Si
sufres abuso psicológico ¿por qué no puedes dejar la relación?
Si sufres abuso
psicológico te costará bastante percibir esa realidad. Aún más, en caso de
saberlo, factores como el miedo, la indecisión o incluso el sentimiento de
culpa harán que alargues el momento de dejar esa situación.
Si sufres abuso psicológico y eres infeliz, la pregunta
que se dibuja en el horizonte es: ¿por qué no te vas? Tras esta pregunta,
que muchos suelen hacerle a la persona que está sometida a una relación dañina
y desgastante, puede esconderse una realidad muy compleja. En estos vínculos de
dominación está el miedo. Habita la vergüenza, la indecisión, la confusión y
hasta el amor. Son situaciones muy difíciles de comprender para quien no lo
vive.
Algo que nos dice a menudo la neurociencia es que nuestro
cerebro está diseñado para favorecer la conexión entre nosotros. De este
modo, al iniciar una relación se erige algo más que un compromiso o una
vida en común. También nuestras estructuras cerebrales se habitúan a ese lazo,
a nutrirse de esa cotidianidad compartida, de ese afecto, de la intimidad de
ese espacio mutuo.
Todo ello hace que a menudo, cuando aparecen las
conductas controladoras o el abuso, la otra persona opte por minimizar el
efecto.El cerebro se niega a procesar con claridad la realidad del daño. Se
aferra al vínculo porque asumir la verdad puede ser tremendamente doloroso.
Poco a poco la percepción se nubla en un sofisticado mecanismo de autodefensa
para preservar la idea de que todo va bien.
El abuso psicológico es una trampa muy sofisticada. No
podemos por tanto banalizar el tema sugiriendo que la víctima es ciega, ingenua
o indecisa por no reaccionar ante esta situación. Las tácticas abusivas que usa
la persona controladora se
basan a menudo en estrategias tan sibilinas como implacables. No es fácil
salir de un día para otro de esa red de araña.
“Dad palabra al dolor: el dolor que no habla gime en el
corazón hasta que lo rompe”.
-William Shakespeare-
Si sufres abuso psicológico tardarás bastante en asumir
esa realidad. Es posible que en tu entorno te hayan preguntado cómo toleras
ciertos actos, ciertas palabras y comportamientos. Sin embargo, marcas
distancias cuando te hacen un comentario de este estilo. Los demás no ven lo
que tú ves en tu pareja. Te dices a ti
mismo/a que es alguien especial, alguien por quien merece la pena seguir
adelante.
Este discurso interno te lo repetirás día tras día hasta
que en un momento dado ya no te encaje. En que seas consciente de la
trampa en la que has caído. Sin embargo, en ese momento es común que se dé otra
dinámica. A pesar de ser consciente del abuso, tampoco te verás siempre con
fuerza para dejar la relación. Porque justo en ese momento, aflorará
el miedo.
Es más, en estudios como los llevados a cabo
por Jacobson. N, Gottman. JM y Gortner. E, en la
Universidad de Washington, nos señalan que estas situaciones pueden
alargarse por término medio entre dos y cinco años. La razón por la cual
resulta tan difícil dejar ir una relación cuando sufres abuso psicológico son
las siguientes.
El estado de “congelación” psicológica
El abuso psicológico ejerce al fin y al cabo el mismo
impacto que un trauma. Es un daño que se ejerce a diario, a través de las
cosas más sutiles. Es un golpeteo constante a la autoestima, a la dignidad, al
autoconcepto.
La víctima acaba sufriendo los mismos síntomas que en una
situación de estrés: agotamiento mental, dolores de cabeza, dolores musculares, pequeñas pérdidas de
memoria… Todo ello les conduce a menudo a un estado de “congelación” psicológica.
Es decir, la persona llega a separarse de las emociones para no sufrir, para no
experimentar dolor. Algo así implica que el agresor se vea todavía más
motivado para seguir causando daño.
Tácticas de abuso que cambian el estilo del pensamiento
Algo que a menudo descuidamos del efecto del maltrato
psicológico es que el abusador parte desde una ventaja clave: el amor. De
ese modo, siempre usará dicho ingrediente base para tener el poder. Cada
demanda, cada hilo que mueva a su favor estará justificado por el afecto, ese
falso afecto de doble filo en al que la otra persona siempre acabará cediendo.
La víctima hará uso de las autojustificaciones, las
disonancias cognitivas y las falsas creencias, para integrarse en esas dinámicas y no
sufrir. Poco a poco esas tácticas de manipulación cambiarán incluso su
estilo de pensamiento y su personalidad. Habrá momentos en que llegará a creer
que la culpa de todo lo que sucede es suya, acabará odiándose a sí misma,
sentirá vergüenza, ansiedad…
La necesidad de narrarnos de nuevo, de reescribirnos de
forma correcta
Cuando sufres abuso psicológico estás obligado/a
reescribirte de nuevo como persona. Es tal el deterioro al que se puede
llegar, tan alto el desgaste y la vulnerabilidad, que es comprensible esa clara
dificultad para hallar fuerzas y dejar la relación.
Necesitaremos apoyo, será muy recomendable contar con
personas de confianza y con profesionales que nos ayuden a reescribirnos
de manera correcta. Sanarnos. El abuso psíquico puede no dejar marcas
visibles mientras nos desdibuja por completo. Borra identidades, difumina
valías, carcome autoestimas y tergiversa valores.
Podemos narrarnos una vez más, pero de manera saludable,
con la tinta de la resiliencia y usando el papel de la esperanza. Ahí donde dar
forma a alguien más fuerte y preparado para escribir mejores capítulos.
Porque aunque el pasado no se olvide, es solo una parte de nuestra
historia, algo que no tiene por qué definirnos para crear etapas más bellas,
relatos más felices.
Valeria Sabater
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