En la Tierra existen
entidades tanto espirituales como de otros planetas, para traernos
conocimientos y claridad.
La Tierra tiene un vínculo
muy importante con Sirio, el cual nos remite a la creación. Se le asocia con
Sumeria y Mesopotamia; cuna de la civilización; con el antiguo Egipto; la Gran Pirámide;
los Hopi, y está ligado al despertar gradual de la humanidad.
Existimos basados en las energías electromagnéticas que a su vez crean polaridad,
dualidad, opuestos, conflictos y emociones. Todo esto nos da la ilusión de que
la realidad se mueve en ciclos de tiempo, y utilizamos estos patrones y
pensamientos para crear pistas que vinculen nuestro pasado, presente y futuro.
Estas “pistas” nos ayudan a “despertar” y entender
quiénes somos qué es lo que está sucediendo. A veces necesitamos de un acontecimiento
trágico que nos ayude a despertar. La destrucción parece necesaria antes de
seguir adelante en nuestra realidad tridimensional programada.
Los antiguos Reyes
Egipcios creían que dentro de ellos había un potencial que haría que el Ka o Espíritu-Alma
formara un “cuerpo inmortal de luz”. Los egipcios creían que este poder era
sacado del vientre de la Madre Divina Isis, y emanaba de su estrella, la más
brillante en el cielo: SIRIO.
Algunas plantas contienen sustancias que capturaron de la
energía radiante de Sirio, al igual que aquí en la Tierra la clorofila captura
la energía del Sol.
En el antiguo Egipto,
Sirio era la estrella más brillante, y la más importante en el cielo nocturno.
Fue astronómicamente el fundamento de su sistema religioso. Era la encarnación
de Isis, hermana y consorte del dios Osiris. Quien apareció en el cielo como
Orión.
Los Dogones (África) conocieron
y adoraron a Sirio A y a su gemelo, la invisible Sirio B, durante los últimos
5.000 años. También tenían conocimiento de que en nuestro Sistema Solar los
planetas circulan alrededor del Sol en órbitas elípticas, conocían cuatro lunas
de Júpiter y los anillos de Saturno.
Los Dogones describen a Sirio como una estrella con un grupo de
rayos rojizos a su alrededor, y dicen que este círculo de los rayos es “como
una mancha en difusión”, pero que permanece siempre del mismo tamaño.
Los Dogones han descrito perfectamente el
padrón del ADN realizado por esta órbita elíptica de las dos estrellas Sirio A,
y Sirio B, las cuales giran alrededor una de la otra. Creen que Sirio es el eje
del universo, y que de él sale toda la materia y todas las almas en un gran
movimiento en espiral.
Cada 49.9 años, Sirio A y B, llegan tan
cerca uno de otro como sus órbitas lo permiten, creando enormes tormentas magnéticas
entre ellos. A medida que se aproximan entre sí, ambas estrellas comienzan a
girar más rápido al volverse más fuertes las fuerzas de sus mareas, dejándose
caer por último, en un movimiento serpenteante, intercambiando lugares una con
otra.
Esta energía es finalmente liberada,
fluyendo hacia las líneas del campo magnético del Sol, el cual las transmite
como una lente a todos los planetas.
Todos los mitos de nuestros antepasados en
la Tierra hablan de antiguos astronautas, dioses o alienígenas, que nos
visitaron dejándonos conocimientos e información antes de partir y con la
promesa de volver.
Quizás este sea el momento de volver a
encontrarnos
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