Saber la verdad de lo que sucede realmente en todos
los ámbitos donde se mueve el ser humano ¿Sirve para algo?
El ser humano es
increíble con la que está cayendo en momento actual, no reacciona, esta como
hipnotizado, no es capaz de ver la que se le viene encima.
¿De qué sirve saber de
forma explícita y documentada que la energía nuclear solo nos puede traer
desgracias, como nos demuestran los terribles accidentes de Chernobyl y
Fukushima, si tales revelaciones no surten ni el más mínimo efecto?
¿De qué nos sirve saber
que los bancos son entidades dedicadas a quedarse nuestro dinero si seguimos
utilizándolos?
¿De qué nos sirve saber
que la comida está adulterada y contaminada por todo tipo de productos tóxicos,
cancerígenos o transgénicos si seguimos comiéndola?
¿De qué nos sirve saber
la verdad sobre cualquier asunto relevante si no reaccionamos, por más graves
que sean sus implicaciones?
No nos engañemos más,
por duro que sea aceptarlo. Afrontemos la realidad tal y como es: En la sociedad actual ya no
significa nada informar de los hechos que acontecen, no tiene ninguna utilidad
real.
Es más, la mayoría de
los seres humanos han llegado a tal nivel de degradación psicológica que, la
propia revelación de la verdad y el propio acceso a la información refuerzan
aún más su incapacidad de respuesta y su atonía mental.
LA GRAN PREGUNTA ES: ¿POR QUÉ?
¿Qué nos ha conducido a
todos nosotros, como individuos, a este estado de apatía generalizado? Y la
respuesta, como siempre sucede cuando nos hacemos preguntas de este calado,
resulta de lo más inquietante.
Y está relacionada,
directamente, con el condicionamiento psicológico al que está sometido el ser
humano en la sociedad actual. Pues los mecanismos que desactivan nuestra
respuesta al acceder a la verdad, por más escandalosa que ésta resulte, son tan
sencillos como efectivos. Y resultan de lo más cotidiano.
SIMPLEMENTE TODO SE BASA EN UN EXCESO DE
INFORMACIÓN
En un bombardeo de
estímulos tan exagerado que provoca una cadena de acontecimientos lógicos que
acaban desembocando en una flagrante falta de respuesta. En pura apatía.
Y para luchar contra
este fenómeno, resulta clave saber cómo se desarrolla el proceso…
¿CÓMO SE DESARROLLA EL PROCESO?
Para empezar, debemos
entender que todo estímulo sensorial que recibimos está cargado de información.
Nuestro cuerpo está diseñado para percibir y procesar todo tipo de estímulos
sensoriales, pero la clave del asunto radica en la percepción de información de
carácter lingüístico, entendiendo por “lingüístico”: todo sistema organizado
con el fin de codificar y transmitir información de cualquier clase.
Por ejemplo, escuchar
una frase o leerla implica una entrada de información en nuestro cerebro, de
carácter lingüístico. Pero también lo implica ver el logo de una empresa,
escuchar las notas musicales de una canción, ver una señal de tráfico u oír la
sirena de una ambulancia, por poner algunos ejemplos…
Una persona en el mundo
actual, está sometida a miles y miles de estímulos lingüísticos de este tipo a
lo largo de un día normal, muchos de ellos percibidos de forma consciente. Pero la inmensa mayoría percibidos de forma
inconsciente, que deben ser procesados por nuestro cerebro.
El proceso de captación
y procesamiento de esta información lo podríamos dividir básicamente en 3
fases:
PERCEPCIÓN, VALORACIÓN Y RESPUESTA
PERCEPCIÓN
Sin lugar a dudas,
formamos parte de la generación con mayor capacidad de procesamiento de
información a nivel cerebral de la toda historia de la humanidad, con muchísima
diferencia, sobre todo a nivel visual y auditivo. Es más, a medida que nacen y
crecen nuevas generaciones, éstas adquieren una mayor velocidad de percepción
de información.
Un claro ejemplo es el
constante bombardeo de información al que está sometido el cerebro de alguien
en la actualidad, en comparación con el de una persona de hace tan solo 50
años.
Añádele a esto todas las
fuentes de información que te rodean, como la televisión, la radio, la música,
la omnipresente publicidad de todo tipo, las señales de tráfico, los diferentes
y variados ropajes que viste cada una de las personas con las que te cruzas por
la calle y que representan, cada uno de ellos una serie de códigos lingüísticos
para tu cerebro, la información que ves en tu móvil, en la Tablet, en internet
y añádele, además, tus compromisos sociales, tus facturas, tus preocupaciones y
los deseos que te han programado tener, etc., etc., etc.…
SE TRATA DE UNA AUTÉNTICA INUNDACIÓN DE
INFORMACIÓN QUE DEBE PROCESAR TU CEREBRO CONTINUADAMENTE.
