1. Acepta la ansiedad, sé un observador imparcial
La ansiedad es dañina, lo sabemos y por eso
queremos eliminarla. Por tanto, es normal que nuestro primer impulso sea
negarla y rechazarla. Sin embargo, la paradoja radica en que mientras más
intentemos combatir la ansiedad, más agobiados nos sentiremos. Cuando negamos
una emoción o sensación, esta crece.
De hecho, la mente de una persona ansiosa no está
llena de preocupaciones por hechos de su vida cotidiana sino por la
meta-preocupación. Es decir, se preocupan porque se preocupan. Esta persona
activa su criterio interior, una voz que le dice constantemente que la ansiedad
es intolerable, que es incapaz de mantener el control o que su existencia es
miserable.
De esta forma desencadenan un círculo vicioso que
solo sirve para aumentar la ansiedad. Por tanto, no intentes negar la ansiedad
que experimentas, simplemente se consciente de su existencia. Cuando no huyes
de una emoción no la etiquetas como “negativa” puedes adoptar una distancia
emocional del problema y recuperar el control de ti mismo.
2. Destierra la prisa de tu vida
La mayoría de personas ansiosas se mueven
continuamente de un lugar a otro, comen de pie, sin sentarse a la mesa y
realizan diferentes tareas a la vez. Su ordenador, por ejemplo, suele ser un
caos compuesto por diferentes ventanas y programas abiertos. Y es que lo que
expresamos hacia el exterior no es más que el reflejo de nuestra mente.
Sin embargo, cuando asumimos las tareas
cotidianas desde esta perspectiva caótica y apresurada, le estamos dando un
retroalimentación muy negativa al cerebro porque es como si le estuviéramos
diciendo que debe funcionar aún más deprisa porque las cosas están fuera de
control. Como resultado, el cerebro responde aumentando aún más los niveles de
cortisol y adrenalina, que generan más ansiedad.
La solución radica en cortar ese círculo vicioso.
Disminuye el ritmo, y sobre todo, dale un orden a las tareas que debes realizar
a lo largo del día y prioriza las más importantes. Oblígate a bajar la marcha,
verás que logras hacer mucho más, con menos estrés.
3. No dejes tareas pendientes
Una de las cosas que más aumenta nuestro estado de ansiedad es saber que tenemos tareas pendientes. De hecho, no son las tareas en sí las que nos desgastan y agotan, sino el recordatorio mental constante de que debemos hacerlas.
Los
expertos en productividad personal afirman que para resolver este problema, lo
mejor es aplicar la regla de los 2 minutos. En práctica, cuando surja una
tarea, si esta no requiere más de 2 minutos, hazla inmediatamente ya que
posponerla y recordarla consumirá más energía que llevarla a cabo. Si la tarea
demanda más tiempo y no lo tienes, pregúntate si es realmente importante. Si es
así, búscale un hueco en tu agenda.
Recuerda
que la forma en que organices tu día repercutirá en tu estado mental. Por
tanto, no dejes que las tareas se acumulen porque si las dejas para el último
momento, solo estarás contribuyendo a que aumente tu nivel de ansiedad.
Aprender a organizar tu vida te permitirá eliminar una gran fuente ansiógena:
las tareas pendientes y las que te roban energía sin brindar ninguna recompensa
a cambio.
4. Dedícate por lo menos una hora al día
En
la sociedad en que vivimos, se premia el hacer sobre el ser. Por eso, nos
sentimos obligados a correr, a no tener ni un minuto de descanso, porque es
sinónimo de pereza, es la antítesis de los valores que promueve la cultura
occidental.
De
hecho, no es extraño que las personas ansiosas siempre estén llenas de trabajo
y proyectos pendientes, no tienen ni siquiera unos minutos al día para
dedicarlos a sí mismos. Inmersos en ese estado de tensión constante, no le
permiten a su cerebro “desconectar”, como resultado, los niveles de ansiedad se
disparan.
Sin
embargo, desconectar y estar a solas consigo mismo es tan importante como ser
proactivos. Aunque como las personas ansiosas suelen encontrar difícil estar de
brazos cruzados, una excelente alternativa consiste en dedicarle al menos una
hora cada día a una actividad que realmente disfruten. De esta forma, el
cerebro comienza a liberar una serie de neurotransmisores como las endorfinas,
que generan un estado de bienestar y relajación.
5. Cuestiona tus
pensamientos negativos recurrentes
La
mente de una persona ansiosa es su peor enemigo. De hecho, la ansiedad crece a
raíz de los pensamientos poco realistas que la persona va desarrollando. Por
eso, es fundamental que aprendas a detectarlos y que detengas su curso.
Lo
más usual es que la persona ansiosa responda de manera exagerada ante las
situaciones de su vida cotidiana. Hace una tormenta de un vaso de agua, piensa
que un simple error tendrá consecuencias nefastas. De esta manera añade una
tensión innecesaria.
Poe
eso, es importante que comiences a cuestionarte esos pensamientos
catastrofistas que no se ajustan a la realidad. Pregúntate: ¿Esa preocupación
es realista? ¿Cuántas probabilidades existen de que se cumpla? ¿Qué es lo peor
que podría pasar? ¿Cómo podría manejarlo?
6. Asume otra
perspectiva
La
ansiedad está provocada, en gran medida, por el significado que le conferimos a
determinadas situaciones. Por esa. Una de las estrategias más eficaces para
combatir la ansiedad es cambiar la manera en que pensamos en los agentes
estresores.
