Claves para manejar el comportamiento pasivo agresivo.
El comportamiento pasivo-agresivo es uno de los que más
problemas produce. Tanto si somos nosotros los que lo presentamos como si se trata
de alguien de nuestro entorno, esta manera de actuar impide o supone un obstáculo
de calado para cuidar de la relación diaria con las personas de ese comportamiento.
Por eso, aprender a manejar el comportamiento
agresivo-pasivo es fundamental. En este artículo aprenderás, por una parte, a
reconocer esta manera de actuar. Por otro lado, descubrirás varias claves que
te ayudarán a enfrentarte a ella. De forma que cuando encuentres a alguien que
se comporte así, podrás entender qué está sucediendo y actuar en consecuencia.
¿Qué
es el comportamiento agresivo-pasivo?
Todos sabemos reconocer a una persona agresiva. Por lo
general, es aquella que con frecuencia utiliza el ataque como un instrumento o
medio. La agresión puede ser física, pero también verbal, puede ser directa,
pero también camuflada. Por otro lado, en el fondo de la agresividad pueden
existir varios motivos, como el enfado, el estrés o la ansiedad.
Entendiendo esto, podemos decir que una persona pasivo-agresiva
no sería capaz de enfrentarse a algo que no le gusta de manera directa. Sin
embargo, tampoco sería capaz de contener todo su malestar. Por eso, alguien así
suele combinar momentos de autocontrol con momentos de falta de control,
despistando en muchos casos a las personas que les rodean. Si se trata de un
enfado, la persona puede manifestarlo a través de comportamientos discontinuos
y agresivos que muestren su incomodidad.
El problema es que esta manera de actuar es muy poco
efectiva para resolver los problemas. Por eso. Aprender a manejar el
comportamiento pasivo-agresivo es fundamental a la hora de evitar conflictos
innecesarios.
Por ejemplo, una persona con este estilo de afrontamiento
no diría nunca que está molesta. En lugar de ello, utilizaría conductas
indirectas para mostrar su enfado, como dejar de hablar a quien le ha ofendido
o hacer comentarios sarcásticos sin venir a cuento.
Por supuesto, esto no ayudaría en nada si la intención de
la persona fuese resolver el conflicto. Sin embargo, por lo general no es eso
lo que se busca, sino simplemente mostrar el desagrado ante una situación.
Cómo manejar el
comportamiento pasivo-agresivo
A continuación encontrarás dos claves para enfrentarte a
este tipo de comportamiento la próxima vez que lo encuentres. Cuando las
domines, descubrirás que las personas pasivo-agresivas dejan de tener poder
sobre ti.
1-Ignora sus
intentos de llamar tu atención
La manera más efectiva de manejar el comportamiento
pasivo-agresivo es ignorar sus manifestaciones, en su defecto, no reforzarlas
(o reforzar las alternativas). La persona que actúa así busca,
fundamentalmente, atención. Por eso, si ve que no te afecta cómo se comporta y
que no vas a hacerle caso de ninguna manera, es posible que comience a hablarte
de manera más directa.
En psicología, se diría que lo que buscamos es la
extinción de conducta. Volviendo a la idea anterior, el pasivo-agresivo, al
hacer comentarios sarcásticos o “hacerle el vació a alguien”, puede obtener un
refuerzo para su comportamiento.
Como decimos, este refuerzo desde fuera puede no parecer
tal; nadie pensaría que una bronca o una discusión pudiera serlo; sin embargo,
lo es si la otra persona no tiene en su repertorio conductual otra manera de
llamar la atención. Por eso en estos casos es tan importante realizar una labor
pedagógica.
2-
Utiliza la asertividad
La asertividad se ha puesto muy de moda últimamente, pero
lo cierto es que es muy útil para resolver multitud de problemas y situaciones
desagradables. En el caso de manejar el comportamiento pasivo-agresivo, puede
convertirse en uno de tus mayores aliados.
Así, la próxima vez que te encuentres frente a una persona
que actúe de esta manera, pregúntale directamente qué es lo que le ocurre. La
clave de este enfoque es que debes mantener la calma en la discusión que seguramente
se produzca a continuación. Cuando alguien pasivo-agresivo se ve cuestionado de
esta forma, tendera a “pasar al ataque” y manifestar lo que le molesta.
Con las cartas sobre la mesa será más fácil resolver un
conflicto que de otra manera hubiera seguido latente. Como esa china en el
zapato, hubiera seguido causando malestar sin que pudieras entender por qué el
otro se comportaba así.
De esa manera, provocando su discurso, adquieres una
información valiosa para solucionar el conflicto, además se completar la labor
pedagógica de la que hablábamos antes. El otro conocerá, a través de ti, que hay
otro modo de gestionar la ira, la tristeza o el estrés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario