Muchas personas, frente a
determinadas circunstancias que les afectan de forma negativa, llegan a
sumergirse en una especie de laberinto interior. Un laberinto puede ser
ocasionado por un problema con origen en el pasado o en el presente en el que
hasta el momento no hayamos dado con la solución.
Es posible que se trate de
un miedo o de alguna fobia que nos paralice y que nos impida el correcto
desenvolvimiento en nuestras tareas diarias.
También se puede aplicar a
todas aquellas áreas de nuestra vida que sepamos que debemos mejorar porque nos
afectan en nuestras relaciones personales o a nivel laboral. Son aspectos como
el carácter o ciertos comportamientos que resultan negativos para el resto.
Los laberintos, como
estructuras, tienen la particularidad de confundirnos, despistarnos y
dificultarnos una rápida salida. Estar en medio de un laberinto puede causar
ansiedad, desesperación, temor, desolación y pánico en algunas personas.
Sumergirte en un laberinto
interior supone que en tu psique te debates en medio de incertidumbres, dudas y
desconocimiento sobre las acciones que debes emprender para evitar la
desagradable sensación que estás experimentando.
Cuando estás en medio de
una problemática o situación que deseas resolver y no das de forma inmediata
con la solución, sueles rondar y dar vueltas a la misma idea dentro de tu
cabeza sin éxito, una y otra vez. Esta práctica en ocasiones lleva al individuo
a la desesperación y a experimentar un nefasto sentimiento de desesperanza.
Muchas personas en medio
de la desesperación que produce no dar con la tecla adecuada, cometen una gran
cantidad de errores mayores que les aleja cada vez más de la solución o
sencillamente optan por permanecer en el laberinto y abandonar la lucha.
Tu laberinto interior tiene su propia llave
Lo primero que debes saber es que cada persona construye
su propio laberinto. La decisión de desistir llevar a cabo los pasos que nos
pueden conducir a darle un cierre a la situación que nos aqueja, del tipo que
sea, está en nuestras manos. Solo nosotros poseemos la llave que nos ayudara a
salir del laberinto personal.
Si el caso específico gira en torno a la manera en que has
venido experimentando una serie de desavenencias con distintas personas a tu
alrededor o estás a punto de perder a tu pareja y eso te aterra, pero aun así
no has movilizado tus recursos para mejorar en aquellas áreas de ti que están
afectando a los demás, la primera sugerencia es que te analices e indagues
dentro de ti con la finalidad de identificar cuáles son los factores que te
impulsan a actuar de esta manera, si de verdad estás convencido dentro de ti
que es algo que debes mejorar y lo más importante es determinar si esa persona
que estás en riesgo de perder realmente te importa.
Tras identificar esto, si te has convencido y eliges mejorar,
ya habrás dado el primer paso.
El segundo paso es conocer que sólo tú tienes el poder
para cambiar ésta situación. La resolución requiere de tu acción, compromiso y
trabajo personal.
Se trata de tu proceso y por ende sólo tú tienes la llave
porque el laberinto es tuyo. Si pretendes salir de allí siguiendo los pasos de
otras personas que de alguna u otra manera tuvieron éxito, quizás no tengas el valor
y termines por permanecer allí.
Recuerda que cada persona es única y cada caso también lo
es. Aquella práctica, consejo o terapia que funciona para unos quizás en otros
no tendrá el mismo impacto. Es por ello que las llaves prestadas no sirven.
¿Sientes que has
hecho todo y no hallas la salida?
En ocasiones, lo único que se requiere es un análisis
exhaustivo que te lleve a determinar qué fue lo que te colocó ante ésta
situación. ¿Cuáles fueron las acciones que emprendiste o dejaste de ejecutar?
Quizás el camino para hallar la salida consiste en
devolverte por el mismo sitio que ingresaste al laberinto.
Tú decides cuando
sales:
Esa situación que de forma intermitente aparece en tus
pensamientos, que en ocasiones te produce insomnio y que por más que le das
vueltas no logras solucionar, no es más grande que tú ni supera tus
habilidades.
La cuestión está en mirarla desde otra óptica, darle la
vuelta y emprender la búsqueda de nuevos correctivos que hasta el momento no
habías probado. No siempre contamos con todas las respuestas, ni podemos
solucionarlo todo por nosotros mismos, en ocasiones, necesitamos la ayuda de
terceras personas para salir del conflicto emocional en el que estamos
inmersos.
El pedir ayuda a nuestros semejantes es una práctica
completamente sana que no te hace menos, por el contrario, puede aportar mucho
a tu vida.
Podemos apoyarnos en miembros de nuestra familia, amigos o
acudir a un terapeuta pero siempre ten presente que éstas personas contribuyen
a orientarte pero sólo tú, por medio de tus acciones, podrás emerger. Sin tu
acción cualquier medida será completamente nula incluso aunque asistas al mejor
de los terapeutas, este trabajo depende de ti.
La vida se construye a diario y de nosotros depende
utilizar el tiempo disponible de manera productiva en la construcción de los
escenarios que deseemos vivir. No depende de factores externos, aunque en
algunos momentos ellos puedan influir, incluso ante el peor de los escenarios
siempre tendremos la oportunidad de elegir la actitud con que enfrentamos las
situaciones más adversas.
Todo depende de la
manera en que este enfocado en mis metas y en los objetivos que me proponga
obtener.
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