domingo, 24 de febrero de 2019

MUJERES QUE AMAN A PSICÓPATAS




Hay mujeres que aman a psicópatas. Ocurrió con Ted Bundy, Charles Manson o Richard Ramírez. Detrás de dicha fascinación estaría, según los expertos la hibristofilia. Se trata de una atracción sexual y la creencia de que con su amor pueden redimir su maldad.

Ted Bundy, uno de los asesinos en serie más atroces de nuestra historia, llego a contraer matrimonio en pleno juicio con Carole Ann Boone, una de sus administradoras y con quien tuvo una hija. También Charles Manson recibió durante años las cartas y visitas de fervientes fans declarando su amor y fascinación. 

¿Qué hay en realidad detrás de todas estas mujeres que aman a psicópatas?

Este fenómeno no es nuevo. Sin embargo, en los últimos meses parece como si esta llamativa realidad estuviera nuevamente en auge. Series como You, Dirty John o la serie documental  Las cintas de Ted Bundy han reavivado ese fenómeno en el que, una vez más, miles de mujeres declaran (sobre todo en redes sociales) su atracción por estos perfiles psicopáticos tan oscuros como letales.

Más allá de lo que podamos pensar, esta realidad cuenta con abundante literatura científica. No es algo casual ni aislado. Hay un complejo entramado psicológico detrás de estas dinámicas que nos revelan aspectos tan llamativos como interesantes. Solo un primer dato: se sabe que las mujeres que más suelen sentirse atraídas por psicópatas son aquellas con mayor independencia y fortaleza de carácter.

Muchas de ellas están firmemente  convencidas de que su amor puede redimir la maldad latente del psicópata. Veamos m-as datos a continuación.


Richard Ramirez, conocido también como el “merodeador nocturno”,  asesino entre 1984 y 1985 a 14 personas en los Angeles. Durante el juicio quedó claramente en evidencia que era casi como un animal atado con cadenas. Era desafiante, violento y casi a cada instante se declaraba seguidor de Satán.

Su comportamiento en el juicio no evito que al poco acumulara toda una legión de seguidoras a la puerta del tribunal. De hecho, tampoco ha evitado que más de tres décadas después no encontremos con la cuenta de Twitter dailykillerfact creada en Canadá para homenajear su figura. Al día de hoy, dispone de más de 42.000 seguidores, en su mayoría mujeres.

¿Por qué ocurre? ¿Qué hace que nos encontremos con publicaciones como “soy la fan número 1 de Ted Bundy” o “adoro a los asesinos en serie”? Lejos de verlo como algo anecdótico o decirnos aquello de que “no deben estar bien”, es necesario profundizar un poco más en ese universo singular que hay detrás de las mujeres que aman a los psicópatas.

La hibristofilia.

John Money fue un conocido psicólogo neozelandés especializado en sexología que en los 50 acuño el termino hibristofilia. Se define como la atracción por mantener relaciones sexuales con personas peligrosas. Sin embargo, otros psicólogos como Mark Griffiths, profesor de Psicología de la Universidad de Nottingham Trent de Reino Unido, señala que este término recoge más características.

Las mujeres que aman a psicópatas evidencian esa clara atracción sexual hacia los hombres considerados “peligrosos”. La maldad atrae y añade ese componente en el que el riesgo actúa como un factor estimulante.

Ahora bien, también está el factor afectivo y la convicción de que el amor que les puedan profesar puede redimir (transformar) al psicópata.

Mujeres fuertes firmes en sus ideas y sentimientos.

Muchos podrían pensar, sin duda, que son mujeres con baja autoestima. También podemos pensar que quien ama a un psicópata responde a un perfil inseguro o con valores débiles. Sin embargo, este tipo de ideas no se ajustan con la exhaustiva investigación que realizo la doctora Sandra L. Brown cuando escribió su libro Las mujeres que aman a los psicópatas.

La doctora Brown entrevisto e hizo un completo seguimiento de esas mujeres que habían mantenido o que mantenían una relación con un hombre con perfil psicopático.
Algo que pudo comprobar es que cualquier mujer, sin importar su edad o estatus, podía enamorarse de un psicópata.

Ahora bien, era habitual que muchas de ellas fueran mujeres fuertes e independientes. Los psicópatas, además, se sienten más atraídos por este perfil porque son más firmes en su convicción a la hora de amarlos, de mantener esa relación a toda costa y en cualquier circunstancia.

Muchas defienden con fiereza esa relación (o incluso llegan a ser cómplices, como en el caso de las mujeres que llegaron a matar por Charles Manson)

El componente sexual (hibristofilia) también está presente. Esa atracción hacia “la oscuridad” del psicópata es más que patente. También la idea de que ellas con su afecto, les confieren un bien y un beneficio.

Hay, a su vez, un hecho que señala Sandra L. Brown: un 30% de las mujeres que se enamoran de psicópatas ya tienen un historial previo de haber sido víctimas de abuso y de relaciones violentas. Es decir, una buena parte de ellas tienden a repetir el mismo patrón afectivo.

Los medios de comunicación y la fascinación con los psicópatas.

Los perfiles narcisistas, psicópatas y maquiavélicos han tenido siempre un notable poder de atracción. Asimismo, también la maldad, en términos generales, suscita un interés a veces contradictorio. Es una realidad que va en contra de nuestros principios, en contra natura y, quizá por ello, intentamos saber o comprender como es posible que pueda darse en el día a día.

Los medios de comunicación no son ajenos a este interés. De ahí que en los últimos años muestre con mayor frecuencia ese reverso del ser humano tan atroz. Series como Hannibal Dexter o incluso Breaking Bad se valieron de ese componente para demostrar que el lado oscuro del ser humano crea audiencia y expectación.

Ahora bien, más allá del aspecto, está ese ámbito afectivo en el cual el fenómeno de las mujeres que aman a los psicópatas no deja de repetirse década tras década. No importa lo inconcebible de un crimen, lo sanguinario de unos hechos, esta realidad siempre aparece. Seamos por tanto más conscientes e intentemos ir más allá de un rostro y de unos titulares.

La violencia siempre es violencia. Ningún acto de estas características admite admiración ni, aún menos, fascinación. Pensemos en ello.

Valeria Sabater


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