COMO RECONOCER A UNA PERSONA
DESAGRADECIDA
Una persona desagradecida es
alguien sin aptitudes en inteligencia emocional e
incapaz de conectar de manera profunda con los demás. Porque el agradecimiento
se nutre de aprecio. Si esta última esfera no está presente, rara vez te
devolverán lo que ofreces o reconocerán cada esfuerzo efectuado.
1. No reconocen ni
aprecian tus esfuerzos ni sacrificios
¿Saliste de casa a toda prisa porque esa
persona necesitaba tu ayuda? ¿Sacrificaste tiempo con los tuyos para atender
una de sus urgencias? ¿Dedicas horas, esfuerzos y hasta tu salud mental a quien
no aprecia todo lo realizado?
La
personalidad desagradecida presenta una gran ceguera ante la inversión
emocional ajena.
No solo no te dan las gracias, sino que asumen que tu papel es ese: estar ahí para lo que necesiten. Son figuras que desconocen qué es el aprecio ajeno
y que jamás ejercitan esa palabra llamada «reciprocidad».
2. Siempre te piden
favores
A la hora de reconocer a una persona
desagradecida, presta atención a sus demandas. Hay quienes son adictos a pedir favores de forma cotidiana. Normalizan y dan por sentado
que son tu prioridad y tendrás deferencias con ellos. Carecen de filtros y de
medida, no importa la hora ni el momento. Siempre
hay algo que necesitan con urgencia y que solo tú puedes resolver.
3. Al principio son muy
amables
Hay perfiles con grandes dotes para la
mentira y la manipulación De hecho, es frecuente que los desagradecidos te engañen primero con
su falsa amabilidad. Esas conductas,
dominadas al principio por dicha deferencia, no son más que un señuelo. Se
trata de un intento de ganarse tu confianza para que cedas ante sus demandas.
Al
cabo del tiempo, se retirarán la máscara y actuarán de acuerdo con sus
esencias: con egoísmo e
ingratitud. Pero antes te harán creer que son
personas de fiar y este cambio súbito, cómo no, se vive de manera dolorosa.
Darte cuenta de que caíste en dicha trampa es algo frustrante.
4. Baja inteligencia emocional. A la hora de reconocer a una persona
desagradecida hay que fijarse en sus aptitudes en materia emocional. Es más, una investigación divulgada
en Journal of Health Psychology señala que la gratitud media en la
propia inteligencia emocional; de manera que es frecuente observar en ellos lo
siguiente:
·
Baja empatía.
·
Regulan mal sus
emociones.
·
No saben resolver
conflictos.
·
Su comunicación es poco
hábil.
·
Se enfadan con mayor facilidad.
·
Suelen actuar de forma
impulsiva.
·
No se dan cuenta de tus
necesidades.
5. No toleran que les
digan «no»
A la hora reconocer a una persona
desagradecida, mira sus reacciones. Por lo general, son hombres y mujeres a los
que educaron sin valores y sin ponerles límites. Además, están habituados a
tener lo que desean y se frustran al instante cuando alguien les da una
negativa. Esto hará que, si
en algún momento te niegas a hacerles un favor, te digan con furia que eres
egoísta.
6. Tienen un profundo sentido
del derecho
¿Conoces a una persona que asume que está por
encima del resto y puede tener lo que desee? En efecto, hay quien siente que sus derechos son más importantes y urgentes. Esto les da carta blanca para pedir lo que quieran
y no agradecer nada. Dan por sentado que el resto hará lo que sea por ellos y
que es lo habitual por ser quienes son. A menudo, detrás de este patrón de
conducta está el narcisismo.
7. Carecen de
responsabilidad personal
Las
personas ingratas son incapaces de actuar de manera ética y madura porque no
saben ejercitar la responsabilidad personal. No son conscientes de que sus acciones tienen
consecuencias. En su lugar, cuando algo les sale mal o alguien se opone a sus
demandas, reaccionan con ira y malestar porque el mundo no es cómo quieren y
desean.
8. Más independientes,
pero menos satisfechos
Este dato te parecerá llamativo y curioso.
Según estudios una
mayor autonomía se relaciona con una conducta menos agradecida. Se puede decir,
por tanto, que esas figuras con una menor
capacidad para demostrarte reciprocidad o gratitud tienden más hacia la
independencia relacional.
