ALGUNOS FINALES SON FELICES, OTROS SON NECESARIOS
La vida es una consecución de puntos, algunos permiten comenzar un nuevo
párrafo relacionado con el anterior y otros cierran un capitulo. También hay
puntos finales que culminan libros. A veces esas historias nos dejan con un
buen sabor en la boca, otras son amargas. Por desgracia, no todos los finales
son felices, también hay finales necesarios.
Hay momentos en la vida, ya sea en el ámbito personal o profesional, que la
realidad nos dicta que debemos amarnos de valor y poner el punto final. Si no
lo hacemos, seguiremos inmersos en una situación destructiva que solo puede
empeorar.
Finales difíciles,
pero necesarios.
Existen muchísimas situaciones en las que necesitamos
poner punto final para pasar página.
-Una relación de pareja que encalló desde hace mucho
tiempo.
-Un sueño que tiene escasas posibilidades de
materializarse.
-Un empleo que nos genera una profunda insatisfacción.
-Una persona toxica que no está dispuesta a cambiar.
-Los lazos familiares que nos ahogan.
-Los vínculos sociales que nos aprietan demasiado fuerte.
-Sin embargo, en ocasiones, aunque la realidad es dolorosa
y evidentemente dañina, nos resulta difícil poner ese punto. ¿Por qué?
Las excusas son
variadas, pero la causa es siempre una: el miedo.
-Miedo a cómo reaccionara esa persona y a la
confrontación.
-Miedo a qué pueden pensar los demás de nosotros por haber
tomado esa decisión.
-Miedo a lo desconocido, a salir de la zona de confort que
hemos creado.
-Miedo a abandonar viejos hábitos que, si bien son
dañinos, nos reportan una ilusoria sensación de seguridad.
-Miedo a equivocarnos, a tomar una decisión incorrecta de
la que después nos arrepintamos.
-Miedo a sufrir, a no ser capaces de sobrellevar el cambio
y derrumbarnos.
-Miedo al futuro y a tener que construir un nuevo
comienzo.
Independientemente de cuál es tu mayor temor, antes o
después tendrás que asumir que algunos finales son necesarios, por tu propio
equilibrio emocional. Los finales forman parte de la vida, son una fase, como
las estaciones del año. Por tanto, debemos ser capaces de reconocer cuándo algo
ha terminado y necesitamos pasar a la próxima temporada.
Imaginar que nuestra vida es como un árbol nos ayudara a entender mejor los
finales necesarios. Los jardineros podan un rosal por tres razones.
1. El arbusto está produciendo más botones de los que puede sostener, por
lo que es necesario eliminar algunos para que los otros tengan más recursos
para florecer.
2. Algunas ramas y capullos están enfermos y no se van a recuperar, por lo
que es imprescindible eliminarlos para salvar el rosal.
3. Algunas rosas ya han muerto y están absorbiendo energía innecesariamente
de la planta, afectando su crecimiento.
Si aplicamos esta idea a nuestra vida nos daremos cuenta de que a lo largo
del tiempo podemos ir acumulando demasiadas relaciones, intereses, actividades,
compromisos…..que consumen todo nuestro tiempo y energía. Debemos aceptar que a
veces simplemente no podemos con todo y tenemos que cerrar algunos capítulos para
poder disfrutar de las cosas y las personas que realmente nos importan. A veces
tenemos que hacer una poda preventiva, apostar por menos para disfrutar más.
Otras veces tenemos que hacer una “poda de curación”, Se trata de esas
relaciones, lugares y cosas que han muerto desde hace mucho tiempo, en el
sentido metafórico del término, por lo que solo nos queda dejarlos ir.
Hay un punto en el que simplemente debemos aceptar que hemos intentando
todo con esa persona para que cambie,
pero no ha surtido efecto. O que lo hemos probado todo en el trabajo y aun así
las cosas no han funcionado.
Debemos comprender que hay un momento para perseverar y otro para desistir,
que algunos finales son felices y otros simplemente necesarios.
Una técnica infalible
para saber si es necesario poner punto final.
Si desde hace tiempo te estas planteando finalizar algo
pero no te atreves a dar el último paso, una técnica que te ayudara a decidirte
consiste en imaginar cómo será tu vida dentro de dos o cinco años si todo sigue
igual o empeora. Imagina cómo te sentirás y cuáles serían los resultados de no
poner punto final ahora mismo.
Si aún te aferras a la esperanza, pregúntate si tiene una
base sólida o está construida sobre arenas movedizas. ¿Esa esperanza es
racional o se trata de un mecanismo de defensa para no abordar el problema?
Si no te gusta el escenario que se vislumbra ante ti, toma
el lápiz más grande que encuentres y dibuja ese punto final. Ante ti se abrirán
otros capítulos que aún debes escribir.
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