Cuando estás
enamorado, te sorprendes a ti mismo mirando a todo el mundo con ojos distintos;
te vuelves generoso, compasivo, bondadoso, donde antes tan vez eras duro y
mezquino. Inevitablemente, los demás comienzan a reaccionar contigo de la misma
manera, y no tardas en comprobar que vives en un mundo de ternura que tú mismo has
creado.
En cambio, cuando lo que
predomina en ti es el mal humor y te irritas fácilmente, enseguida compruebas
que todo el mundo reacciona ante ti de manera negativa, y te encuentras
viviendo en un mundo hostil, creado por tu mente y tus emociones.
¿Cómo podríamos intentar
crear un mundo feliz, amable y pacifico?
Aprendiendo el
sencillo y hermoso, aunque arduo, “arte de mirar”. Se trata de hacer lo
siguiente: cada vez que te encuentres irritado o enojado con alguien, a quien
tienes que mirar es a ti, no a esa persona. No tienes que preguntarte: “¿Qué le
pasa a esa persona conmigo?”, sino: “¿Qué pasa conmigo, que estoy tan irritado?”.
Intenta hacerlo ahora mismo. Piensa en alguna persona cuya presencia te saque
de quicio y formúlate a ti mismo esta liberadora frase: “La causa de mi
irritación no está en esa persona, sino en mí mismo”.
Una vez dicho esto,
trata de descubrir por qué y cómo se origina tu enfado. Considera la
posibilidad, de que la razón por la que te molestan los defectos de esa
persona, es porque tú mismo los tienes; lo que ocurre es que los has reprimido,
y por eso los proyectas inconscientemente en el otro. Esto sucede casi siempre,
aunque casi nadie lo reconoce. Trata pues de descubrir los defectos de esa
persona en tu propio interior, en tu mente inconsciente, y tu irritación se convertirá
en agradecimiento hacia dicha persona que con su conducta te ha ayudado. También
puede ser que lo que te molesta de esa persona, es que sus palabras o su
comportamiento ponen de relieve algo de tu vida y de ti mismo que te niegas a
ver.
En ocasiones puedes
enfadarte con una persona, porque no responde a las expectativas que tenías de
ella. Pero si quieres poner fin al comportamiento de alguien, al enfadarte sólo
conseguirás embotar tu percepción y hacer que tu acción sea menos eficaz.
De todas formas, no
tenemos derecho a exigir que los demás respondan a nuestras expectativas, es
absurdo pretender que alguien viva según los criterios y las normas que nos han
inculcado a nosotros.
Alguien ha dicho que,
comprender todo es perdonar todo. Si realmente comprendemos a los demás
comenzaremos a tratarlos con amor y amabilidad, y veremos que nos responden del
mismo modo, entonces nos encontraremos viviendo en un mundo de amor que
nosotros mismos habremos creado.
Anthony De Mello.
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