“Si quieres que tus acciones sean
mejores, empieza por mejorar tus pensamientos”
Integridad, algo que
cada vez más reclamamos todos en las personas con las que interactuamos
diariamente. El momento actual es un momento difícil para el ser humano, un ser
humano que está cansado de ver que en numerosas ocasiones su esfuerzo no sirve
de nada, que esta frustrado por no poder conseguir lo que anhela, que lleva
sobre su espalda heridas no sanadas, que dentro de sí convive con un dolor oculto, silenciado, y
por ello reclama integridad.
Decimos lo que
pensamos, porque la palabra tiene como requisito previo su pensamiento
correspondiente, aunque éste a menudo sea inconsciente. Si uno cree que dice lo
contrario de lo que piensa es que en realidad, en algún nivel de su mente lo
está pensando. De la misma forma sucede con lo que “hacemos”, ya que nuestra
mente establece conexiones directas entre los procesos mentales y las
conductas.
NUESTROS PENSAMIENTOS SON GRANDES
AVISADORES DE LO QUE ES Y VA A SER NUESTRA VIDA.
El carácter y en
última estancia nuestro destino, están fuertemente condicionados por la calidad
de ideas que circulan por la corriente mental, y finalmente, por la bondad del
programa que ha sido instalado a través de tres factores claves: el código
genético, el medio ambiente y las propias experiencias.
Observemos que no
resulta difícil ser conscientes de la postura del cuerpo, es decir, saber cuál
es la postura física que uno en cada momento adopta. Por ejemplo, si tenemos las
piernas cruzadas, en qué posición tenemos las manos, en qué lugar del cuerpo
sentimos tensiones etc. Por el contrario, no todo el mundo tiene el
entrenamiento suficiente para ser conscientes de sus propios pensamientos y de
sus actitudes más íntimas.
SIN EMBARGO, SI QUEREMOS CAMBIAR
DE CONDUCTA, CONVENDRA PRIMERO HACERSE CONSCIENTE DEL PROCESO MENTAL QUE LA
PRECEDE.
¿Cómo podemos
erradicar pensamientos que no deseamos?
Simplemente,
prestando atención a nuestros procesos mentales, observando el nacimiento del pensamiento y las ramificaciones
asociativas que conlleva.
Téngase en cuenta que
la madre de todos los estados de ánimo es el pensamiento.
Detrás de una emoción
de amargura o esperanza, ha circulado alguna idea que propicio dichos estados emocionales.
De la misma forma, detrás de la violencia y de la palabra ofensiva, existe un
cerebro que ha procesado amenazas.
Si una persona,
queriendo modificar este tipo de respuestas conductuales, comienza por darse
cuenta de la llegada de pensamientos indeseables, estará en condiciones de
optar, tanto hacia la recreación de una idea más óptima como hacia la
erradicación de la vieja idea tóxica.
El ser humano que es
consciente de sus propios pensamientos no deseados, puede capacitarse para
desviar la atención de los mismos y sembrar ideas de positividad y calma. Al
cabo de un tiempo, sus conductas tendrán el sello de lo nuevos pensamientos,
que a su vez, generarán otros hábitos, éstos a su vez conformarán un nuevo
carácter y todo ello propiciara la construcción de otro destino.
Para poder cambiar un
programa mental lo primero y más importante es ser consciente, es decir, darse
cuenta de aquello que uno quiere modificar.
ATENCIÓN es la clave: Atención al
pensamiento, atención a la palabra, atención a la acción.
El lugar propicio
para los entrenamientos de dicha atención está en los pequeños momentos de la
vida cotidiana. Cuando experimentamos perturbación, pongámonos en un estado de
máxima atención, eso significa mantenerse alerta para observar qué proceso mental
desencadeno la persida de la calma.
SI UNO APRENDE A EXAMINAR EL DIA
YA VIVIDO, REALIZARA CAMBIOS SIN ESFUERZO HACIA CONDUCTAS DESEADAS.
ESA ES LA CLAVE, LA CITA A SOLAS
CON NOSOTROS MISMOS DIARIAMENTE, PARA DESDE LA CALMA REVISAR LAS ACCIONES QUE
HEMOS REALIZADO, VALORANDO CON OBJETIVIDAD LOS RESULTADOS, POTENCIANDO LAS
ACCIONES CORRECTAS Y CAMBIANDO LAS QUE NO HAN SIDO CORRECTAS.
Fuente: Esteban Perez