Llevas mucho tiempo descuidando tus emociones, tus
necesidades y universos internos. Es momento de validar lo que sientes para
aceptarte como persona y empezar a realizar cambios que reviertan en aquello
que mereces: calma, equilibrio y bienestar.
Tener al alcance de nuestra mano unas buenas estrategias
de validación emocional es como tener a nuestra disposición un botiquín de
primeros auxilios. Si la vida te trata mal, te aplicas esa tirita que alivia el
dolor y que te recuerda que solo ha sido un mal día, no una mala existencia. Si
la tristeza te abraza, haces uso de esa pomada calmante con la que entender que
toda emoción tiene su propósito y que entenderla te permitirá transitar mejor
por ese momento.
El arte de la validación no se orienta solo hacia las
personas que nos rodean. Sabemos que es esencial reconocer los sentimientos
ajenos, las necesidades y particularidades de aquellos a quienes queremos.
Hacerlo mejora las dinámicas relacionales; es cierto. Sin embargo, es bueno no
descuidar la relación más decisiva de todas:
la que tenemos con nosotros mismos.
No cometemos ningún error si decimos que la falta de
validación interna constituye el mayor problema en materia psicológica.
Avanzamos por el mundo casi a la deriva, sin saber cómo hemos llegado a esas
islas de sufrimiento. ¿Por qué siento
este desánimo? ¿Es que hay quizá algo malo en mí?
Las personas somos como barcos transatlánticos cargando
sobre nosotros cúmulos de nudos emocionales, ideas irracionales y relatos no
resueltos que nos hunden día a día en la infelicidad. Nada es tan decisivo como
trabajar esas necesidades internas.
“Estás
dramatizando, no te pongas así por eso, no vale la pena sufrir por lo que te
han dicho, todo lo sobredimensionas…” Buena parte de nosotros hemos
recibido en piel propia este tipo de frases y comentarios desafortunados. A
veces sucede. Son muchos los que crecen en un entorno familiar pobre en
caricias emocionales, distorsionado en lo que se refiere a cómo educar a un
hijo en madurez psicológica.
Estudios, como los realizados en la Universidad Wayne
State de Michigan, señalan la trascendencia que puede tener en el desarrollo
del niño el papel de la validación emocional por parte de la madre. La atención
constante a las realidades emocionales del hijo y su reconocimiento favorece el
desarrollo de la autoconciencia y es un predictor del buen desarrollo de la
personalidad de los pequeños.
Así, en caso de no recibir este tipo de “píldoras”
afectivas y validadoras en edades tempranas, es común no dárnoslas tampoco a
nosotros mismos. La falta de refuerzos emocionales externos nos convierte en
desconocedores de este proceso. Y esto nos aboca a infravalorarnos, a caer en
relaciones dañinas, aumentando el riesgo de trastornos de ansiedad o
depresiones.
Profundicemos un
poco más
¿Qué es la
autovalidación?
Validar tus emociones no pasa por ponerte una capa de
optimismo infundado. Tiene más que ver con un diálogo emocional inteligente,
hábil y compasivo que te permita trabajar en las siguientes dimensiones:
La autovalidación
es aceptar nuestra experiencia interna: emociones, sentimientos y pensamientos.
Ahora bien, aceptación no es ver como positivo o adecuado
todo pensamiento o emoción que pase por la mente. Por ejemplo, yo puedo experimentar
rabia al ver cómo mi compañero de trabajo logra el ascenso y yo no. Sé que ese
estado interno no es correcto, pero lo acepto y lo valido para entender lo que
me ocurre y transformar esa situación. “Siento
rabia y envidia, pero en lugar de quedarme encapsulado en este estado debo
esforzarme más para superarme y alcanzar nuevos logros”.
Validar pensamientos y emociones nos permite manejarlos
mucho mejor.
Una vez que conectamos mejor nuestras realidades internas,
logramos conocernos para desarrollar nuestras habilidades personales.
Validarte: ¿Cómo
hacerlo?
La validación es un concepto esencial dentro de la práctica
psicológica. Forma parte de todo contexto clínico y es, por ejemplo, una de las
herramientas más básicas en la terapia dialéctico-conductal (DBT)
Marsha Lineham, creadora de este enfoque terapéutico,
señala lo siguiente: “la validación por
parte del terapeuta implica hacer ver al paciente que sus respuestas
emocionales tienen sentido y son entendibles dentro de su historia y contexto
actual”.
Ahora bien, ¿de qué
manera puedes empezar a validarte? Estas serían algunas estrategias que nos
aporta la propia doctora Lineham.
Debemos aprender a estar presentes. Tomar conciencia de la
emoción que sentimos aquí y ahora es clave de salud. Por lo general, estamos
habituados a dejar para después el malestar que sentimos hoy.
Reconocer, etiquetar y aceptar. Todo pensamiento,
sensación, emoción y sentimiento debe reconocerse, para después ponerle nombre
y darle espacio. No podemos reprimirlo, la aceptación es liberación para
comprender lo que sentimos.
¿Por qué siento
esto y de dónde viene? Todo proceso mental tiene un origen y parte de un
contexto. Si me siento decepcionado a pesar de tener un buen trabajo, es
posible que en realidad yo siempre haya deseado otra cosa, otra ocupación.
Aceptar sin juzgar. No debemos ser nuestros peores jueces
ni nuestros peores enemigos. Todo lo que sentimos es válido. Transformar,
canalizar y concienciarnos. Toda emoción y todo pensamiento reclaman algo y nos
informa de algún hecho concreto. Una vez que comprendamos su mensaje es momento
de pasar a la acción, de generar cambios para lograr el equilibrio y el
bienestar. En caso de no lograrlo por nosotros mismos, tomaremos conciencia de
la necesidad de solicitar ayuda.
Para concluir, todos estos procesos para validarte a ti
mismo requieren tiempo, voluntad y práctica. Aceptamos, cuidamos y decirnos que
no hay nada malo en nosotros es un ejercicio de salud psicológica que debemos
empezar a practicar.
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