viernes, 11 de abril de 2014

TENER RAZÓN.



La mayoría de nosotros estamos estancados tratando de imponer nuestro punto de vista al mundo. Llevamos con nosotros creencias acerca de lo correcto y lo incorrecto, y nos aferramos a ellas durante años. Decir “Tengo razón” proporciona consuelo, pero no felicidad. Nunca ha sido feliz nadie al demostrar que tenía razón, el único resultado es el conflicto y la confortación, pues la necesidad de tener razón exige que alguien esté equivocado.

Lo correcto es lo que se ajusta a nuestra percepción, vemos el mundo como somos, y los demás lo ven como son ellos. Tener este conocimiento es liberador, pues a medida que se expande nuestra conciencia se ensancha la realidad, desvelándonos un enorme potencial oculto.

Los conflictos surgen porque no comprendemos que hay tantos puntos de vista como personas. Vivimos en un universo que refleja que somos, algo que deberíamos valorar, pero en vez de eso, estamos atareados defendiendo la pequeña parte que nos corresponde. En nuestras relaciones con los demás, nos llevamos bien con quienes están de acuerdo con nuestro punto de vista. Sentimos una conexión íntima; nos sentimos afirmados con su presencia. Luego se rompe el encanto; resulta que la otra persona tiene muchas opiniones y creencia con las que no coincidimos en absoluto. En ese momento se desata la guerra entre lo correcto y lo incorrecto, al tiempo que se despliega el sendero hacia la infelicidad.

A medida que profundizamos en la experiencia de no necesitar tener razón, nuestra mente se tranquilizará. Se reducirá nuestra obsesión por etiquetar a los demás, por las evaluaciones, los análisis y los juicios. Todas esta cosas son parte de la batería del ego, y funcionan de manera excelente para desatar discusiones y guerras, pero no para establecer la paz.

Irónicamente, las situaciones que satisfacen a nuestro ego  hacen que nuestro verdadero ser sea profundamente desdichado. No hay alegría en el mando, no hay amor en controlar a otros, no hay expansión en defender la separación entre lo correcto y lo incorrecto. Sin embargo, la historia del ego es tan seductora que miles de personas intentamos alcanzar la felicidad utilizando estos medios. Podemos incluso desarrollar una autodisciplina perfecta, y ejercer poder sobre los demás, pero al hacerlo sacrificamos nuestro verdaderos ser.

Para encontrar nuestro verdadero ser, debemos rendirnos a él, y la mejor manera de hacerlo es rendirnos a otra persona. Eso no significa que el ego se someta a otro ego, eso sería una derrota, se trata de compartir con los demás la verdad, acerca de nosotros mismos. Hay que vivir la vida espontáneamente… lo que ocurra a continuación… eso es LO CORRECTO.

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