sábado, 6 de agosto de 2022

LA VALIDACIÓN



Como validar las emociones de los demás

La validación emocional es un ejercicio sutil que hace sentir bien a los demás, pero que, a pesar de lo bajo de sus costes y de todo lo positivo que podemos conseguir con ella, no siempre hacemos. En muchos casos, la razón es porque no sabemos…

“Estás exagerando, no es para tanto”, “¿Cómo te vas a poner así por esta tontería?”, “No llores más, tienes que ser fuerte” son algunas de las frases que vamos a querer dejar de decir una vez que comprendamos la importancia de la validación emocional.

Aprender a validar las emociones de los demás es una de las grandes herramientas que nos permiten cuidar y fortalecer nuestras relaciones sociales.

Tal es el valor de esta estrategia que Marsha Linehan, creadora de la terapia dialéctica conductual (DBT), la nombra como “la aspirina de la DBT”. Hace referencia a que representa una de las herramientas fundamentales para construir un buen vínculo consultante-terapéutica, en cualquier proceso psicoterapéutico.

Lo cierto es que seamos o no profesionales de la salud mental, saber cómo validar las emociones de quienes están a nuestro alrededor, refleja una estrategia verdaderamente valiosa.

¿Qué es la validación emocional?

La validación emocional consiste en comunicar a otra persona que está siendo escuchada y vista.

Es aceptar la experiencia emocional que alguien está sintiendo en ese momento y comunicárselo claramente, a través de nuestras palabras o acciones. Es transmitir que sus respuestas son válidas y su punto de vista comprensible.

Se trata de hacerle saber que lo que está sintiendo y manifestando es aceptado, independientemente de si estamos de acuerdo o no con ello. En definitiva, validar es expresarle a otra persona que sus emociones tienen sentido, que son relevantes, significativas o coherentes desde la perspectiva lógica.

Esto mismo podemos hacer con nosotros mismos. En este caso, estaríamos hablando de autovalidación emocional. Aceptar la validez de nuestras propias emociones nos ayuda a gestionarlas más adaptativamente. Así, reafirmamos que lo que sentimos es importante, sea placentero o no placentero.

En contraposición, la invalidación emocional hacia uno mismo o hacia los demás significa minimizar, juzgar o quitarle trascendencia a las emociones. Sorprendentemente, las respuestas invalidantes pueden ser muy cálidas e incluso bien intencionadas, a pesar de provocar consecuencias disfuncionales.

Con esto quiero decir que es habitual invalidar las emociones de alguien que queremos sin siquiera notarlo. Al contrario, lo que estamos buscando es brindarle contención y apoyo.

Veamos un ejemplo para comprender mejor este punto: imaginemos que una niña de cinco años deja olvidado su coche de juguete favorito en un bus. Al notarlo, estalla en llanto y angustia. Su padre intenta ayudarla y le dice: “no pasa nada, no llores, te puedo comprar otro juguete”. Así, él está invalidando la tristeza de la niña, que es esperable y valida. Porque, ¿cómo que no pasa nada?, ¿Está mal que llore?, si me duele haber perdido mi juguete” pensaría ella.

Niveles de validación

Como vemos, validar las emociones de los demás puede ser una tarea más compleja de lo que suponemos. Afortunadamente, la terapia dialéctica conductual ha trabajado mucho en este aspecto y propone seis niveles de validación que permiten avanzar hacia una comunicación validante.

Se entienden como niveles sucesivos en el que el nivel más alto abarca y supera al anterior.

1. Prestar atención

El nivel más básico de la validación emocional refiere escuchar y observar atentamente a quien nos habla. No basta con mirarlo, sino que es necesario interesarse en lo que tiene para  decir, dirigir la mirada, hacerle saber que estamos atendiendo.

También, ubicamos a su altura y cogerle de la mano pueden representar estrategias útiles, porque dan cuenta de que nos importa lo que el otro nos cuenta.

2. Reflexionar

Es importante reflejar con precisión que lo que hemos escuchado lo entendimos claramente. Se trata de “devolverle” lo que nos ha dicho a través de la repetición o parafraseo, como un espejo.

En este caso, debemos ser cuidadosos de no interpretar o añadir nuestras propias ideas o suposiciones, sino extraer acertadamente la idea central que el otro manifestó.

3. Nombrar lo no dicho

El tercer nivel de validación consiste en articular lo no verbalizado explícitamente por la otra persona, pero que detectamos en su discurso, y asegurarnos de que estamos en lo correcto.

Por ejemplo, si alguien nos dice “dediqué mucho tiempo de estudio y aún así no aprobé. Al final no sirve de nada estudiar”, podríamos responderle “entiendo que te frustra la situación, ya que sientes que tu esfuerzo no ha valido la pena, ¿es así?

4. Entender la reacción

Para validar, resulta imprescindible comprender las causas de su reacción. Toda emoción parte de un contexto, una situación, una historia.

Este nivel consiste en entender que a la luz de su experiencia, tiene sentido que se esté sintiendo de la manera en la cual se siente.

Por ejemplo, “entiendo que desconfíes de las personas, teniendo en cuenta que te has sentido traicionada por tu anterior pareja”

5. reconocer lo válido

Reconocer lo válido significa buscar formas en las que la conducta de la otra persona tiene sentido en las circunstancias actuales. Es notar y comunicar que sus sentimientos son respuestas válidas porque se ajustan al contexto presente.

Si a nuestro pequeño hijo le asustan las tormentas, podríamos validar su miedo diciéndole lo siguiente: entiendo que puedas estar sintiendo miedo ahora mismo, porque está lloviendo mucho y eso no te gusta”

6. Reconocer la singularidad del otro

Demostrar igualdad es una de las grandes estrategias de validación emocional. Se trata ponerse a la par de las otras personas, y aceptar que todas las respuestas emocionales como las diferentes perspectivas son válidas.

  

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