Hay una familia cuyas almas son llamadas Pilares. Son pocas las
que actualmente están encarnadas en nuestro planeta, y permanecen en
comunicación constante con otros planetas. Su densidad es considerable, cuando
un “pilar” se sienta a tu lado, adviertes de inmediato su presencia.
Vienen para enraizar los planos celestes en la profundidad de la
Tierra, y recrear las conexiones entre los lugares sagrados del planeta. Y,
aunque la personalidad no lo sepa, el alma actúa allí donde la materia o el
planeta lo requieren. Tiene un gran trabajo, porque velan por el equilibrio y
la unión, estabilizando las energías y creando nuevos circuitos energéticos,
sobre todos aquellos planetas sujetos a cambios decisivos, como el nuestro en estos momentos.
Son los encargados de arraigar las vibraciones de la Fuente.
Estas almas de encarnan en lugares estratégicos del planeta,
creando, canalizando y organizando los
meridianos interplanetarios, desde su propio domicilio. En ocasiones, les
cuesta desplazarse porque deben realizar una acción concreta allí donde han
decidido encarnarse. Pero son capaces de trasladarse a aquellos lugares donde
se requiera su presencia, esto puede desconcertar al ego, que en ocasiones no
entiende porque, de repente, el alma presiona para ir a lugares lejanos.
Una de las dificultades de su encarnación tiene que ver con su
envoltura física, ya que como su acción es muy exigente para su cuerpo, deben
cuidarse mucho equilibrando su alimentación con aporte de minerales, proteínas,
vitaminas y aminoácidos.
Esta familia posee quince núcleos, lo que implica una gran
fuerza de mutación y transmutación. Se pasean por las familias de almas y
vigilan los movimientos de la energía comunicándose continuamente con el
universo.
Cuando estas almas eligen la encarnación, necesitan densidad física,
por eso con frecuencia sus cuerpos son robustos, ya que necesitan una fuerza
muscular y ósea excepcional. En cierta medida se parecen a los chamanes y
también a los sanadores, pero no lo son. Su voluntad se aplica a sanar los
planetas, los universos interplanetarios e interestelares. Establecen redes,
gracias a las cuales pueden circular los rayos y los fluidos, como el de
sanación o el del conocimiento, y llegar así hasta los planetas y las
estrellas.
Los pilares conocen muy bien el universo de las familias de
almas, porque son capaces de recibir sus fluidos y de ayudarlos a descender
vibratoriamente, lo cual facilita su manifestación en la densidad de los
planetas.
Son los guardianes de este Universo.