Por lo visto, parece que
nuestro cerebro tiene capacidad suficiente para percibir tales volúmenes de
información y comprender los mensajes asociados a esos estímulos. Ahí no radica
el problema. De hecho parece que nuestro cerebro disfruta con ello, pues nos
hemos convertido en adictos al bombardeo de estímulos.
El problema aparece en la siguiente fase.
VALORACIÓN
Es cuando debemos
valorar la información recibida, es decir, cuando llega la hora de juzgar y
analizar sus implicaciones, que nos topamos con nuestras limitaciones. Porque,
literalmente, no disponemos de tiempo material para hacer una valoración en
profundidad de esa información. Antes de que nuestra mente, por sí misma y con
criterios propios, pueda juzgar de forma más o menos profunda la información
que recibimos, somos bombardeados por una nueva oleada de estímulos que nos
distraen e inundan nuestra mente.
Es por esta razón que
nunca llegamos a valorar en su justa medida, la información que recibimos, por
importantes que sean sus posibles implicaciones.
Esta es la clave, nuestra impotencia a la
hora de valorar y juzgar por nosotros mismos el volumen de información al que
estamos sometidos, que la propia información que nos es transmitida lleva
incorporada la opinión que debemos tener sobre ella, es decir, aquello que deberíamos
pensar tras realizar una valoración profunda de los hechos
Es decir, el emisor de
la información le ahorra amablemente al receptor EL ESFUERZO DE
TENER QUE PENSAR.
Ese es el procedimiento
que utilizan los grandes medios de comunicación y en un mundo de seres humanos auténticamente
responsables sería calificado de manipulación y lavado de cerebro.
Así pues, el bombardeo
continuo e incesante de información en nuestro cerebro nos impide juzgar
adecuadamente el valor de los hechos, con criterio propio y según nuestros
códigos internos.
RESPUESTA
Una vez reducido a la
mínima expresión nuestro tiempo de valoración personal de los hechos, entramos
en la fase decisiva del proceso, aquella en que nuestra posible respuesta queda
anulada.
Aquí entran en juego las
emociones y los sentimientos, el motor de toda respuesta y acción.
Y es que al fragmentar y
reducir nuestro tiempo dedicado a juzgar una información cualquiera, también
reducimos la carga emocional que asociamos a esa información. Y aquí es donde
reside la clave del asunto. Es en este punto donde queda desactivada nuestra
posible respuesta.
Siendo evidente que el
bombardeo incesante de información al que estamos sometidos acaba desembocando
en una fragmentación de nuestra energía emocional y por ello acabamos
ofreciendo una respuesta superficial o nula.
Una respuesta que en
momentos como el que vivimos, intuimos debería ser mucho más contundente y que
sin embargo, no llegamos a generar porque carecemos de energía suficiente para
hacerlo.
Y todos observamos
desesperados a los demás y nos preguntamos: “Por qué no reaccionan? ¿Por qué no
reacciono yo?”
Y esa impotencia
desemboca, al final, en una sensación de frustración y apatía generalizadas.
Ésta parece ser la razón básica por la que no se produce una Revolución cuando,
por la lógica propia de los acontecimientos, debería producirse.
SE TRATA PUES, DE UN FENÓMENO MERAMENTE
PSICOLÓGICO
Éste es el mecanismo
básico que aborta toda respuesta de la población ante los continuos abusos
recibidos. La base sobre la que se sustentan todas las manipulaciones mentales
a las que estamos sometidos actualmente.
EL MECANISMO PSICOLÓGICO QUE MANTIENE A LA
POBLACIÓN IDIOTIZADA, DÓCIL Y SUMISA
Lo podríamos resumir
así:
El excesivo bombardeo de
información nos impide tomarnos el tiempo necesario para otorgar el valor
adecuado a cada información recibida y con ello, nos impide asociarle la
suficiente carga emocional como para generar una reacción efectiva y real
¿CONSPIRACIÓN O FENÓMENO SOCIAL?
Poco importa si todo
esto forma parte de una gran conspiración para controlarnos o si hemos llegado
a este punto por la propia evolución de la sociedad. Porque las consecuencias
son exactamente las mismas.
Los más poderosos harán
lo posible por mantener estos mecanismos en funcionamiento: incluso fomentarán
tanto como puedan su desarrollo, simplemente para seguir beneficiándose.
Autor: Esteban Pérez
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