El ego
se identifica con lo que se tiene, con lo que se posee, pero la satisfacción es
efímera y de corta duración. Oculto dentro de este ego existe un sentimiento
profundo de insatisfacción, de “no tener suficiente”, de estar incompleto. “Todavía
no tengo suficiente”, dice el ego, cuando lo que realmente quiere decir es: “Todavía
no soy suficiente”.
El
concepto de la propiedad, es una ilusión creada por el ego, para dotarse así
mismo de solidez y permanencia, poder sobresalir y ser especial. Pero como es
imposible encontrarnos a nosotros mismos a través de lo que tenemos, el ego
desarrolla un impulso más fuerte y profundo: el deseo. El ego se alimenta de la
necesidad de poseer más, y el deseo lo mantiene vivo, es una necesidad psicológica
de tener más cosas con las cuales identificarse.
En algunos casos, la
necesidad psicológica de tener más cosas, o la sensación de la carencia del ego
se transfiere a nivel físico, produciendo en la persona un apetito insaciable. Cuando
esto ocurre tenemos que comprender que el hambre está en su mente, no en el
cuerpo, y que esto se curaría si la víctima, en lugar de identificarse con la
mente, pudiera entrar en contacto con su cuerpo y sentir las verdaderas
necesidades del mismo.
Algunos egos son tan
fuertes que persiguen su propósito con determinación despiadada, sin embargo la
misma energía que los alimenta crea una energía opuesta de igual intensidad, lo
cual provoca su caída. Entretanto, siembran la infelicidad para la persona y su
entorno, sus deseos son contradictorios, llegando a no saber lo que desean y
terminando por no desear: el momento presente.
Como resultado de este
deseo insatisfecho viene el desasosiego, la inquietud, el aburrimiento, la
ansiedad y la insatisfacción. No hay contenido que pueda proporcionar una
sensación duradera de logro mientras esa estructura mental siga existiendo.
Las formas de pensamiento
de mi y mío, más que, quiero, necesito, preciso tener y no tengo suficiente, no
se relacionan con el contenido, sino con la estructura del ego. Mientras no se
reconozca la existencia de esas formas de pensamiento y permanezcan en el inconsciente,
estamos sujetos a creer en ellas; estamos condenados a manifestar esos
pensamientos inconscientes, condenados a buscar sin encontrar, porque cuando
operan esas formas de pensamientos no hay nada que pueda satisfacernos.
Independientemente de lo
que tengamos, no podremos ser felices; siempre estaremos buscando algo que
prometa mayor realización, y que encierre la promesa de completar el ser
incompleto, de llenar esa sensación de carencia que llevamos dentro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario