LAS 4 NECESIDADES UNIVERSALES QUE MUEVEN AL SER HUMANO
Existe una serie de necesidades universales que motivan el comportamiento humano para alcanzar su autorrealización. Porque una vez cubiertos esos aspectos básicos que garantizan nuestra subsistencia, hay un motor que continúa moviéndonos. Se trata de ese anhelo por seguir creciendo, florecer y alcanzar cuotas más elevadas de bienestar. Incluso de felicidad.
Si bien Abraham Maslow brindó su clásica teoría para comprender la motivación humana, en la actualidad se avanzó un poco más en la comprensión de este factos. La psicología lleva décadas profundizando en el área y, ahora, sabemos que factores como la conexión social o tener un buen control sobre lo que nos rodea, resultan esenciales en esa meta para lograr la plenitud.
Las necesidades universales que te
permitirán florecer como ser humano
Para vivir y
desarrollarse en armonía y satisfacción, no basta solo con cubrir las
necesidades básicas. Una vez que disponemos de seguridad y sustento, la mente
ansía más dimensiones. Fue el máximo exponente de la psicología humanista,
Abraham Maslow quien, con sus clásicos estudios sobre la teoría de la
motivación humana, señalo que estamos
programados biológicamente para seguir evolucionando.
Es decir, una vez,
alcanzado un adecuado bienestar físico, situamos la mirada en ese otro escalón
de la pirámide para crecer como seres humanos en su autorrealización. Las necesidades universales son impulsos
motivacionales que facilitan el autodesarrollo y florecimiento. Este,
además, es un concepto en el que también profundiza la psicología positiva.
La Universidad de
California realizó una investigación en este campo. El florecimiento humano va
más allá de tener salud física y mental. Implica alcanzar la satisfacción con
la vida, tener propósitos y disponer de buenas relaciones sociales, por
ejemplo. Todas estas esferas inspiradoras se resumen en cuatro dimensiones analizadas
enseguida.
Sentido o propósito
Saber aquello que te da sentido y trascendencia permite construir
una vida más significativa. Así, y por
llamativo que nos parezca, hay muchas personas que navegan la cotidianidad sin
clarificar sus propósitos. Esto sucede porque se dejan llevar por la inercia,
por las rutinas e incluso por aquellos caminos que otros les dictan. Hasta que
emerge el malestar, el vació existencial y el desánimo.
La Universidad Erasmus, en Rotterdam, se
refiere a esto. La vida moderna nos puede distraer y no saber muy bien cómo
definir su propósito en la vida. Para ello, propone reflexionar en las
siguientes áreas:
Valorar cuál sería nuestro futuro ideal
Descubrir nuestros valores y pasiones
Pensar en la vida social presente y futura
Reflexionar en aquello que se nos da bien
Reflexionar en metas para el día de mañana
¿Cómo nos ayuda?
Entre las necesidades universales para
florecer como seres humanos, aclarar nuestro sentido de la vida es esencial; es
lo que guía en cada actuación y decisión, como esa brújula que nos recuerda dónde
está nuestro norte y qué caminos es mejor evitar. Sin un propósito nos sentiremos
perdidos y esto afecta a la salud mental.
Necesidad de control
¿Qué puedes controlar en tu vida? Entre las necesidades universales destaca
la motivación por controlar cuantos más aspectos sea posible de la realidad. Cabe
señalar que esta dimensión es una de las que describe también la psicóloga
Susan Fiske, en su modelo de necesidades BUC (k) ET, tal como destaca en su
estudio publicado en la revista Motivated Social Perception.
La felicidad parte justo de esta base, de
saber lo que puedes dominar y lo que no. Hagamos un breve repaso:
Puedes controlar tus emociones y pensamientos
En tus manos está decidir cómo reaccionas a las cosas
Controlas tus decisiones, los caminos que eliges transitar
No puedes dominar el destino y menos los eventos sociales
No están bajo tu control las opiniones que otros puedan tener
No está en tu poder lo que otras personas hagan, decidan o piensen
¿Cómo nos ayuda?
Aunque somos conscientes de que en esta vida
querer controlarlo todo suscita sufrimiento, hay un aspecto a considerar. Precisar qué escapa de nuestras manos, pero
saber sobre qué áreas sí tenemos control, media en el bienestar. Esto evita
derivar en estados como la indefensión aprendida, es decir, creer que cualquier
cosa que hagas no cambia nada.
Sensación de competencia
¿En qué eres bueno? ¿Qué es lo que se te da
bien? Una de las necesidades universales
para sentirnos realizados y plenos es disfrutar de la autoeficacia. Nadie
es petulante ni cae en el narcisismo si se enorgullece en sus valías, talento y
potencial. Esta característica es la que hace sentirnos útiles, lograr
objetivos, crecer en lo profesional y lo personal.
Si deseas desarrollar un poco más esta
competencia de vida y de bienestar, toma nota de las siguientes
recomendaciones:
Aprende de otros, inspírate
No te compares con los demás
Siéntete orgulloso de lo que logras
Trabaja y fórmate en aquello que te gusta y se te da bien
Céntrate en ese talento y ponte metas que puedas alcanzar
Para sentirte competente sé constante, consciente de tus errores y
trabaja en ellos.
¿Cómo nos ayuda?
Un buen sentido de competencia fortalece tu autoestima y la visión
que tienes de ti mismo. Además, actúa como esa
fuerza catalizadora que permite conquistar sueños y te edifica como ser humano,
al saber que eres valioso y alcanzas aquello que te propones.
Conexión
En el espectro de las
necesidades en cuestión la conexión emocional lo vertebra todo. Es ese sustrato que
siempre estará presente en cada escalón del desarrollo y evolución como seres
humanos. Al fin y al cabo, somos criaturas sociales que se vinculan para
sentirse seguras, plenas, realizadas y felices.
Conexión es construir tu propia “tribu”, es decir, una red de personas
que amas y te aman. Asimismo, saber conectar es conocer cómo funcionan las
relaciones: con cuidados, respeto, reciprocidad y buena comunicación. Quienes
dominan el arte de la conexión siempre tienen tiempo para sus amigos, su
pareja, sus hijos, padres, etc.
¿Cómo nos ayuda?
La conexión humana es el hilo
dorado que construye el auténtico bienestar y el soporte cotidiano. Sin este pilar, sin
esta necesidad universal, nos sentimos solos y perdidos. Trabajar las
necesidades universales mediará en tu bienestar.
Abraham Maslow señalaba que hay un impulso instintivo por conquistar esas
necesidades universales. Es como si un mecanismo biológico nos instara a pasar
de un escalón a otro superior, dentro de su famosa pirámide. Ahora bien, hay
algo evidente.
No todas las personas trabajan
en el logro de estas dimensiones y, cuando no lo hacen, aparece el malestar, la
frustración y el sufrimiento. La vida moderna, en ocasiones,
nos aleja de lo que nuestro auténtico ser ansía; no nos escuchamos, ponemos más
atención al ruido externo que a la voz interna.
Debemos, por tanto, oírnos más y correr menos,
sintonizar con lo que hay dentro y desconectar un poco de las tecnologías, la presión externa y
las demandas ajenas. Somos seres con necesidades que deben atenderse. En
consecuencia, si aún no clarificas tus propósitos, ni trabajas en aquello que
puedes controlar o tus relaciones son deficientes, es hora de hacer cambios.
Tu salud psicológica te lo
agradecerá.
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