LA
RUEDA DE LA FORTUNA
10. Como vibración numérica personal
Si aceptas la filosofía de la reencarnación, reconocerás
que eres un alma antigua, que has vivido ya muchas vidas y que reconoces lo
transitorias que son las cosas terrenas.
Posees la facultad de influir y de atraer a la gente, ya
que eres una persona fuerte, con una misión de orden espiritual que cumplir en
el mundo. Tu palabra significa poder, y tú presencia, paz. Por consiguiente, tu
misión tal vez consista en establecer la
paz y la hermandad entre las razas y los pueblos del mundo.
Tu pensamiento lleno de claridad y tu comprensión te
ayudaran a percibir y aprovechar ventajosamente cualquier situación. Tienes a
tu alcance todas las posiciones dirigentes, gracias a tu obvio control y
dominio.
Con un 10, te espera la suerte, el éxito y las
recompensas materiales, ya que atraes y ganas con facilidad cosas por las que
otros lucha con todas sus fuerzas. También puedes conseguir la realización y
culminación de lo que realices, ya que estas en contacto con la
supra-conciencia, aunque puede que la describas
como un profundo sentimiento interior.
Comprendes los sentimientos y las necesidades de los
demás, y pones tu fe y tu confianza en ti mismo. Estos tesoros te vienen de las
experiencias de vidas pasadas o, si lo prefieres, suponen la capitalización de
las experiencias anteriores de tu vida.
Acostumbras a avanzar paso a paso, con la mente fija en
los objetivos que te has propuesto. El giro gradual de la rueda te permite
progresar, por lo que sin duda alguna acabaras por triunfar en tus proyectos.
En el caso de un 10 negativo, tendremos a la persona de
ideas fijas terca y obstinada. O bien, tenderá a excederse y a exagerar sus
necesidades y deseos.
Quizá no descubras tus facultades latentes hasta no
despertar espiritualmente. Una vez despierto, sin embargo, tu influencia no
conocerá límites y tendrás un extraordinario poder para hacer el bien.
SIMBOLO
DEL TAROT. CLAVE 10: LA RUEDA DE LA FORTUNA
El número 10 inicia un nuevo ciclo, repetición del 1. Las
palabras clave de la Rueda de la Fortuna son rotación y cambios. Todo se halla
en proceso de devenir. Solo hay algo
constante: el cambio. Por consiguiente, todas las cosas ocurren a su debido
tiempo.
El toro, el león, el águila y el hombre representan los
cuatro signos fijos del Zodiaco: Tauro, Leo, Escorpio (el águila simboliza el
aspecto más elevado de Escorpio) y Acuario. Los libros que sostienen
representan la sabiduría de las edades. Señalan las leyes del universo,
inmutables, fijas, no susceptibles de cambio.
La serpiente ondulante significa el descenso de la fuerza
vital para su manifestación. El hermanubis de cabeza de chacal (un dios:
Toth egipcio también una raza de hombres
con cabeza de chacal), muestra la evolución de la forma, mientras que la
combinación del cuerpo con la cabeza animal indica que el hombre no ha
evolucionado más allá del nivel intelectual.
Sus orejas, más altas que el plano medio de la Rueda,
ponen de manifiesto que el oído interior del hombre, o la intuición, le
permiten alcanzar el nivel más alto. La esfinge representa al ser humano desarrollado
al que aspiramos. La cabeza y el busto de mujer unidos al cuerpo de león hacen referencia
al dominio del alma sobre el cuerpo, en perfecta armonía, ejemplificando, por
lo tanto, la unión de los poderes masculino y femenino.
CORRESPONDENCIA
ASTROLÓGICA: Júpiter (y Marte). Para estudiar las
correspondencias astrológicas de los números dobles, tomamos el número de la
derecha y vemos cómo actúa a través del de la izquierda.
Tenemos en este caso el poder de Dios, 0, operando a
través de Marte, para aportar nuevos comienzos y un cambio de fortuna. La
influencia de Júpiter en la clave 10, la Rueda de la Fortuna, nos concede el
optimismo y la fe en que esos nuevos comienzos acabaran por proporcionarnos
generosas recompensas.
Una vez completado el ciclo básico, del 1 al 9, cada
digito subsiguiente se limita a repetir uno de los nueve originales. Así se
comprende que se considere el 10 como un nuevo punto de partida. Con el 9 se
termina un ciclo completo. Con el 10 recibimos la promesa de que el poder de
Dios nunca se extinguirá en nuestro interior, cambiando solo de forma, y que la
nueva forma sigue encerrando la chaspa de la vida.
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