La edad
se ha convertido en una de las herramientas más eficaces creadas por el sistema
para controlar nuestra existencia. Su función es sincronizar nuestros pasos con
los de los demás hasta igualarnos a todos, y convertir nuestras vidas en
estructuras temporales perfectamente predecibles, como si todos formáramos
parte de mismo mecanismo de relojería.
La
sociedad utiliza nuestra edad para dictar los hitos que debemos conseguir según
sus reglas de programación. Son como muescas en una tarjeta perforada, que
sirven para programar todos nuestros actos futuros, como simples autómatas.
Así,
nuestras vidas se convierten en una carrera continua a contrarreloj en la que
debemos ir cruzando las metas volantes antes de que se acabe el tiempo que el
sistema estipula para ello.
Mantener
la primera relación sexual, sacarse los estudios, entrar en la universidad,
obtener el primer trabajo, sacarse el carnet de conducir, comprar el primer
coche, marcharse de casa, ganar dinero, casarse o vivir en pareja, tener un
hijo…
Llegar
tarde a esas metas o directamente saltárselas, nos conduce a ser clasificados
de determinada manera por los demás, incluso como fracasados o inadaptados.
Nadie se da cuenta de que todos los hitos relacionados con la edad que nos impone el Sistema son elementos externos arbitrarios cuya existencia y valor dependen única y exclusivamente de convenciones sociales o de nuestra aceptación y acatamiento.
No hay ninguna fuerza real en el universo que determine que a los 40 años no podamos jugar con los clicks de Playmobil, que a los 60 no podamos hacer el payaso o que a los 15 no nos atraigan más las discusiones filosóficas que ir a bailar a una discoteca.
La Sociedad ha llenado nuestra mente
de muros relacionados con la edad, traducidos en expresiones del tipo,
·
"esto
aún no lo puedes hacer"
·
"eres
demasiado mayor para comportarte así"
·
"debería
darte vergüenza hacer estas cosas a tu edad"...
Multitud de barreras psicológicas que el sistema levanta
en nuestras vidas, hasta convertir una fértil y amplia pradera en un laberinto
de paredes de ladrillo:
·
la barrera
de la infancia
·
de la
adolescencia
·
la barrera
psicológica de los 30
·
de los 40
·
de la
jubilación…
Pero
son solo muros ficticios, como esas líneas imaginarias que llamamos fronteras,
que dividen la tierra en países que no existen en el espacio natural; o los
calendarios, que dividen imaginariamente nuestro tiempo en paquetes de 7 días a
los cuales hemos llamado "semanas".
En realidad, tener tal o cual edad no tiene por qué determinar ni nuestra actitud, ni nuestros anhelos, ni nuestros sueños, ni nuestros actos.
Los únicos condicionantes reales relacionados con nuestro tiempo de vida, los determinan nuestra capacidad física, nuestro desarrollo psicológico, nuestros conocimientos, nuestra energía vital, nuestra ilusión por soñar y luchar y ante todo, nuestra voluntad como individuos.
Elementos todos ellos que son diferentes para cada persona, dependiendo de sus características y de sus circunstancias personales.
En realidad, tener tal o cual edad no tiene por qué determinar ni nuestra actitud, ni nuestros anhelos, ni nuestros sueños, ni nuestros actos.
Los únicos condicionantes reales relacionados con nuestro tiempo de vida, los determinan nuestra capacidad física, nuestro desarrollo psicológico, nuestros conocimientos, nuestra energía vital, nuestra ilusión por soñar y luchar y ante todo, nuestra voluntad como individuos.
Elementos todos ellos que son diferentes para cada persona, dependiendo de sus características y de sus circunstancias personales.
Del sitio Web gazzetta del apocalipsis
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