Ahora bien, hay otro matiz característico y
es el hecho de que son
individuos que nunca se sienten satisfechos. Por lo general, lo verás a través de las siguientes
conductas:
·
Se victimizan de forma
persistente.
·
Son personas que tienden
a la queja constante.
·
Intentar complacerlos es
algo frustrante y agotador.
·
Por mucho que te
esfuerces, nunca los verás felices.
·
Te hacen creer que los
descuidas o no les prestas atención.
·
Siempre encuentran
defectos ante lo que realizas por ellos/as.
9. Tienen frecuentes
altibajos emocionales
A la hora de reconocer a una persona desagradecida, fíjate en sus cambios. Como bien mencionamos, carecen de inteligencia emocional. Esto provoca que no sepan regular sus emociones de valencia negativa y que se dejen llevar por ellas. Habrá días en que te demuestren alegría y positividad y, al poco, se muestren hostiles.
Esa dinámica tan cambiante en su forma de ser
hará que te digas lo siguiente: «como hoy está bajo de ánimo, no puede
agradecerme lo que hice ayer por él/ella». Sin embargo, poco a poco,
descubrirás que esa característica es una constante. Saltan de un estado emocional a otro y tú siempre eres la víctima
que carga con sus efectos.
10. Falta de empatía y
egoísmo
Si hay personas que mereces en tu vida son
aquellas hábiles en reciprocidad, aprecio interpersonal y empatía. Es más, esta última dimensión es clave para promover
el comportamiento pro-social; justo lo opuesto de lo que practica el perfil
ingrato.
Por ello, una característica distintiva de la persona desagradecida es la
falta de empatía sumada al egoísmo persistente. Solo importan sus necesidades, las tuyas ni existen
ni las tendrán en cuenta en caso de que las expreses.
11. Son presencias
manipulativas
Llegados a este punto es probable que ya
intuyas la presencia de la manipulación. Así es, el perfil desagradecido no duda en aprovecharse de tu buena
voluntad y de utilizarla en su propio beneficio, sin mostrar ningún respeto. Puede que al principio no te
des cuenta de sus intenciones, pero poco a poco se manifestarán y descubrirás
su egoísmo.
12. La hostilidad como
respuesta
Es posible que, a lo largo de tu vida, te
encontraras con figuras que responden a este mismo patrón conductual. Lo más
llamativo sucede cuando le reprochas a dicha persona su actitud. Por lo
general, si el desagradecido se ve descubierto y se le
pide un cambio, responde casi siempre de manera hostil y amenazante.
No dudará en decirte que el egoísta eres tú. También que
no eres «consciente de las cosas que hace por ti». En sus mentes, son víctimas
de un mundo que no les atiende y aprecia como merecen.
Estrategias para
manejar a las personas desagradecidas
Lidiar
con personas desagradecidas es algo desafiante porque no sabes qué herramientas
utilizar y cuándo. De algún modo,
mantienes siempre la esperanza de que cambien y respondan con empatía y
reciprocidad. Pero si esto no sucede, las siguientes pautas ayudan:
·
Cambia tus expectativas
hacia ellos.
·
Pon límites y deja claro
qué no puedes tolerar.
·
Anímales a demostrar
reciprocidad y un mayor aprecio.
·
No sigas haciéndoles
favores si ves que no te respetan.
·
Expresa tus sentimientos
y necesidades con asertividad.
·
Enfócate en las personas
que sí valen la pena en tu entorno.
·
Si ves que dichos
avances no aparecen, acepta que no cambiarán.
·
Evita lo antes posible a
quien te haga sentir infravalorado o utilizado.
La ingratitud, una
distorsión para la convivencia
Reconocer a una persona desagradecida también
tiene mucho que ver con cómo alguien te hace sentir. Este es un aspecto que no
puedes dejar de lado. Porque quien no reconoce tus esfuerzos, deferencias, afectos
y buenas intenciones, no te merece en su vida. La ingratitud es una distorsión, un agujero negro que volatiliza
la propia convivencia y las relaciones humanas.
Es importante que en tu día
a día te rodees de personas hábiles en inteligencia emocional, reciprocidad y
en una comunicación efectiva. Si la educación y la propia sociedad
contribuyeran a crear entornos más comprensivos y empáticos, apenas existirían
esas presencias que solo piensan en sus propios intereses. Ojalá el futuro
traiga alguna vez este tipo de realidad.
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