El sistema
digestivo es uno de los que reacciona con mayor facilidad a los estados
emocionales. No es raro que alguien se impresione en exceso y vomite o se
sienta nervioso y tenga dolor de estómago. Por esto, y frente al extendido
problema del tránsito intestinal lento, se ha comenzado a hablar de la
digestión mental.
Actualmente,
sabemos que existe una conexión muy estrecha entre el intestino-su salud y
funcionamiento-y el cerebro. No es raro referirse al intestino como “el segundo
cerebro”. El intestino es el único órgano del cuerpo que funciona de manera
completamente independiente, es decir, que no necesita del permiso del cerebro
para hacer lo que hace.
El
intestino obedece al sistema nervioso estérico (SNE), que es una derivación del
sistema autónomo. Este tiene sus propios círculos neuronales, pero se comunica
con el cerebro a través del sistema simpático
y para simpático. Esa compleja estructura hace que la mente y la digestión
tengan una conexión especial, de ahí que se hable de digestión mental.
La digestión
mental
Se ha
detectado una relación muy estrecha entre cómo se digieren los pensamientos y
las emociones y cómo digiere la comida. Es muy frecuente que las experiencias
no asimiladas mentalmente terminen reflejándose en una dificultad superior para
asimilar adecuadamente el alimento. Podría decirse que de la buena digestión mental
también depende la buena digestión intestinal.
A la
vez, ocurre el proceso opuesto: los problemas digestivos terminan alterando
visiblemente nuestro estado de ánimo. Esto se debe, en gran medida, a que el
90% de la serotonina se procesa en el sistema digestivo, mientras que solo el
10% se procesa en el cerebro.
Recordemos
que la serotonina es un neurotransmisor que tiene efectos importantes en
nuestro estado de ánimo. Un alto nivel de serotonina supone un estado de
felicidad, un nivel bajo, un nivel bajo, un estado de ánimo deprimido.
Como se
ve, existe una clara conexión entre la digestión mental y la digestión de
alimentos. La una influye en la otra y se determinan mutuamente.
El estreñimiento
y la digestión mental
Uno de
los problemas que más se asocia a la mal digestión mental es el estreñimiento.
Se interpreta como una señal de que hay ideas, emociones o experiencias del
pasado que están “bloqueadas”. Lo que sucede en este caso es que una persona se
aferra a esa situación y se niega a dejarla ir.
Es muy
habitual que las personas con estreñimiento lleven tiempo dándole vueltas a
algo del ayer, sin deshacerse de ello. Puede ser una creencia, un objetivo, una
herida, algún objeto material.
El punto
es que esto retorna una y otra vez, sin que se produzcan avances al respecto.
Por lo anterior, se puede afirmar que el estreñimiento es propio de quienes
tienden a obsesionarse.
A veces
el estreñimiento también está relacionado con las palabras no dichas. La
persona ha dejado de expresar lo que piensa o siente por temor o conveniencia,
pero el silencio comienza a convertirse en un autocastigo que se traduce en
este problema digestivo. Este mal también es muy frecuente en quienes desean
siempre acumular más temores infundados frente al futuro.
La doctora Megan Rossi, especialista australiana en salud
intestinal, señala que uno de los primeros factores que observa en los
pacientes con problemas intestinales es su nivel de estrés.
También señala que una de las prescripciones para quienes
acuden a ella por problemas digestivos es la de hacer 10 0 15 minutos de
meditación al día. Esto termina teniendo efectos muy benéficos en su salud.
Se asocia la diarrea con el rechazo súbito a una idea o un
sentimiento que se ha experimentado o a una decisión que ya se ha tomado. La
mente reacciona tratando de expulsar esto cuanto antes y en el cuerpo se refleja
como evacuación constante. Es decir, que la digestión mental inadecuada termina
reflejándose en una digestión intestinal deficiente.
La diarrea, desde el punto de vista mental y físico, es lo
opuesto al estreñimiento. En este caso, hay un deseo de desechar rápidamente
algo porque genera rechazo y culpa. La persona no quiere, no puede o no sabe
aceptar esa parte de sí misma, lo que termina expresándose de manera
fisiológica.
Por todo lo expuesto, vale la pena que prestemos un poco más
de atención a nuestros síntomas digestivos. Con frecuencia pueden ser la
representación de algún malestar emocional.
Se trata de explorar e identificar qué es eso que no logramos asimilar……para
luego hacer una digestión mental adecuada.
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