Por
ejemplo, realizar una presentación en público es estresante y genera ansiedad
pero, por otra parte, también es una oportunidad para poner a prueba nuestras
habilidades y ampliar nuestra red de contactos profesionales. En este sentido,
te será de gran ayuda utilizar más a menudo el “sin embargo”. Cuando descubras
esos pensamientos irracionales, intenta darles una vuelta utilizando este
término. Por ejemplo, si mientras estás estudiando piensas: “no voy a aprobar
ese examen” Reestructura ese pensamiento de forma positiva: “quizás no apruebe
ese examen; sin embargo, me voy a esforzar para dar lo mejor de mí”.
7. Vive el “aquí y
ahora”
La
persona ansiosa suele vivir a caballo entre el pasado y el futuro. Se culpa por
lo sucedido y se preocupa o se asusta por lo que podría suceder. De esta forma
llena su presente de ansiedad. De hecho, a menudo la ansiedad surge
precisamente de esas preocupaciones sobre el futuro. La persona ansiosa sufre
una especie de obsesión por el futuro que le hace focalizarse en todos los
desastres que podrían ocurrir.
Sin
embargo, para eliminar la ansiedad, es importante aprender a centrarse en el
presente. Respira, mira a tu alrededor y nota que no está sucediendo nada malo
ahora mismo. Disfruta de ello. La práctica de mindfulness puede ayudarle a
lograr este cometido. Ni siquiera es necesario que medites, tan solo debes
aprender a centrarte en el aquí y ahora, en la experiencia que estás viviendo,
sin criticarla y sin dejar que tu mente divague hacia el futuro.
Como
probablemente te resultará difícil abandonar de una vez las preocupaciones,
puedes establecer lo que se denomina en la
Psicología “Periodo de las Preocupaciones”. Se trata de pospones esos
pensamientos hasta que lleguen esos 30 minutos al día en los que te darás
permiso para preocuparte todo lo que desees. Pero una vez que hayan pasado, si
acuden a tu mente otros pensamientos ansiógenos, deberás posponerlos hasta la
próxima sesión.
8. Gestiona mejor tus
emociones
Durante
muchas décadas, se animó a las personas a reprimir sus sentimientos y
emociones. Más tarde se les dijo que era mejor que las expresaran ya que de
esta manera, podían aliviar estados como la ira y la ansiedad. Sin embargo, ahora
se ha demostrado que ventilar las emociones no ayuda, necesariamente a
gestionarlas mejor, ni disminuye su intensidad.
Psicólogos
de la Universidad Estatal de Iowa les pidieron a las personas que escribieran
un ensayo y después hicieron valoraciones muy negativas sobre este, con el
objetivo de generar su ira. A algunas personas le les brindó la posibilidad de
descargar su agresividad con un par de guantes, pegándole a una pera de boxeo
con la fotografía del evaluador. Otras debían esperar sentadas tranquilas en
una habitación. Al final se evaluó su nivel de frustración e ira. Curiosamente,
quienes habían “ventilado” sus emociones se mostraron más agresivos.
Esto
no significa que debas reprimir las emociones, sino que debes encontrar la
manera adecuada de expresarlas. Golpear una almohada, gritar o descargar tu ira
verbal contra alguien puede aumentar los sentimientos negativos. Esto se debe a
que hay algunas actividades que activan tu sistema nervioso, en vez de
calmarlo, que es lo que necesitas. Por tanto, para superar la ansiedad, es
mejor que optes por actividades que te permitan relajarte verdaderamente.
9. Practica ejercicio
físico
Una
de las mejores estrategias para combatir la ansiedad y el estrés es realizar
ejercicio físico. No es necesario que le dediques mucho tiempo, apenas media
hora todos los días será suficiente. Aunque es recomendable que sean ejercicios
intensos, que son los que permitan que se libere una gran cantidad de
endorfinas.
De
hecho, un estudio realizado en la Universidad de Princeton descubrió que la
práctica regular de actividad física hace que el cerebro resista mejor los
embates del estrés porque se produce una reestructuración a nivel funcional. En
práctica, el deporte detiene la actividad de las neuronas del hipocampo ventral,
que son las principales encargadas de activar las áreas del cerebro vinculadas
con la respuesta de estrés y ansiedad.
Por
tanto, es conveniente que al menos cinco veces a la semana dediques tiempo a la
práctica de ejercicio. No solo notarás una mejoría a nivel psicológico sino que
tu salud física también te lo agradecerá.
10. Relájate y respira
Las
técnicas de relajación son muy eficaces para combatir la ansiedad. Existen
diferentes técnicas, una de las más comunes consiste en tensar cada uno de los
grupos musculares, para después relajarlos suavemente. De hecho, si sufres
ansiedad, es probable que tengas una gran tensión en el cuerpo, sobre todo en
la zona de la espalda y el entrecejo.
También
existen técnicas de visualización o meditación guiada que brindan excelentes
resultados para quienes tienen una imaginación fértil. Una de las más sencillas
consiste en cerrar los ojos e imaginar que estás en un lugar tranquilo que te
gusta y en el que te sientes a gusto. Imagina todo con la mayor cantidad de detalles
y después, simplemente déjate embargar por las sensaciones positivas que estás
experimentando.
Estas
técnicas se deben acompañar con una buena respiración. De hecho, aunque no
somos conscientes de ello, la respiración es un proceso muy importante a través
del cual la mente obtiene una retroalimentación de nuestro estado. Cuando
respiramos rápido y de manera superficial, nuestro cerebro entiende que algo no
va bien y que podemos estar en peligro, por lo que aumenta el nivel de
ansiedad. Cuando respiramos lenta y profundamente, todas las funciones
corporales, incluyendo el latido cardíaco, se acompasan y es más fácil
relajarse..
Si no descubres las causas, será difícil combatir la ansiedad
Recuerda que para eliminar este problema de una vez y por todas, es vital que descubras cuáles son las causas de la ansiedad y que aprendas a evitarlas, o al menos a gestionarlas de manera más adecuada.
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