La alegría es una emoción básica. Es una emoción que se expresa hacía el exterior, y tiende a expresarse todavía más cuando la compartimos con los demás. Quizás no haya alegría plena si no se comparte con los otros.
En la alegría me encuentro con el niño que tengo dentro y lo comparto con los demás, la alegría y la felicidad van juntas. Me siento más libre, lleno de fuerza y siento que la vida tiene sentido. Siento que la vida merece la pena a pesar de todas las sombras.
El sentimiento de alegría de un niño pequeño es uno de los sentimientos más bonitos que hay en la naturaleza. El niño tiene mucha capacidad de sorprenderse. Se sorprende por todo y ante todo, porque no vive desde la mente. Cuando no estamos tanto en la cabeza, cuando nos encontramos bien y a gusto, cualquier cosa nos sorprende e ilusiona y brota la alegría.
El buen humos, la alegría, es una emoción muy sana y muy necesaria también para las personas adultas. La risa y la carcajada nos desbloquean el diafragma y nos permiten soltar ansiedades, angustias o miedos retenidos en nuestro interior. Con la alegría el cuerpo se abre, se ensancha y la cara refleja la alegría en la sonrisa y en la risa.
La risa estimula la producción de endorfinas, una clase de hormonas liberadas en el cerebro. estas sustancias actúan como un analgésico natural y, por tanto, disminuyen la intensidad de la sensación de dolor produciendo un estado de placer y bienestar. Actúan favoreciendo la acción del sistema nervioso parasimpático y con ello facilitan un estado más relajado.
Además aumenta la flexibilidad muscular y la capacidad inmunitaria. Por el contrario, está demostrado, que emociones como la ansiedad, el miedo y el estrés disminuyen la capacidad inmunitaria de nuestro organismo.
La alegría y la felicidad van de la mano y aunque las circunstancias exteriores nos influyen, la verdadera alegría no viene de fuera sino brota de nuestro interior. La verdadera alegría depende más de nuestra actitud ante la vida que de los factores externos. No depende tanto de lo que tenemos sino de lo que somos. Lo que tenemos, incluidas las personas, no es nuestro, es "prestado" y un día lo vamos a tener que dejar.
En la alegría influye mucho la aceptación de uno mismo y la autoestima. estar a gusto con nosotros mismos y con lo que hacemos.
La alegría es la otra cara del sufrimiento. El sufrimiento tiene mucho que ver con las resistencias que oponemos a las situaciones que nos trae la vida o las expectativas o esperanzas que no se cumplen. La alegría de vivir tiene que ver con la capacidad de vivir aquí y ahora y la de aceptar las situaciones de la vida. Aceptación, NO resignación NI sometimiento.
Decía Carl G. Jung: " No podemos cambiar nada a menos que no aceptemos"
La alegría es el entusiasmo que surge del sentirse vivo y el del gozo de vivir.
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