¿Qué es realmente el karma?
El karma es una palabra que proviene del
sánscrito y que está presente en diferentes religiones dhármicas, como el
hinduismo y el budismo..
El karma indica las acciones, tanto físicas como verbales
y mentales. Esas acciones dejan huellas o impresiones, aunque sean muy sutiles,
que después generan resultados o consecuencias en la persona. De cierta forma,
el karma es algo equivalente a la ley de Newton que indica que “cada acción
tiene una reacción”.
Por tanto, cuando pensamos, hablamos o
actuamos, desencadenamos una fuerza que reaccionará en proporción. Así, el
karma es una especie de juez de nuestros actos, pero no debemos comprenderlo
como un castigo que nos aboca a un destino preestablecido sino más bien como
una oportunidad de aprendizaje. De hecho, el karma también simboliza la
responsabilidad por nuestras acciones y enfatiza en la importancia de ser
conscientes de que estas tienen consecuencias.
Cada persona es libre para tomar el
camino que desee, puede elegir entre hacer el bien o el mal, pero el mundo le
devolverá las propias fuerzas que ha puesto en movimiento.
Por supuesto, el karma es un concepto
mucho más complejo y no forma parte del objeto de estudio de la Psicología, aun
así, muchas de las leyes que se encuentran en su base pueden dejarnos una
valiosa enseñanza para la vida cotidiana, pueden ayudarnos a ver el mundo con
otros ojos y, sobre todo, pueden promover la felicidad personal desde una
postura comprometida y consciente.
Las leyes del karma: ¿Qué nos enseñan
desde el punto de vista de la Psicología?
1. Gran Ley. Se trata de un
principio básico que nos remite a la sabiduría popular “el que siembra viento,
recoge tempestades”. Lo que transmitimos al universo, nos será devuelto pero
diez veces más potente. Esta ley nos incita a reflexionar sobre nuestros
pensamientos, palabras y comportamientos porque, de una forma u otra, todos
repercuten en nuestro bienestar. Incluso nuestra forma de pensar determina la
manera en que reaccionamos ante las situaciones y, por consiguiente, lo que
obtendremos de estas.
2. Ley de la Responsabilidad. Si algo malo te
sucede, significa que hay algo mal en ti porque lo que nos rodea es simplemente
una expresión de lo que reflejamos. Esta ley nos recuerda que no debemos quejarnos
inútilmente sino asumir nuestra cuota de responsabilidad por lo que nos sucede
y preguntarnos qué podemos hacer para cambiar esa situación. Asumir la
responsabilidad por nuestros actos no es echarse la culpa, sino adoptar una
postura proactiva que nos conduzca hacia donde realmente deseamos encaminarnos.
3. Ley de la Conexión. En el universo todo
se encuentra interconectado, así que cualquier acto, por intrascendente o nimio
que pueda parecernos, tendrá repercusiones. Se trata de una ley estrechamente
vinculada al Efecto Mariposa ya que indica que cada acción que emprendemos, nos
conduce en una dirección y nos aleja de otra. Nos indica que cada paso es
importante y que debemos prestarle atención a cada pensamiento porque estos nos
pueden aproximar o alejar de nuestra meta, aunque en un primer momento no nos
demos cuenta.
4. Ley del Cambio. Esta ley está muy
vinculada a un refrán popular que dice: “el hombre es el único animal que choca
dos veces con la misma piedra”. Nos indica que la historia se repite hasta que
seamos capaces de aprender la lección y cambiar el rumbo. Por eso, muchas
personas se ven envueltas en patrones negativos y/o autodestructivos que se
repiten continuamente. La buena noticia es que está en nuestras manos romper
ese círculo vicioso, aprendiendo de nuestros errores, creciendo y continuando
adelante.
5. Ley del Enfoque. No se puede pensar en
dos cosas al mismo tiempo, por lo que es mejor ir paso a paso. Cuando
intentamos abarcar demasiado, no solo perdemos la concentración y gastamos más
energía innecesariamente sino que le abrimos la puerta a la inseguridad y al
estrés porque perdemos la brújula. Un antiguo proverbio romano se refería de
cierta forma a esta ley: “quien va despacio, llega lejos y seguro”.
6. Ley de la Humildad. Esta ley también nos
remonta a un antiguo refrán popular “al que no quiere caldo, se le dan dos
tazas”. Nos indica que si no somos capaces de aceptar las cosas, estas
continuarán molestándonos, por lo que nos conmina a aceptar los cambios. De
hecho, aceptar es el primer paso para cambiar o para sanar, si no aceptamos la
existencia de un problema o de algo que nos disturba, jamás podremos
solucionarlo. Sin embargo, esta ley va un paso más allá para indicarnos que
debemos aceptar desde una actitud humilde, no desde la arrogancia o la
superioridad.
7. Ley del Crecimiento. Allí donde vayas, estarás
tú. A primera vista puede parecer una verdad de Perogrullo pero lo cierto es
que muchas personas cambian de lugares y de cosas, solo para verse envueltas de
nuevo en el mismo círculo vicioso porque no han cambiado sus malos hábitos y
sus patrones de pensamiento. Sin embargo, cualquier cambio empieza dentro de
nosotros mismos. Ya lo había dicho Buda “es más fácil usar pantuflas que
alfombrar el mundo”.
Como puedes apreciar, se trata de leyes
que incluso tienen su equivalente en la sabiduría popular y, si las aplicamos,
pueden tener un impacto muy positivo en nuestra vida cotidiana y nuestro
bienestar. Básicamente, se trata de comprender que nuestras palabras,
pensamientos y acciones tienen consecuencias, lo cual también significa que
está en nuestras manos alcanzar ese estado de felicidad y tranquilidad que
tanto deseamos.
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