viernes, 22 de enero de 2021

ENFRENTARSE A SITUACIONES NUEVAS



La mayoría de veces, todo cambio supone algunas perdidas. A través de diferentes mecanismos, el cerebro emocional busca siempre la manera de proveernos seguridad, de evitarnos situaciones de conflicto o de peligro; como en toda tarea o situación nueva hay elementos que escapan a nuestro control, la ansiedad generada por el miedo a lo desconocido hace acto de de presencia.

Los cambio fisiológicos que se producen ante esta emoción, siempre que no sean exagerados no se conviertan en algo repetitivo, implican un aporte de energía extra y un estado de alerta general que puede resultar especialmente útil para detectar los posibles contratiempos que se presenten. La forma de enfrentarse a los cambios no es igual para todos. Hay personas que prefieren la rutina, en tanto que para otras, ésta se hace insoportables.

La tendencia  a vivir exageradamente cualquier amenaza a la estabilidad, sumada a una débil confianza en sí mismos, hace que las personas rutinarias coarten su creatividad, su imaginación y sus deseos en general en función de la seguridad.

Actitudes positivas ante un cambio

Detectar lo antes posible las emociones que nos suscita.

Evitar caer en el ciclo de la furia o de la preocupación.

Si el cambio es ineludible, colaborar con él.

Dejarnos fluir.

Poner todas nuestras energías para adaptarnos lo antes posible.

Evitar la añoranza de la antigua situación.

Pensar que la nueva situación, a la larga, nos favorecerá.

Aunque al principio la nueva situación nos obligue a un esfuerzo, lo más probable es que los cambios efectuados traigan beneficios que compensen las  pérdidas que el cambio conlleve. Cuanto mayor sea la confianza en uno mismo, mejor actitud se tendrá ante las situaciones nuevas. Para adquirirla es necesario hacer una evaluación justa de las propias capacidades, poniendo especial atención en todas las oportunidades en que ha hecho las cosas satisfactoriamente. 

Prestar más atención a los logros que a los fracasos permitirá desarrollar la autoestima y el entusiasmo necesarios para afrontar las nuevas situaciones. 

La motivación no es algo externo; aunque digamos que ta o cual idea "nos motiva", la sensación de interés o de ganas de hacer algo surge de nuestro interior. Los estímulos externos pueden favorecer su aparición, pero si no contamos con una disposición adecuada, por muchos incentivos que se nos presenten no vamos a lograr motivarlos.

Antes de lanzarnos a una empresa ardua, es importante evaluar hasta qué punto nos interesa realmente o no; analizar las verdaderas motivaciones que nos impulsan a ello para elegir sabiamente si realmente eso nos conviene. También es necesario comprometerse con uno mismo; establecer una especie de trato y estar decididos a no fallarnos.

Si nos queremos lo suficiente y consideramos que las cosas debieran irnos cada vez mejor, haremos todo aquello que esté en nuestra mano por conseguirlo; nos sentiremos motivados para buscar oportunidades y hacer los esfuerzos necesarios a fin de lograr una vida mejor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario