Hay personalidades que toman el control,
no solo del entorno que rodea a quien la manifiesta sino a la persona en sí. Si
estudiamos las características de algunas de estas personalidades podemos detectarlas
en nosotros y, conociéndolas dejarían de dominarnos.
Personalidad del intimidador:
Cuando la personalidad del intimidador
se apodera de una persona, esta hace que todo su entorno le preste
atención. Para lograrlo se relaciona con
gritos, fuerza física, amenazas e insultos. Esto hace que los demás se
mantengan a raya por temor a desatar comentarios molestos, rabia y en casos
extremos furia. El efecto que producen en su entorno es de temor y ansiedad.
Básicamente egocéntricos, su
comportamiento puede ir desde dar órdenes
a los que están a su alrededor, hablar constantemente, ser autoritarios
inflexibles y sarcásticos, a ser violentos. Los intimidadores son quizás los
más apartados de la energía universal. Al principio atraen a los demás creando
un aura de poder.
Cada personalidad atrae una energía
específica y opuesta, podemos llamarla “correspondiente”. La personalidad de un intimidador atrae al
“pobre de mí”. Al sentir la fuerza energética del intimidador el pobre de mí
asume una actitud impotente y aduladora: “Mira lo que me estás haciendo”. “No
me lastimes, soy débil” de esa manera el
pobre de mí trata de que el intimidador se sienta culpable, para frenar el
ataque y recuperar el flujo de energía.
El Interrogador:
Los interrogadores son poco amenazadores
desde el punto de vista físico, pero socavan el ánimo, y la voluntad
cuestionando mentalmente cualquier actividad y motivación. Críticos y hostiles,
buscan formas de hacer sentir mal a los demás, haciéndoles ver en qué cosas
están equivocados, y que cosas están haciendo mal. Si intentas demostrar ante
ellos tu valía les estas entregando energía. Es probable que todos los
argumentos y explicaciones que les des sirvan para que los utilice en tu contra
en alguna ocasión. La impresión que
tenemos cuando estamos con ellos es de estar constantemente vigilados.
El Distante:
Las personas distantes están atrapadas
en su mundo interior de luchas, miedos, y dudas sin resolver. Inconscientemente
creen que si se muestran misteriosos y desapegados, otros vendrán a
rescatarlos. A menudo se muestran solitarios, mantiene distancia por temor a
que otros les impongan su voluntad, (como posiblemente hicieron sus padres).
Piensan que lo tienen que hacer ellos solos, no piden ayuda. Necesitan mucho
espacio y evitan quedar atrapados por compromisos. De niños, no les dejaron
satisfacer su necesidad de independencia o no los reconocieron por su propia
identidad.
El distante es propenso a caer en la
personalidad Pobre de Mí, no se da cuenta de que su propia indiferencia puede
ser la causa de que no tengan lo que quieren, o de su sensación de
estancamiento y confusión. Su comportamiento va de no mostrar interés, no estar
nunca disponibles, no cooperar, rechazar, oponerse y ser escurridizos.
La personalidad Pobre de Mí o Victima:
Los Pobre de Mí, nunca piensan que
tienen poder suficiente para enfrentar al mundo de forma activa, de modo que
atraen simpatía sintonizando con la energía de los demás. Siempre pesimistas,
atraen la atención con expresiones faciales preocupadas, suspiros, llantos,
miradas perdidas, respuestas lentas y relatos reiterados de dramas y crisis.
Les gusta ser los últimos de la fila y someterse a los demás. Sus dos palabras favoritas:
“Si Pero”….
Los Pobres de Mí seducen inicialmente
por su vulnerabilidad y su necesidad de ayuda. Sin embargo, no les interesa
solucionar nada en su vida porque entonces perderían su fuente de energía.
También pueden mostrar un comportamiento complaciente en exceso que a la larga
les da la sensación de sacar ventaja de los demás. Como complacientes, tienen
escasa habilidad para poner límites y su comportamiento va desde convencer,
defenderse, dar excusas, explicarse reiteradamente y tratar de resolver
problemas que no son de su incumbencia. Se dejan tratar como objetos, y después
se ofenden porque no los valoran.
Identificación de las personalidades de control.
Podemos preguntarnos ¿Cómo salgo de este
comportamiento? ¿Qué puedo hacer?
TOMAR CONCIENCIA DE NUESTRO COMPORTAMIENTO.
El primer paso para romper el esquema
que nos condiciona, es ver con total claridad la personalidad de control que
aprendimos. Revisar las descripciones anteriores y empezar a observar nuestro
comportamiento, especialmente cuando estemos en tensión o ansiosos por algo.
Si nos volvemos impacientes, rígidos,
enojados, o intimidamos y dominamos a otros, estamos actuando bajo la
personalidad del Intimidador.
Si desconfiamos de los demás o sentimos
que no nos prestan suficiente atención, y nuestra reacción es hostigarlos,
hacerles reproches e intentar averiguar cosas de su vida, estas actuando bajo
la personalidad del Interrogador.
Si mantenemos distancias y nos hacemos difíciles,
evitando situaciones en las que podemos mostrarnos por temor a ser juzgados,
estamos actuando con la personalidad del Distante.
Cuando nos quejamos siempre y nos
centramos solo en nuestros problemas esperando que los demás vengan en nuestra
ayuda. Estamos actuando con la personalidad Pobre de Mí.
Es muy importante tomar conciencia de
los tipos de personalidad que atraemos. Observar la naturaleza de nuestras
interacciones cotidianas y ponernos manos a la obre para salir del juego.
La experiencia de romper los hábitos
inconscientes de dramatización de nuestras personalidades, requiere en
principio mantenerse en una vigilia consciente. Identificar y desactivar estas
personalidades puede no resultarnos fácil, sobretodo si las emociones son
fuertes y hay mucho miedo. La cuestión es sacar la verdad a relucir.
Proyectemos siempre amor y comprensión hacia la otra persona y confiemos en que
sabremos cuando hablar y que decir.
Como transformar nuestros dramas de control.
Una vez que estemos concentrados internamente, nuestros
dramas de control inconscientes pasan a nivel consciente, donde podemos
convertirlos en fuerzas positivas.
De Intimidador a Líder.
Al conectarnos con la verdadera fuente de poder, un Intimidador
encontrara más autoestima si usa sus condiciones de liderazgo. Firme sin ser
dominante. Confiado sin ser arrogante, tiene más posibilidades de disfrutar de
los desafíos y conseguir la cooperación de los demás.
De Interrogador a
Asesor.
El Interrogador transformado canaliza sus tendencias a
preguntar a través de la indagación, la investigación y, puede utilizar sus
habilidades interpersonales siendo profesor, abogado o asesor.
De Distante a
Pensador.
Liberados de sus necesidades de mantenerse al margen, los
Distantes acceden a recursos intuitivos profundos para llevar sabiduría y
creatividad a la tarea de su vida, como por ejemplo siendo sacerdote, sanador o
artista.
De Pobre de Mí a
Reformador.
Después de experimentar el verdadero afecto y la unidad,
el Pobre de Mí puede mantenerse anclado en su propia fuente interior, convirtiéndose
en reformador compasivo, trabajador social o sanador.
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