“Miro la vida con tranquilidad,
desactivando miedos, egoísmos e ideas negativas que pongan alambres a mis
pasos. Mi mente está abierta a cualquier ventana. No espero nada y lo espero
todo, porque al final, todo llega”
Es posible que más de uno piense
que eso de “no esperar nada” puede encerrar alguna actitud derrotista, de quién
se deja llevar por los hilos de otros y por la fuerza de las circunstancias.
Nada más lejos de la realidad. No
esperar nada y permitir que las cosas lleguen, es actuar con equilibrio,
apertura y permisividad interior. En el día a día, solemos acumular muchas
actitudes y pensamientos limitantes. Lo hacemos sin darnos cuenta.
A veces somos nosotros mismos los
artífices de esos muros que impiden que las cosas lleguen. Debemos estar
abiertos, abiertos de mente y corazón: Te enseñamos como conseguirlo.
Desactivando actitudes limitantes
Empezaremos con una pequeña
reflexión; si no somos conscientes de nuestras propias actitudes limitantes,
nunca podremos derribar esos muros que nos impiden que las cosas lleguen.
Para darnos cuenta de muchas de
esas cosas que tenemos “alojadas” en nuestro interior, y que nos cortan las
alas del crecimiento y parte de nuestra felicidad, debemos entender de dónde
vienen las actitudes limitantes:
Nuestra educación
Una buena parte de lo que somos
ahora, hunde sus raíces en esas etapas tempranas en las que construimos el
vínculo con nuestros padres, nuestras madres, abuelos, abuelas y hermanos.
Si no nos ofrecieron seguridad, sí
criticaron nuestros pensamientos e ideas, si nos sobreprotegieron o no nos
demostraron cariño, todo ello ha dejado huella en nosotros.
Es posible que a medida que
maduraras, intentaras cambiar en ti muchas de esas actitudes limitantes. Que te
atrevieras a hacer lo que decían que nunca harías, que hayas avanzado con pasos
seguros volviendo el rostro a heridas del pasado. Los ecos de una infancia
traumática, suelen limitarnos en muchos aspectos. No lo permitas, nunca dejes
de confiar en los demás. Confía en que las cosas buenas pueden ocurrir.
Experiencias negativas no gestionadas de forma
adecuada.
La vida no siempre es fácil, y
dependiendo de la actitud y las estrategias personales con las que afrontamos
las cosas, obtendremos un aprendizaje u otro. Esas actitudes limitantes parten
de nuestra propia personalidad, de indecisiones, de miedos, de cerrarnos
puertas casi sin darnos cuenta porque preferimos seguir habitando en nuestro “circulo
de seguridad”
La vida siempre está un paso más
allá de tu zona de confort-
Es ahí donde las cosas pasan y
donde todo llega.
Permitimos no esperar nada.
No se trata de no esperar nada,
sino de reestructurar un poco nuestra actitud hacia la vida, hacia nosotros
mismos, permitiéndonos que las cosas pasen.
Te explicamos como:
Evita la “visión de túnel”. Todos lo hemos vivido alguna vez, son esos momentos en
que nos enfocamos en algo concreto, perdiendo a su vez la capacidad de ver lo
que sucede a nuestro alrededor.
Puede que tengas esos días en que
pienses que nada tiene solución, que las cosas “son como son” y que no hay otro
remedio más que lo inevitable.
Desactiva esos pensamientos. Tampoco hace falta ensalzar un “positivo ciego” que
nos cree falsas esperanzas. Coge aire y
déjate llevar, no esperes nada pero mantén la mente abierta mirando todo lo
que te envuelve, déjate llevar con esperanza y tranquilidad.
Deja a un lado lo que sientes y piensa en lo que
necesitas. En ocasiones, los
sentimientos nos ciegan o nos aferran. Hay momentos en que el amor, por
ejemplo, aun causándonos infelicidad, nos encadena a esa relación de la que no
queremos “despegarnos”.
En lugar de sentir, pregúntate que
necesitas. Permítete ser feliz de nuevo. Al final todo llega. Nuestra actitud
hacia la vida siempre debe ser abierta, tranquila y segura. Mientras sepas
siempre cuáles son tus prioridades en el día, las cosas irán sucediéndose tal y
como deben. A tu ritmo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario