo tienes que observarte y reflexionar acerca del
daño que estas costumbres te producen.
Lo demás es una
cuestión de voluntad
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