OPERACIÓN POPEYE
Se denomina
“siembra de nubes” a un tipo de alteración meteorológica que busca modificar el
tipo o la cantidad de precipitación, dispersar la niebla o mitigar tormentas de
granizo.
Esta técnica
consiste en la dispersión, en la atmosfera, de sustancias que propician la
condensación de nubes o actúan como partículas nucleantes de hielo, las cuales
desempeñan un papel importante en la electrificación de las nubes y, por ende,
en la formación de rayos y de las llamadas “semillas de gotas de lluvia”.
La
dispersión de estas sustancias se realiza mediante aviones, drones o cohetes,
con el fin de inducir la lluvia.
Entre los
compuestos más utilizados se encuentran:
El yoduro de
plata. El dióxido de carbono sólido (hielo seco)
El yoduro de
potasio.
La guerra Climática
En 1967, un
analista militar (cuya identidad permanece desconocida) recibió un informe
sobre el Proyecto Stormfury.
Se trataba
de un intento de modificar la intensidad de los ciclones que pudieran amenazar
las bases estadounidenses en el Extremo Oriente y el Océano Pacífico.
El método
propuesto era la dispersión de yoduro o dióxido de carbono en el “ojo” del
huracán. Por descabellado que parezca, este proyecto tenía un precedente; el
Proyecto Cirrus, que había intentado influir en los huracanes y fue probado el
13 de octubre de 1947, con ocasión del huracán que afecto a Florida y Georgia.
Tras la
siembra realizada en el interior del ojo del huracán, los pilotos informaron de
una disminución significativa en su intensidad.
Fue ese
informe positivo el que animó al Ejército y la Marina de
Los Estados
Unidos a respaldar futuros experimentos de este tipo. Tras la lectura del
informe del Proyecto Stormfury y de un documento anexo denominado Rainmaking,
que analizaba sus resultados, se encargó la elaboración de un nuevo informe
sobre el posible impacto de estas técnicas en operaciones militares en Camboya,
Laos y Vietnam.
Se puso
especial énfasis en los efectos derivados de la geografía y climatología de la
región, particularmente en relación con la logística.
Como
resultado, la oficina del secretario de Estado Henry Kissinger autorizo y
promovió un proyecto de alteración climática con fines militares: la Operación
Popeye…
“Haz Barro, No la Guerra”
El objetivo
de la Operación Popeye era provocar lluvias, especialmente alargando o
intensificando la temporada de monzones, para inutilizar o entorpecer las
líneas de suministro del enemigo.
Las
selvas del Extremo Oriente representaban un desafío logístico para el
sofisticado ejército estadounidense.
Por
su parte, el Vietcong disponía de una enorme masa humana, capaz de subsistir
con un simple cuenco de arroz diario y transportar hasta 250 kilogramos de
material por sendas impracticables para los vehículos, ayudados únicamente por
bicicletas.
Aunque
los norteamericanos dominaban el espacio aéreo y contaban con una gran potencia
de fuego, no podían detener el avance de un ejército oculto bajo la frondosidad
de la selva.
Por
ello, intensificar las lluvias significaba volver intransitables los caminos,
provocar deslizamientos de tierra y afectar directamente a las vías terrestres
y fluviales del enemigo.
Los
cauces desbordados anegaban campos y hacían peligrosa la navegación, mientras
el suelo, saturado de agua, tardaba más en secarse y recuperar su firmeza.
Se creó
entonces una unidad especial, el 54º Escuadrón de Reconocimiento Meteorológico,
cuyo lema, irónico y elocuente, era:
“Haz barro, no la guerra”
Este
escuadrón se dedicó a sembrar yoduro de plata en las nubes con el fin de colapsar
el llamado Sendero de Ho Chi Minh, nombre con el que los estadounidenses
designaban la difusa red de suministros del Vietcong a través de la selva.
La operación estuvo activa desde
1967 hasta el 5 de julio de 1972.
El
análisis final la calificó como,
"relativamente
exitosa en su intento de afectar los suministros del enemigo".
Estas
actuaciones forman parte de lo que se conoce como guerra climática.
Su
desarrollo obligó a la creación de la Convención sobre la Modificación
Ambiental, firmada el 18 de mayo de 1977 y en vigor desde el 5 de octubre
del año siguiente.
Según
esta convención, quedan prohibidos los métodos de alteración del clima que
puedan tener efectos duraderos, graves o permanentes.
Sin
embargo, la historia ha demostrado que, en tiempo de guerra, el objetivo es
vencer, y solo es cuestión de tiempo que los tratados y acuerdos
internacionales puedan ser ignorados.
El
tiempo lo dirá...
Fernando Prado
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