martes, 30 de mayo de 2017

INTEGRIDAD.



 
  

“Si quieres que tus acciones sean mejores, empieza por mejorar tus pensamientos”

Integridad, algo que cada vez más reclamamos todos en las personas con las que interactuamos diariamente. El momento actual es un momento difícil para el ser humano, un ser humano que está cansado de ver que en numerosas ocasiones su esfuerzo no sirve de nada, que esta frustrado por no poder conseguir lo que anhela, que lleva sobre su espalda heridas no sanadas, que dentro de sí  convive con un dolor oculto, silenciado, y por ello reclama integridad.


Decimos lo que pensamos, porque la palabra tiene como requisito previo su pensamiento correspondiente, aunque éste a menudo sea inconsciente. Si uno cree que dice lo contrario de lo que piensa es que en realidad, en algún nivel de su mente lo está pensando. De la misma forma sucede con lo que “hacemos”, ya que nuestra mente establece conexiones directas entre los procesos mentales y las conductas.

 
NUESTROS PENSAMIENTOS SON GRANDES AVISADORES DE LO QUE ES Y VA A SER NUESTRA VIDA.

 
El carácter y en última estancia nuestro destino, están fuertemente condicionados por la calidad de ideas que circulan por la corriente mental, y finalmente, por la bondad del programa que ha sido instalado a través de tres factores claves: el código genético, el medio ambiente y las propias experiencias.

 
Observemos que no resulta difícil ser conscientes de la postura del cuerpo, es decir, saber cuál es la postura física que uno en cada momento adopta. Por ejemplo, si tenemos las piernas cruzadas, en qué posición tenemos las manos, en qué lugar del cuerpo sentimos tensiones etc. Por el contrario, no todo el mundo tiene el entrenamiento suficiente para ser conscientes de sus propios pensamientos y de sus actitudes más íntimas.

 
SIN EMBARGO, SI QUEREMOS CAMBIAR DE CONDUCTA, CONVENDRA PRIMERO HACERSE CONSCIENTE DEL PROCESO MENTAL QUE LA PRECEDE.

 
¿Cómo podemos erradicar pensamientos que no deseamos?

 
Simplemente, prestando atención a nuestros procesos mentales, observando el nacimiento  del pensamiento y las ramificaciones asociativas que conlleva.

Téngase en cuenta que la madre de todos los estados de ánimo es el pensamiento.

 
Detrás de una emoción de amargura o esperanza, ha circulado alguna idea que propicio dichos estados emocionales. De la misma forma, detrás de la violencia y de la palabra ofensiva, existe un cerebro que ha procesado amenazas.

Si una persona, queriendo modificar este tipo de respuestas conductuales, comienza por darse cuenta de la llegada de pensamientos indeseables, estará en condiciones de optar, tanto hacia la recreación de una idea más óptima como hacia la erradicación de la vieja idea tóxica.

 
El ser humano que es consciente de sus propios pensamientos no deseados, puede capacitarse para desviar la atención de los mismos y sembrar ideas de positividad y calma. Al cabo de un tiempo, sus conductas tendrán el sello de lo nuevos pensamientos, que a su vez, generarán otros hábitos, éstos a su vez conformarán un nuevo carácter y todo ello propiciara la construcción de otro destino.

 
Para poder cambiar un programa mental lo primero y más importante es ser consciente, es decir, darse cuenta de aquello que uno quiere modificar.

 
ATENCIÓN es la clave: Atención al pensamiento, atención a la palabra, atención a la acción.


El lugar propicio para los entrenamientos de dicha atención está en los pequeños momentos de la vida cotidiana. Cuando experimentamos perturbación, pongámonos en un estado de máxima atención, eso significa mantenerse alerta para observar qué proceso mental desencadeno la persida de la calma.


SI UNO APRENDE A EXAMINAR EL DIA YA VIVIDO, REALIZARA CAMBIOS SIN ESFUERZO HACIA CONDUCTAS DESEADAS.


ESA ES LA CLAVE, LA CITA A SOLAS CON NOSOTROS MISMOS DIARIAMENTE, PARA DESDE LA CALMA REVISAR LAS ACCIONES QUE HEMOS REALIZADO, VALORANDO CON OBJETIVIDAD LOS RESULTADOS, POTENCIANDO LAS ACCIONES CORRECTAS Y CAMBIANDO LAS QUE NO HAN SIDO CORRECTAS.

 

Fuente: Esteban Perez

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