Como probablemente
saben, al dormir todos nos desplazamos constantemente entre las fases de dormir
sin soñar y el estado de sueño. De manera similar, al despertar la mayoría de nosotros
solamente cambia de inconsciencia corriente a inconsciencia
profunda.
La inconsciencia
corriente es estar identificados con nuestros procesos de pensamiento y emociones,
las reacciones, deseos y aversiones. Es el estado normal de la mayoría de las
personas. En ese estado, estamos bajo el gobierno de la mente egóica y estamos
inconscientes de Ser. Es un estado no de dolor agudo o infelicidad sino de nuestro
bajo nivel de incomodidad, descontento, tedio o nerviosismo casi continuo – un
tipo de estática de fondo. Podemos no darnos cuenta de esto porque es en gran
medida parte de la vida “normal’, justo al igual que no estamos conscientes de
un ruido de fondo bajo y continuo, tal como el zumbido de un aire
acondicionado, hasta que se detiene. Cuando de pronto se detiene, hay una
sensación de alivio. Muchas personas utilizan el alcohol, las drogas, el sexo,
la comida, el trabajo, la televisión o ir de compras como anestésicos en un intento
inconsciente para eliminar este malestar básico. Cuando esto sucede, una
actividad que pudiese ser muy agradable si se utiliza con moderación se infunde
de una cualidad compulsiva o adictiva, y todo lo que se logra a través de ella
es un síntoma de alivio muy breve.
El malestar de la
inconsciencia corriente se convierte en el dolor de la inconsciencia profunda –
un estado de sufrimiento o infelicidad más agudo y más obvio – cuando las cosas
‘van mal’, cuando el ego es amenazado o cuando hay un desafío principal,
amenaza, o pérdida, real o imaginada, en su situación o conflicto de vida en
una relación. Es una versión intensificada de la inconsciencia corriente,
diferente de ella no en clase sino en grado. En la inconsciencia corriente, la
resistencia habitual a la negación de lo
que es, crea el malestar y el descontento que muchas personas aceptan como el
vivir normal. Cuando esta resistencia se intensifica mediante algún desafío o
amenaza al ego, aporta intensa negatividad tal como enojo, temor agudo,
agresión, depresión y así sucesivamente. La inconsciencia profunda a veces
significa que se ha disparado el cuerpo de dolor y nos hemos identificado con él.
La violencia física sería imposible sin la inconsciencia profunda. También
puede ocurrir fácilmente cuando y donde una muchedumbre de personas o hasta una
nación en su conjunto genera un campo negativo colectivo de energía.
El mejor indicador de nuestro
nivel de conciencia es cómo lidiamos con los desafíos de la vida cuando ellos
se presentan. A través de esos desafíos, una persona ya inconsciente tiende a volverse
más profundamente inconsciente, y una persona consciente más intensamente
consciente. Pueden utilizan un desafío para despertarse, o pueden permitir que
este los arrastre hacia un dormir aun más profundo. El sueño de la
inconsciencia corriente se convierte entonces en una pesadilla.
Si no podemos estar presentes en circunstancias normales, tales como cuando
estar sentados a solas en una habitación, caminando por el bosque, o escuchando
a alguien, entonces ciertamente no seremos capaces de mantenernos conscientes
cuando algo ‘va mal’ o cuando nos enfrentamos con personas o situaciones
difíciles, con pérdida o amenaza de pérdida. Entonces seremos invadidos por una
reacción, que finalmente siempre es alguna forma de temor y arrastrados hacia
una inconsciencia profunda. Esos desafíos son nuestras pruebas.
Así que es esencial que
traigamos más conciencia a nuestra vida en situaciones corrientes cuando todo
marcha de manera relativamente fluida. De esta forma, creceremos en poder de
presencia. Esto genera un campo de energía en nosotros y alrededor de nosotros
de una frecuencia vibratoria elevada. Ninguna inconsciencia, negatividad,
discordia o violencia puede entrar a ese campo y sobrevivir, al igual que la
oscuridad no puede sobrevivir en presencia de la luz.
Extractado del
libro La
Era
del Ahora
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