Como
validar las emociones de los demás
La validación emocional es un ejercicio sutil que hace sentir
bien a los demás, pero que, a pesar de lo bajo de sus costes y de todo lo
positivo que podemos conseguir con ella, no siempre hacemos. En muchos casos,
la razón es porque no sabemos…
“Estás
exagerando, no es para tanto”, “¿Cómo te vas a poner así por esta tontería?”,
“No llores más, tienes que ser fuerte” son algunas de las frases que
vamos a querer dejar de decir una vez que comprendamos la importancia de la
validación emocional.
Aprender
a validar las emociones de los demás es una de las grandes herramientas que nos
permiten cuidar y fortalecer nuestras relaciones sociales.
Tal es el valor de esta estrategia que Marsha Linehan,
creadora de la terapia dialéctica conductual (DBT), la nombra como “la aspirina
de la DBT”. Hace referencia a que representa una de las herramientas
fundamentales para construir un buen vínculo consultante-terapéutica, en
cualquier proceso psicoterapéutico.
Lo cierto es que seamos o no profesionales de la salud
mental, saber cómo validar las emociones de quienes están a nuestro alrededor,
refleja una estrategia verdaderamente valiosa.
¿Qué es
la validación emocional?
La
validación emocional consiste en comunicar a otra persona que está siendo escuchada
y vista.
Es aceptar la experiencia emocional que alguien está
sintiendo en ese momento y comunicárselo claramente, a través de nuestras
palabras o acciones. Es transmitir que sus respuestas son válidas y su punto de
vista comprensible.
Se trata de hacerle saber que lo que está sintiendo y
manifestando es aceptado, independientemente de si estamos de acuerdo o no con
ello. En definitiva, validar es
expresarle a otra persona que sus emociones tienen sentido, que son
relevantes, significativas o coherentes desde la perspectiva lógica.
Esto mismo podemos hacer con nosotros mismos. En este caso,
estaríamos hablando de autovalidación emocional. Aceptar la validez de nuestras
propias emociones nos ayuda a gestionarlas más adaptativamente. Así,
reafirmamos que lo que sentimos es importante, sea placentero o no placentero.
En contraposición, la
invalidación emocional hacia uno mismo o hacia los demás significa minimizar,
juzgar o quitarle trascendencia a las emociones. Sorprendentemente, las
respuestas invalidantes pueden ser muy cálidas e incluso bien intencionadas, a
pesar de provocar consecuencias disfuncionales.
Con esto quiero decir que es habitual invalidar las emociones de alguien que queremos sin
siquiera notarlo. Al contrario, lo que estamos buscando es brindarle
contención y apoyo.
Veamos un ejemplo para comprender mejor este punto:
imaginemos que una niña de cinco años deja olvidado su coche de juguete
favorito en un bus. Al notarlo, estalla en llanto y angustia. Su padre intenta
ayudarla y le dice: “no pasa nada, no
llores, te puedo comprar otro juguete”. Así, él está invalidando la
tristeza de la niña, que es esperable y valida. Porque, ¿cómo que no pasa
nada?, ¿Está mal que llore?, si me duele haber perdido mi juguete” pensaría
ella.
Niveles
de validación
Como vemos, validar las emociones de los demás puede ser una
tarea más compleja de lo que suponemos. Afortunadamente, la terapia dialéctica
conductual ha trabajado mucho en este aspecto y propone seis niveles de
validación que permiten avanzar hacia una comunicación validante.
Se entienden como niveles sucesivos en el que el nivel más
alto abarca y supera al anterior.
1.
Prestar atención
El nivel más básico de la validación emocional refiere escuchar y observar atentamente a quien nos
habla. No basta con mirarlo, sino que es necesario interesarse en lo que
tiene para decir, dirigir la mirada,
hacerle saber que estamos atendiendo.
También, ubicamos a su altura y cogerle de la mano pueden
representar estrategias útiles, porque dan cuenta de que nos importa lo que el
otro nos cuenta.
2. Reflexionar
Es
importante reflejar con precisión que lo
que hemos escuchado lo entendimos claramente. Se trata de “devolverle” lo
que nos ha dicho a través de la repetición o parafraseo, como un espejo.
En
este caso, debemos ser cuidadosos de no interpretar o añadir nuestras propias
ideas o suposiciones, sino extraer acertadamente la idea central que el otro
manifestó.
3. Nombrar lo no dicho
El
tercer nivel de validación consiste en articular
lo no verbalizado explícitamente por la otra persona, pero que detectamos en su
discurso, y asegurarnos de que estamos en lo correcto.
Por
ejemplo, si alguien nos dice “dediqué mucho tiempo de estudio y aún así no
aprobé. Al final no sirve de nada estudiar”, podríamos responderle “entiendo
que te frustra la situación, ya que sientes que tu esfuerzo no ha valido la
pena, ¿es así?
4. Entender la reacción
Para validar, resulta
imprescindible comprender las causas de su reacción. Toda emoción parte de un
contexto, una situación, una historia.
Este
nivel consiste en entender que a la luz de su experiencia, tiene sentido que se
esté sintiendo de la manera en la cual se siente.
Por
ejemplo, “entiendo que desconfíes de las personas, teniendo en cuenta que te
has sentido traicionada por tu anterior pareja”
5. reconocer lo válido
Reconocer
lo válido significa buscar formas en las que la conducta de la otra persona
tiene sentido en las circunstancias actuales. Es notar y comunicar que sus sentimientos son respuestas válidas porque
se ajustan al contexto presente.
Si
a nuestro pequeño hijo le asustan las tormentas, podríamos validar su miedo
diciéndole lo siguiente: entiendo que puedas estar sintiendo miedo ahora mismo,
porque está lloviendo mucho y eso no te gusta”
6. Reconocer la
singularidad del otro
Demostrar
igualdad es una de las grandes estrategias de validación emocional. Se trata ponerse a la par de las otras
personas, y aceptar que todas las respuestas emocionales como las diferentes
perspectivas son válidas.
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