Nunca te enamoras de otra persona, ella solo realiza la función de catalizador y de mensajero. De lo que te enamoras es de la vida misma y de sus asombrosas posibilidades. Te sumerges más profundamente en tu propia dulce presencia, en la inmutable inmensidad que yace en el mismísimo centro de tu ser, en tu esencia. Pero le adjudicas el crédito a otra persona - o le hechas la culpa cuando termina vuestra conexión-, cuando en realidad se trata de ti; todo ello eres tú, todo es por y para ti, y también para tu sanación y la salvación de los demás y de este mundo.
Es el redescubrimiento de quién eres realmente más allá de la máscara, más allá de todas esas fachadas que has construido con tanto cuidado, dé todas esas defensas infinitamente creativas diseñadas con un solo objetivo: conseguir que te quieran, recibir amor o impedir que lo pierdas- como si el amor fuese algo que se pudiera ganar o perder-.
Y así, simplemente caes rendido en el amor, en tu naturaleza, en tu corazón, que es también el corazón del otro, por que no hay separación alguna en la inmensidad; no existen dos inmensidades sino tan solo una. No hay necesidad de que salgas de ti mismo para saber lo que estás buscando, tú eres el Uno, nunca un buscador de amor sino su fuente, su destino y su razón. Ahora puedes ir por el mundo siendo esto mismo.
Puedes brillar como el sol; a veces otros brillarán contigo, otras veces no; buscarán tu resplandor o lo temerán. Pero en cualquier caso seguirás resplandeciendo, pues estas enamorado de la luz misma.
Conocer el amor es saber que nunca puede encontrarse, porque brilla en la propia búsqueda, en el propio hallazgo, en la perdida, en la intensidad misma de su propio resplandor, incluso en la quietud de la noche.
Tal y como Freud comprendió, es imposible amar lo que se desea o desear lo que se ama. Porque el amor es siempre algo mucho más próximo, mucho más íntimo, mucho más cercano que cualquier deseo; es imposible objetivar el amor o que él se objetive a sí mismo.
El sol ha estado dando su luz sin pedir nada a cambio durante millones de años, disfrutando de la vida que infunde a todos los seres, es un guerrero del amor y se relaciona principal mente, con su propio resplandor.
Jeff Foster. La senda del reposo
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