Pérdidas, engaños, fracasos, giros del destino...Pocas cosas son más complejas que aceptar aquello que carece de sentido para nosotros. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo procesar todo eso que escapa a nuestros control y que nos deja un gran sufrimiento?
Si hay algo que nos repiten con frecuencia es aquello de "debes aceptar lo que no tiene explicación". Sin embargo, ¿cómo hacerlo? ¿Mediante qué mecanismo psicológico podemos asumir, sin sufrimiento o contradicción, muchas de las cosas adversas que nos suceden? No nos es sencillo aceptar lo que nos duele ni dar por valido lo que nos enfada o nos roba la calma.
Las personas nos resistimos ante los infortunios de la vida. Somos esos seres que, desde el inicio de los tiempos, siempre se han preguntado por qué las cosas son como son. El hacernos preguntas y enfrentar la realidad nos ha ayudado a veces a avanzar como sociedad, a transformar lo que nos envuelve y conquistar nuevas cimas. Sin embargo, no todo se puede cambiar.
No podemos variar los cursos de los ríos ni tampoco, esos giros problemáticos que a veces, nos trae el destino. Ya desde niños, estamos obligados a aceptar que hay cosas que no pueden cambiarse y sobre las cuales, no tenemos control. Saber manejar ese complejo nudo emocional que se desprende de esas vivencias es clave de bienestar. Lo analizamos.
Aceptar lo que no tiene explicación: claves para conseguirlo.
A lo que te resistes, persiste. Esta frase tan conocida de Carl Jung encierra una gran verdad. Todo aquello que no aceptamos pasa a perseguirnos como si de una sombra se tratase. Algo así se ve con frecuencia en el ámbito médico e incluso psicológico. Hay personas, por ejemplo, que evidencian una clara sintomatología asociada a una depresión y, aun así, lo niegan. Solo es una mala época, se dicen. Solo es un mal bache, ya pasará. Insisten.
Sin embargo, esa temporada complicada deriva poco a poco en una realidad casi desesperada, en la que el abatimiento es más elevado y el pozo emocional más profundo. De este modo, si hay algo que se asume desde el ámbito clínico es que todo proceso de mejora se inicia cuando el paciente asume la realidad de su problema.
Ahora bien.....¿por qué nos cuesta tanto? ¿Qué explica que nos sea ta complicado aceptar esa faceta más dura de la vida?. El psicólogo y Premio Nobel Daniel Kahneman nos habla del sesgo de positividad o de ilusión. Las personas, tenemos, por así decirlo, una tendencia innata a pensar que las cosas no son tan malas como parecen y que todo acabará solucionándose. Es más, también es común creer que al final le hallaremos un sentido y una explicación a todo.
El sufrimiento derivado de estos enfoques mentales puede ser devastador. Es necesario que asumamos otras ideas.
Sustituye un "por qué" por un "cómo"
Si nos resistimos aceptar lo que no tiene explicación es básicamente por obsesionarnos en saber por qué suceden ciertas cosas. Las personas somos así, necesitamos saber. Porque el conocimiento nos ofrece claridad, sensación de control y templanza. El no saber qué hay detrás de ciertas cosas nos genera un gran desasosiego.
Ahora bien, tal y como señalaba el filósofo Leonard Peikoff, a menudo, el concepto de "causa" no es aplicable a gran parte de las cosas, incluyendo el propio universo. Porque muchas de las dimensiones que nos envuelven son entidades que no están bajo nuestro control e incluso de nuestra comprensión.
Lo mismo sucede con los infortunios, las pérdidas, la adversidad....Muchas de esas cosas se suceden solo porque sí, porque a veces, la casualidad juega mal a los dados y en ciertos momentos, nos toca pasar una época complicada. En esas situaciones de complejidad, debemos dejar de ofuscarnos en el "por qué" para pensar en un "cómo". ¿Cómo afronto está vivencia? ¿Qué es lo que debo hacer ante esta situación? ¿Cómo puedo sentirme mejor?
Aceptar la situación no es estar de acuerdo con ella.
Aceptar lo que no tiene solución no es estar de acuerdo con ella. No es claudicar ni demostrar que queremos lo que nos está sucediendo. Asumir la realidad de los hechos no implica tampoco claudicar, ni aún menos obligarnos a sentirnos bien o tener paz ante ese infortunio.
La aceptación no es un acto de pasividad, es un acto de templanza que debemos promover con sabiduría. Implica aceptar cada emoción sentida por contradictoria que sea y es a su vez dejar de pelearnos ante la realidad de lo hechos para asumir que las cosas son como son y ese será nuestros mejor punto de partida.
La aceptación no es un fracaso, es un acto de valentía.
Aceptar lo que no tiene explicación no nos convierte en alguien débil que debe tragar a regañadientes un fracaso. En realidad, este acto de asunción puede interpretarse como un ejercicio de gran valentía. Algo así solo es propio de quienes aúnan grandes dosis de fortaleza para dejar de negar la evidencia.
Hacerlo, ya es un verdadero éxito.
Aceptar lo que no tiene explicación te pondrá en movimiento
El sufrimiento nos encapsula. Nos envuelve en una capa de ámbar con la cual, quedar solidificados al malestar, al dolor que no termina y que poco a poco erigirá la capa de la depresión. Aceptar lo que no tiene explicación es una forma de romper ese envoltorio y promover por fin el movimiento.
Es una liberación con la que dejar de luchar contra nosotros mismos y nuestras circunstancias para navegar del presente hacia el futuro. Al abrirnos sin resistencias a lo que sucede aquí y ahora, nos damos la oportunidad de ir sanando poco a poco, de poner un pie delante de otro para permitirnos progresar.
Aceptar es fluir y es a su vez permitirnos ir de la mano con el ritmo de la vida. Con menos miedo.
Valeria Sabater