Sakura es una leyenda japonesa muy antigua que ha persistido en la cultura japonesa desde hace cientos de años y, que todos deberíamos conocer para entender mejor como vivir y cultivar el amor.
En la época de nuestra historia, los señores feudales libraban guerras entre ellos para obtener riqueza y poder, pero sembraban la tristeza y desolación en todo el país. A pesar de ello, había un bosque exuberante que ni siquiera la guerra había conseguido estropear, en él había árboles verdes y olores agradables. Ningún ejercito se atrevió a estropear la belleza del lugar. por lo que nunca se libraron batallas en él.
Sin embargo, había un árbol en el interior que nunca floreció, a pesar de su evidente salud. Aunque no tenia ningún problema, el árbol parecía muerto y sin flores. Incluso los animales no se acercaban porque temían que ellos a su vez serían maldecidos. La hierba no crecía a su alrededor, como si nada vivo pudiera estar junto a él. Parecía tan viejo a pesar de su corta edad, que según la leyenda, un hada del bosque se emociono al verlo.
Una noche, el hada le susurro al árbol que quería ayudarlo a ser exuberante y verde. Así que le hizo una propuesta. Ella, con su poder, haría un hechizo que duraría 20 años. Durante ese tiempo, el árbol podría sentir lo que siente el corazón humano. Tel vez así lograría emocionarse y quizás podría florecer. El hada agregó que gracias al hechizo podría convertirse tanto en árbol como el humano, inmediatamente, cuando así lo deseara. Sin embargo, si al cabo de 20 años no lograba recuperar su vitalidad y brillo moriría inmediatamente.
Probó a quedarse un largo tiempo como hombre, para ver si las emociones humanas le ayudaban en su propósito de florecer. Sin embargo, el comienzo fue una decepción. Por más que buscaba a su alrededor, solo veía odio y guerra. Entonces volvía a ser árbol durante una buena temporada.
Los meses fueron pasando y también los años. El árbol seguía como siempre y no encontraba entre los humanos nada que lo librara de su estado. Sin embargo, una tarde que se convirtió en humano, caminó hasta un arroyo cristalino y allí vio a una hermosa joven. era Sakura. Impresionado por su belleza, se acerco a ella.
Sakura fue muy amable con él. Para corresponderle, él le ayudo a cargar el agua hasta su casa. Tuvieron una animada conversación en la que ambos hablaron con tristeza del estado de guerra en que se encontraba Japón y con ilusión de grandes sueños. Cuando la muchacha le preguntó cuál era su nombre, al árbol solo se le ocurrió decirle "Yohiro", que significa "esperanza"..
Todos los días se encontraban para conversar, para cantar y para leer poemas y libros de maravillosas historias. Cuanto más conocía a Sakura, más necesidad sentía de estar a su lado. Contaba los minutos para ir a su encuentro.
Un día, Yohiro no pudo más y le confeso su amor a Sakura. También le confesó quién era en realidad: un árbol atormentado, que ya pronto iba a morir porque no había logrado florecer. Sakura quedo muy impresionada y guardo silencio. El tiempo pasó y el plazo de los 20 años estaba por cumplirse, Yohiro, que volvió a tomar la forma de árbol, se sentía más triste cada vez.
Una tarde cuando menos lo esperaba, Sakura llegó a su lado, lo abrazo y le dijo que ella lo amaba también. No quería que muriera. Entonces, el hada apareció de nuevo y le pidió a Sakura que eligiera si quería seguir siendo humana o fundirse con Yohiro en forma de árbol. Ella miro a su alrededor y recordó los campos desolados por la guerra. Eligió entonces fundirse para siempre con Yohiro.
Y se hizo el milagro. Los dos se convirtieron en uno solo. Entonces el árbol floreció. La palabra Sakura significa "Flor de cerezo", pero el árbol no lo sabía. Desde entonces, el amor de ambos perfuma los campos del Japón.
Simbolismo de la flor del cerezo.
La flor del cerezo es delicada y con el viento enseguida se cae. Así se puede disfrutar de su belleza, y al caer no da tiempo a verla marchitarse. Es uno de los símbolos más populares de la cultura japonesa.
Para los antiguos samuráis, la flor de cerezo simboliza la sangre, pero también la fragilidad y lo efímero de la vida, asociada al sacrificio y la vida de los samuráis. De hecho es el emblema de los guerreros samuráis. la aspiración de los guerreros samuráis era morir en el momento de su máximo esplendor en la batalla, y no envejecer "marchitarse" como tampoco se marchita la flor del cerezo en el árbol.
Se destaca también el simbolismo atribuido por el budismo. Según esta corriente, la flor de cerezo representa el renacimiento propio de la primavera y se asocia con un periodo de transformación para la vida.
"Lo efímero de un momento, siempre se hace eterno en la memoria"
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