viernes, 22 de julio de 2016

CONTROLADORES EMOCIONALES


 
Hay personalidades que toman el control, no solo del entorno que rodea a quien la manifiesta sino a la persona en sí. Si estudiamos las características de algunas de estas personalidades podemos detectarlas en nosotros y, conociéndolas dejarían de dominarnos.

Personalidad del intimidador:

Cuando la personalidad del intimidador se apodera de una persona, esta hace que todo su entorno le preste atención.  Para lograrlo se relaciona con gritos, fuerza física, amenazas e insultos. Esto hace que los demás se mantengan a raya por temor a desatar comentarios molestos, rabia y en casos extremos furia. El efecto que producen en su entorno es de temor y ansiedad.

Básicamente egocéntricos, su comportamiento puede ir desde dar órdenes  a los que están a su alrededor, hablar constantemente, ser autoritarios inflexibles y sarcásticos, a ser violentos. Los intimidadores son quizás los más apartados de la energía universal. Al principio atraen a los demás creando un aura de poder.

Cada personalidad atrae una energía específica y opuesta, podemos llamarla “correspondiente”.  La personalidad de un intimidador atrae al “pobre de mí”. Al sentir la fuerza energética del intimidador el pobre de mí asume una actitud impotente y aduladora: “Mira lo que me estás haciendo”. “No me lastimes,  soy débil” de esa manera el pobre de mí trata de que el intimidador se sienta culpable, para frenar el ataque y recuperar el flujo de energía.

El Interrogador:

Los interrogadores son poco amenazadores desde el punto de vista físico, pero socavan el ánimo, y la voluntad cuestionando mentalmente cualquier actividad y motivación. Críticos y hostiles, buscan formas de hacer sentir mal a los demás, haciéndoles ver en qué cosas están equivocados, y que cosas están haciendo mal. Si intentas demostrar ante ellos tu valía les estas entregando energía. Es probable que todos los argumentos y explicaciones que les des sirvan para que los utilice en tu contra en alguna ocasión.  La impresión que tenemos cuando estamos con ellos es de estar constantemente vigilados.

El Distante:

Las personas distantes están atrapadas en su mundo interior de luchas, miedos, y dudas sin resolver. Inconscientemente creen que si se muestran misteriosos y desapegados, otros vendrán a rescatarlos. A menudo se muestran solitarios, mantiene distancia por temor a que otros les impongan su voluntad, (como posiblemente hicieron sus padres). Piensan que lo tienen que hacer ellos solos, no piden ayuda. Necesitan mucho espacio y evitan quedar atrapados por compromisos. De niños, no les dejaron satisfacer su necesidad de independencia o no los reconocieron por su propia identidad.

El distante es propenso a caer en la personalidad Pobre de Mí, no se da cuenta de que su propia indiferencia puede ser la causa de que no tengan lo que quieren, o de su sensación de estancamiento y confusión. Su comportamiento va de no mostrar interés, no estar nunca disponibles, no cooperar, rechazar, oponerse y ser escurridizos.

La personalidad Pobre de Mí o Victima:

Los Pobre de Mí, nunca piensan que tienen poder suficiente para enfrentar al mundo de forma activa, de modo que atraen simpatía sintonizando con la energía de los demás. Siempre pesimistas, atraen la atención con expresiones faciales preocupadas, suspiros, llantos, miradas perdidas, respuestas lentas y relatos reiterados de dramas y crisis. Les gusta ser los últimos de la fila y someterse a los demás. Sus dos palabras favoritas: “Si Pero”….

Los Pobres de Mí seducen inicialmente por su vulnerabilidad y su necesidad de ayuda. Sin embargo, no les interesa solucionar nada en su vida porque entonces perderían su fuente de energía. También pueden mostrar un comportamiento complaciente en exceso que a la larga les da la sensación de sacar ventaja de los demás. Como complacientes, tienen escasa habilidad para poner límites y su comportamiento va desde convencer, defenderse, dar excusas, explicarse reiteradamente y tratar de resolver problemas que no son de su incumbencia. Se dejan tratar como objetos, y después se ofenden porque no los valoran.

Identificación de las personalidades de control.

Podemos preguntarnos ¿Cómo salgo de este comportamiento? ¿Qué puedo hacer?

TOMAR CONCIENCIA DE NUESTRO COMPORTAMIENTO.

El primer paso para romper el esquema que nos condiciona, es ver con total claridad la personalidad de control que aprendimos. Revisar las descripciones anteriores y empezar a observar nuestro comportamiento, especialmente cuando estemos en tensión o ansiosos por algo.

Si nos volvemos impacientes, rígidos, enojados, o intimidamos y dominamos a otros, estamos actuando bajo la personalidad del Intimidador.

Si desconfiamos de los demás o sentimos que no nos prestan suficiente atención, y nuestra reacción es hostigarlos, hacerles reproches e intentar averiguar cosas de su vida, estas actuando bajo la personalidad del Interrogador.

Si mantenemos distancias y nos hacemos difíciles, evitando situaciones en las que podemos mostrarnos por temor a ser juzgados, estamos actuando con la personalidad del Distante.

Cuando nos quejamos siempre y nos centramos solo en nuestros problemas esperando que los demás vengan en nuestra ayuda. Estamos actuando con la personalidad Pobre de Mí.

Es muy importante tomar conciencia de los tipos de personalidad que atraemos. Observar la naturaleza de nuestras interacciones cotidianas y ponernos manos a la obre para salir del juego.

La experiencia de romper los hábitos inconscientes de dramatización de nuestras personalidades, requiere en principio mantenerse en una vigilia consciente. Identificar y desactivar estas personalidades puede no resultarnos fácil, sobretodo si las emociones son fuertes y hay mucho miedo. La cuestión es sacar la verdad a relucir. Proyectemos siempre amor y comprensión hacia la otra persona y confiemos en que sabremos cuando hablar y que decir.

Como transformar nuestros dramas de control.

Una vez que estemos concentrados internamente, nuestros dramas de control inconscientes pasan a nivel consciente, donde podemos convertirlos en fuerzas positivas.

De Intimidador a Líder.

Al conectarnos con la verdadera fuente de poder, un Intimidador encontrara más autoestima si usa sus condiciones de liderazgo. Firme sin ser dominante. Confiado sin ser arrogante, tiene más posibilidades de disfrutar de los desafíos y conseguir la cooperación de los demás.

De Interrogador a Asesor.

El Interrogador transformado canaliza sus tendencias a preguntar a través de la indagación, la investigación y, puede utilizar sus habilidades interpersonales siendo profesor, abogado o asesor.

De Distante a Pensador.

Liberados de sus necesidades de mantenerse al margen, los Distantes acceden a recursos intuitivos profundos para llevar sabiduría y creatividad a la tarea de su vida, como por ejemplo siendo sacerdote, sanador o artista.

De Pobre de Mí a Reformador.

Después de experimentar el verdadero afecto y la unidad, el Pobre de Mí puede mantenerse anclado en su propia fuente interior, convirtiéndose en reformador compasivo, trabajador social o sanador.

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