jueves, 23 de octubre de 2014

INCONSCIENCIA Y CONSCIENCIA.


 
Como probablemente saben, al dormir todos nos desplazamos constantemente entre las fases de dormir sin soñar y el estado de sueño. De manera similar, al despertar la mayoría de nosotros solamente cambia de  inconsciencia corriente a inconsciencia profunda.   

La inconsciencia corriente es estar identificados con nuestros procesos de pensamiento y emociones, las reacciones, deseos y aversiones. Es el estado normal de la mayoría de las personas. En ese estado, estamos bajo el gobierno de la mente egóica y estamos inconscientes de Ser. Es un estado no de dolor agudo o infelicidad sino de nuestro bajo nivel de incomodidad, descontento, tedio o nerviosismo casi continuo – un tipo de estática de fondo. Podemos no darnos cuenta de esto porque es en gran medida parte de la vida “normal’, justo al igual que no estamos conscientes de un ruido de fondo bajo y continuo, tal como el zumbido de un aire acondicionado, hasta que se detiene. Cuando de  pronto se detiene, hay una sensación de alivio. Muchas personas utilizan el alcohol, las drogas, el sexo, la comida, el trabajo, la televisión o  ir de compras como anestésicos en un intento inconsciente para eliminar este malestar básico. Cuando esto sucede, una actividad que pudiese ser muy agradable si se utiliza con moderación se infunde de una cualidad compulsiva o adictiva, y todo lo que se logra a través de ella es un síntoma de alivio muy breve.   

El malestar de la inconsciencia corriente se convierte en el dolor de la inconsciencia profunda – un estado de sufrimiento o infelicidad más agudo y más obvio – cuando las cosas ‘van mal’, cuando el ego es amenazado o cuando hay un desafío principal, amenaza, o pérdida, real o imaginada, en su situación o conflicto de vida en una relación. Es una versión intensificada de la inconsciencia corriente, diferente de ella no en clase sino en grado. En la inconsciencia corriente, la resistencia habitual a  la negación de lo que es, crea el malestar y el descontento que muchas personas aceptan como el vivir normal. Cuando esta resistencia se intensifica mediante algún desafío o amenaza al ego, aporta intensa negatividad tal como enojo, temor agudo, agresión, depresión y así sucesivamente. La inconsciencia profunda a veces significa que se ha disparado el cuerpo de dolor y nos hemos identificado con él. La violencia física sería imposible sin la inconsciencia profunda. También puede ocurrir fácilmente cuando y donde una muchedumbre de personas o hasta una nación en su conjunto genera un campo negativo colectivo de energía.   

El mejor indicador de nuestro nivel de conciencia es cómo lidiamos con los desafíos de la vida cuando ellos se presentan. A través de esos desafíos, una persona ya inconsciente tiende a volverse más profundamente inconsciente, y una persona consciente más intensamente consciente. Pueden utilizan un desafío para despertarse, o pueden permitir que este los arrastre hacia un dormir aun más profundo. El sueño de la inconsciencia corriente se convierte entonces en una pesadilla.  

Si no podemos  estar presentes  en circunstancias normales, tales como cuando estar sentados a solas en una habitación, caminando por el bosque, o escuchando a alguien, entonces ciertamente no seremos capaces de mantenernos conscientes cuando algo ‘va mal’ o cuando nos enfrentamos con personas o situaciones difíciles, con pérdida o amenaza de pérdida. Entonces seremos invadidos por una reacción, que finalmente siempre es alguna forma de temor y arrastrados hacia una inconsciencia profunda. Esos desafíos son nuestras pruebas.

Así que es esencial que traigamos más conciencia a nuestra vida en situaciones corrientes cuando todo marcha de manera relativamente fluida. De esta forma, creceremos en poder de presencia. Esto genera un campo de energía en nosotros y alrededor de nosotros de una frecuencia vibratoria elevada. Ninguna inconsciencia, negatividad,  discordia o violencia puede entrar a ese campo y sobrevivir, al igual que la oscuridad no puede sobrevivir en presencia de la luz.   

Extractado del libro  La Era del Ahora

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