La medicina cuántica seria el futuro que dejaría atrás cualquier
otra forma de tratamiento. ¿Pero en qué consiste? Seria aquella que aplicara los
descubrimientos realizados por la física cuántica.
Según esta, en la escala más íntima, más profunda de la
realidad, las partículas están en dos sitios a la vez (superposición), y se
comunican entre sí sin que importe la distancia ni las barreras que haya entre
ellas (entrelazamiento).
Estos comportamientos tan comprobados como la ley de la
gravedad, son bombas para nuestras mentes acostumbradas a la realidad
ordinaria.
Una idea fundamental de la física cuántica es que el
observador crea la realidad que observa. Sin un observador no se puede asegurar
que una partícula exista en un momento y lugar determinado. Si un grupo de
seres humanos comparten una percepción de la realidad es porque poseen un órgano
de interpretación similar, y un estado de conciencia equivalente.
Autores como el biólogo Bruce Lipton, el físico Amit
Goswami o el neurólogo Jacobo Grinberg han sostenido que las personas que
alcanzan estados de conciencia excepcionales pueden conseguir modificaciones de
la realidad extraordinarias, en sí mismos y en otras personas.
La habilidad de las células para producir energía y el
funcionamiento de las neuronas podrían explicarse mediante fenómenos cuánticos.
Aunque la producción de energía a partir de la glucosa es un proceso básico en
los organismos, la química clásica no consigue explicar la increíble velocidad
a la que se producen las reacciones. La habilidad de las partículas cuánticas para
estar en dos sitios a la vez ayudaría a entenderlo.
Según Luca Turin, biofísico del University y College de
Londres, la acción de los neurotransmisores se explica por el flujo de
electrones a nivel cuántico. Y no sería de extrañar-si suceden en el corazón de
las neuronas- que tuviera relación con los desconocidos vínculos entre la
conciencia y el cuerpo.
En palabras del revolucionario físico Amit Goswami:
“El mundo está constituido por posibilidades, no por
eventos determinados, por lo tanto podemos elegir la salud sobre la enfermedad.
Ni la enfermedad ni la sanación son enteramente objetivos. Las experiencias
subjetivas y nuestras actitudes hacia ellas tienen un papel que desempeñar. A través
de la creatividad, el “activista cuántico” aprende a cambiar la actitud que le
lleva de la enfermedad a la salud, y de la salud ordinaria a la salud positiva”
Fuente: Claudina
Navarro
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