MIRAR PARA OTRO LADO
Estamos acostumbrados a mirar para otro lado cuando no
nos gusta lo que vemos, ni lo propio, ni lo ajeno, es más cómodo, más fácil y,
sobre todo, menos comprometido.
Enfrentar los retos de conocernos mejor y de esa forma
descubrir nuestros puntos débiles, nos exige mucha energía y una gran dosis de
valor porque nos obliga a asumir riesgos y a esforzarnos por superarlos.
Lo primero que debemos hacer es no entender los errores
como fracasos, sino como resultados de aplicar acciones inadecuadas en unas circunstancias
de un modo determinado.
Con lo cual hay que entender que nada tiene que ver con
lo valiosos que somos, ni debe por tanto afectar a nuestra autoestima personal.
Estas situaciones, sin embargo, tienen una gran carga
positiva, ya que nos permitan aprender qué es lo que no debemos hacer cuan se
nos presenten ocasiones similares. Y por supuesto comprender de qué forma
debemos enfrentar los problemas la próxima vez y sobre todo darnos la oportunidad
de equivocarnos como el mejor exponente de nuestra humanidad.
Solemos
ser jueces demasiado duros con nosotros mismos y someternos a sumarísimos juicios
en los que siempre nos acabamos considerando culpables
El peso de dicha culpa nos cae como una losa que asfixia
nuestras posibilidades de seguir con confianza y seguridad en nuestro día a
día. Y, poco a poco, vamos edificando el muro tras el que quedaremos atrapados
para siempre. Así se construyen las barreras desde las cuales iniciaremos las
relaciones con los demás.
Relaciones condenadas al fracaso, muchas veces, por
presentarnos sin las medidas defensivas necesarias, que debemos tomar si
intuimos que podemos ser atacados.
Estamos sensibilizados en exceso ante el daño que
presuponemos van a hacernos y para evitar el dolor de dicho daño, eludimos la
felicidad que pudiese traernos un comportamiento abierto y sincero capaz de
albergar la inmensa satisfacción del entendimiento y la sintonía.
Ante este tipo de situaciones sería bueno que nos
preguntásemos ¿Cómo asumir, sin temor,
la posibilidad del error?
La respuesta es sencilla, con una gran confianza en
nosotros mismos, y con la seguridad de saber lo que queremos y, por lo que
merece o no la pena que nos esforcemos y, sobre todo, llenos de ilusión por
comenzar de nuevo después de cada caída.
Esteban Pérez
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