Cuando estamos con una persona deprimida es bueno expresarle nuestro afecto, pero sin dejarnos manipular por ella, al mismo tiempo no debemos acorralarla ni presionarla. Que no tenga la sensación, ni de abandono ni de acoso. Pero que tampoco nos maneje a través de la depresión. Con frecuencia la persona deprimida, haciéndose la víctima, manipula la vida de los demás y los utiliza.
Una persona deprimida necesita ante todo que alguien le escuche. La primera terapia es escuchar a los demás, podemos decirle "cuéntame como te sientes". Y para ello no se necesita ser médico ni psicólogo. Pero para escuchar, tenemos que acallar nuestros pensamientos. Continuamente nos estamos hablando a nosotros mismos, tenemos la cabeza como una radio abierta y pasamos de canal a canal continuamente, sin escuchar lo que puede venir del exterior. Lo primero que hay que hacer es acallar los pensamientos, acallar la mente, disminuir el ruido mental. Cuando la mente se para, se puede escuchar al otro, se puede "estar en el otro".
Esa capacidad de empatia, esa capacidad de vivir y sentir a la otra persona, es muy necesaria, no se trata de pensar sobre la otra persona sino de sentirla. Si pensamos nos separamos de ella. Cuando pensamos sobre una persona es muy fácil caer en un segundo paso, juzgarla y si la estoy juzgando es fácil que acabe condenándola y terminare proyectando sobre ella mis historias y mis vivencias, sobre todo las no aceptadas ni reconocidas.
Lo que no me gusta ni acepto de mí lo veo en el otro y lo critico, lo juzgo, lo condeno y lo castigo. Este mecanismo de defensa psicológico es lo que se conoce como proyección. Veo en los demás "la sombra" como la llamo Jung, aquello que no me gusta ni acepto de mi, la parte que no quiero ver en mi mismo: impulsos, sensaciones, sentimientos..... y entonces lo proyecto hacia los demás.
Veo en los demás aquello que no acepto ni reconozco en mi mismo. Decía Unamuno: "De ordinario lo que aborrecemos en otros lo aborrecemos por sentirlo en nosotros. No nos molestan aquellos defectos que nosotros no tenemos".
En general cuando hablamos a los demás de terceras personas ausentes, estamos diciendo más de nosotros mismos que de dichas personas. Cuando con el dedo índice "indicamos" o señalamos al otro, no podemos olvidar que otros tres dedos nos señalan. La relación con los demás me hace ver cosas de mi de las que no soy consciente.
Cada una de las personas que conviven conmigo me reflejan, como un espejo partes de mi que muchas veces no quiero ver. Cuando me encuentro con una persona que no me gusta o no me cae bien, con frecuencia estoy viendo en ella partes de mi que no acepto. Cuando me encuentro con personas que me gustan o me caen bien, estas personas reflejan partes de mi que acepto y quiero.
Soy de los que creen que hay una ley en la Naturaleza que hace que la vida nos presente según sea nuestro carácter, a aquellas personas que nos harán trabajar ese determinado carácter o una determinada historia. La vida en sí misma intentará cerrar el círculo, cada una de las personas que nos encontremos en la vida será un espejo de nuestra propia realidad.
Si va con nosotros el miedo y la culpa, nos encontraremos con personas que despertarán en nosotros el miedo y la culpa, si con nosotros va la rabia y el resentimiento, nos encontraremos una y otra vez con personas que nos hagan trabajar esas emociones. Los chamanes llaman "pinche tirano" a aquella persona que nos esta pinchando y haciendo trabajar continuamente.
Tendríamos que dar gracias a esas personas porque si todos nos dijeran lo buenos que somos, y nos dieran coba no progresaríamos ni evolucionaríamos nunca. Nuestra estructura psicológica y emocional y la forma de carácter seguirían siendo siempre las mismas,En realidad nos podemos continuamente re-construir y progresar gracias también a las personas que están una y otra vez metiéndonos el dedo en el ojo.
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