En ocasiones todos hemos padecido
la soledad, el sentimiento nos atenaza siendo difícil de sobrellevar. No es
necesario estar aislados para sentirnos solos, a veces podemos estar rodeados
de personas y tener ese sentimiento de melancolía y vulnerabilidad.
La soledad tiene mucho que ver
con la forma en que hemos sido cuidados, acompañados y amados. También está
relacionada con lo significativos que
hemos sido para los demás. Si hemos sido queridos y protegidos por nuestros
padres, es más fácil que vivamos periodos de soledad sin darles un sentido trágico,
confiando y sabiendo que la soledad es algo que tenemos que afrontar en
momentos de nuestra vida; que no es algo temporal y que, como todo, también
pasara, volviendo entonces a encontrar la conexión y la pertenencia con otros.
Lo más importante es darnos
cuenta, de que la soledad en muchos casos es un estado necesario para poder
mirar dentro de nosotros y reconocernos como lo que realmente somos: seres
humanos. Es también un espacio o estado de reflexión donde al entrar en
contacto con nosotros mismos podemos recuperar fuerzas y poder personal.
Las personas necesitamos unas de otras,
debemos estar abiertas al contacto con otros semejantes, pero, así como
necesitamos de momentos de contacto, también debemos aprender a retirarnos para
asimilar lo que hemos vivido a través de los demás. Es algo similar a los
periodos de vigilia y de sueño, no podemos estar todo el tiempo en uno de estos
estados, sino que, para lograr un buen equilibrio, necesitamos cuidar de ambos.
Cuando leí la novela de Terenci
Moix “No digas que fue un sueño”, sentí que expresaba fielmente como podemos
contemplar la soledad. Adjunto un fragmento y estoy segura de que muchos reconoceréis a tan horrible “dama”.
“Olvidaba que la soledad, cuando
es cotidiana y, por tanto, inseparable, se escribe con minúsculas y es humilde
y casi vergonzante. No se presta a las grandes apoteosis, ni siquiera celebra
su triunfo. Su color es gris; su aspecto, cetrino; su mirada, vacía. Es una
compañera resignada, pues lo perdió todo por los caminos del mundo. Ni siquiera
tiene amigas; todas murieron de tanto estar solas.”
Carmen.
Muy bueno el artículo. El fragmento de Terenci Moix... precioso. Sólo añadiré una frase de Séneca: "La soledad no es estar sólo, es estar vacío"
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