TEOTIHUACAN
La ciudad de Teotihuacán se encuentra a unos cincuenta kilómetros
al noroeste de la ciudad de México. D. Miguel Ruiz recapitula la historia de Teotihuacán
con detalles que ha conseguido a través de viajes visionarios al pasado de
otras culturas.
La ciudad se remonta a la etapa del Tercer Sol, hace más
de veinte mil años. En esa época, había una etnia que mantenía un equilibrio
perfecto de cuerpo, mente y espíritu.
Su sistema inmunológico era tan fuerte que la enfermedad
les era prácticamente desconocida. La ciencia y la tecnología habían alcanzado
un nivel más elevado que la civilización actual.
En esa raza humana había una comunicación abierta
resultado de un entendimiento sin restricciones entre cada mente humana. Las
personas no estaban limitadas por los conceptos de culpa y juicio.
La Tercera Humanidad tenía en la mente un sueño; de la realidad
que se aproximaba: el Cielo en la Tierra.
Pero los seres humanos no son los únicos con una mente poderosa.
Unidos a la humanidad, existen unos seres invisibles que también son un órgano
de la Tierra. Y, al igual que las personas, comparten el metabolismo del
planeta. Estos seres forman un espectro que decrece de lo benevolente a lo
dañino. A veces poseen cuerpos humanos.
Son muchas las tradiciones que nos hablan de ellos. Desde
siempre, han coexistido junto a la raza humana, y más de un pueblo los ha
denominado “Dioses”. Su destino y el nuestro están muy próximos. Los Toltecas
los llamaban “aliados”.
Los aliados carecen de emociones, por lo que necesitan
las de los humanos a nivel etérico para sustentar su vida. Nosotros recibimos
la energía solar, que en su mayoría ya han procesado otros seres vivos como las
plantas y los animales, a través de los alimentos que ingerimos.
Nuestro cerebro transforma la energía material a la
energía etérea de nuestras emociones. Esta proporciona sustento a nuestras
mentes y a los llamados aliados o dioses. Los aliados nos inducen a causarnos
traumas psicológicos para generar el miedo del que se alimentan. Nacemos con la
desventaja que supone ese relativo control que ejercen sobre nosotros los
dioses a través de nuestros sueños
Con la destrucción de la Atlántida se inició un periodo
de decadencia en el que la vida humana se degrado hasta casi el nivel animal.
Desde nuestra perspectiva actual, aceptamos una única
evolución y creemos que somos producto de los protohumanos. Pero D. Miguel
identifica a nuestros antepasados con la Cuarta Humanidad, los descendientes de
aquella majestuosa raza anterior.
La Cuarta Humanidad la constituían seres enfermizos, de corta
vida e inteligencia escasa. Vivian una media de veinticinco a treinta años,
sumidos en un infierno tal, que apenas dejaron huella en la historia. Pero su
recompensa fue un prolifera capacidad de reproducción, de hecho, ellos repoblaron
la Tierra tras la guerra nuclear.
Desperdigados en islas aisladas, los supervivientes de la
Tercera Humanidad resistieron durante ocho generaciones. Preservaron sus
conocimientos científicos y tecnológicos, asi como el desarrollo espiritual
anterior al conflicto.
Sabían que su tiempo era limitado a causa de los efectos
de la radiación. Y, puesto que su capacidad de reproducción era baja,
procuraron hacer uso de sus últimas fuerzas para instruir a los primitivos
seres de la Cuarte Humanidad.
Visitaron sus centros de población, aunque sin
aproximarse demasiado, ya que temían contagiarse de sus frecuentes enfermedades
y les trasmitieron, ante todo, conocimientos básicos de agricultura e higiene.
Los miembros de la Cuarta Humanidad consideraban que
aquellos seres más altos y más inteligentes, eran “dioses”.
Los “dioses” llevaron a cabo experimentos genéticos para
mejorar la raza. También buscaron el modo de preservar los conocimientos de
tiempos pasados, cuando la gente vivía en armonía y sabía que significaba
disfrutar de un perfecto equilibrio.
Los últimos Terceros Humanos creían que el Sol era la
fuente de inteligencia del Sistema Solar, y le rezaron para, con su ayuda,
salvaguardar los conocimientos que
permiten alcanzar la armonía perfecta.
El Sol respondió, enviándoles un nuevo tipo de energía en
forma de mensajeros. La Luz es el mensajero del Sol. En aquella ocasión, la
nueva energía de Luz se manifestó en seres angelicales, que se aparearon con
los humanos para crear una raza mestiza capaz de posibilitar una nueva
evolución de la inteligencia. Enoch fue uno de esos seres mutados.
El Quinto Sol
En la actualidad, muchos eruditos creen que la presente
generación humana fue engendrada por seres que llegaron a la Tierra del espacio exterior. Afirman que
los extraterrestres efectuaron prácticas de reproducción y mezclaron sus
propios genes con los de los protohumanos.
Pero Miguel no cree que el germen procediera de seres de
otro planeta. Su visión tiene una mayor tendencia mítica y parece corroborar la
posibilidad de partos de vírgenes, o partos estimulados por seres angelicales
no humanos, enviados desde el Sol.
Sea cual sea la visión correcta, existe un elemento “mágico”
en esa mutación que alteró la humanidad y dio lugar a la raza actual.
En aquellos tiempos, el cambio de la luz solar que
controla la vida en la Tierra señalo el inicio del Quinto Sol.
La Quinta Humanidad –una raza de mutantes—es la nuestra.
Somos en parte celestes y en parte terrenales. El Sol modifico el ADN humano
para que nuestra raza mutase en seres más evolucionados.
Los esfuerzos de la presente evolución se centran en
recuperar la perfecta comunicación interna que existía antes en la Tierra y que desapareció, así como la paz y armonía que
esta produce. Hemos redescubierto conceptos como la Paz, el Amor y la Justicia.
Y procuramos elevar el nivel de vida de la humanidad.
Aun así, padecemos la carencia de armonía interna y
necesitamos una aportación de nueva energía para proseguir nuestra evolución
espiritual.
Desde el año 1992, la Luz del Sol ha vuelto a cambiar. Su
vibración ha vuelto a cambiar, es distinta e incluye más rayos violeta..
Vivimos el inicio del Sexto Sol. Y estamos asistiendo al nacimiento de la Sexta
Humanidad.
Los precursores de esta nueva raza ya habitan entre
nosotros. Por todo el mundo, resurgen
los conocimientos que habían permanecido ocultos desde los tiempos del Tercer
Sol. Científicos y filósofos están descubriendo conceptos que nos conducen
hacia un creciente movimiento holístico.
También hay una proliferación mundial de personas
aventajadas que han logrado la maestría de su comunicación interna. Avatares
anteriores como Cristo, Buda y Krishna, sirvieron de modelos. Siempre ha habido
Maestros vivos, pero hemos tenido demasiado miedo de aceptar su Única y simple
verdad: que procedemos de la Luz. Que somos Dios.
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