Seis hábitos que no pueden ayudar a fortalecer la
voluntad.
Alimentar
mejor el cerebro. La mayoría de los expertos en nutrición y
cerebro recomienda una dieta que permita mantener niveles adecuados de azúcar:
Proteínas sin grasas, nueces, judías, fibras y cereales, la mayoría de las
frutas y vegetales. Básicamente, comida en su estado natural, sin agregados de
grasas, química ni azucares.
Dejar
de beber refrescos light. Atención cuando bebamos una bebida sin
glucosa, como las famosas light o cero. El sabor dulce engaña al cuerpo, que
creyendo que le viene un pico grande de azúcar, va a sacar la glucosa de la
sangre anticipando el pico de azúcar que está por llegar. Para prevenir un
desagradable como por azúcar, el cuerpo tiene que bajar el nivel de azúcar que
circula en ese momento. Pero este descenso de azúcar te deja un poco débil y
raro, haciendo que las ganas de azúcar aumenten aún más. Pero el azúcar no
llega porque lo que estas bebiendo es light, entonces te quedas con menos
energía y menos autocontrol. El azúcar que no entro nos deja vulnerables y
puede que después de comer una ensalada con una bebida light nos pidamos de
postre una mousse de chocolate.
Disminuir
las respiraciones. Una práctica fácil para fortalecer tu fuerza
de voluntad es disminuir tu respiración a cuatro o seis respiraciones por
minuto. Eso es unos diez a quince segundos por respiración. Mucho más despacio
de lo normal, pero no es tan difícil de lograr con un poco de práctica. Hacer
esto activa la córtex prefrontal-lo que permite usar la razón, el análisis
lógico-, es decir, pensar mejor e incrementa la variabilidad del ritmo
cardiaco. Cuando lo hagas recuerda no contener la respiración, simplemente
ralentizarla.
Disfrutar
del ejercicio físico. Cuando miramos el interior de cerebros
de personas que realizan ejercicio físico regularmente, vemos un aumento de la
materia gris (las neuronas) y de la materia blanca (lo que aísla y protege las
neuronas para que puedan comunicarse más y mejor). Entre treinta y cuarenta y
cinco minutos por día es un tiempo suficiente. No importa qué tipo de actividad
realices. Si te diviertes mucho mejor.
Dormir
las horas necesarias. Dormir mal también aumenta las
posibilidades de perder el control sobre las emociones y la atención durante el
día. La falta de sueño perjudica el modo en que el cerebro y el cuerpo usan la
glucosa, la forma base de energía de las células. Cuando estás cansado, a tus
células se les dificulta absorber la glucosa del flujo sanguíneo. Esto las deja
con poca energía, y a ti, exhausto. Tu cuerpo y tu cerebro se desesperan
pidiendo energía, y puede que empieces a reponerla comiendo dulces o cafeína.
Meditar.
Esta
práctica mejora tus habilidades de voluntad y autocontrol. Reduce tu estrés y
le enseña a tu mente cómo actuar frente a distracciones internas como
preocupaciones, ansias, deseos y tentaciones externas. La meditación no trata
de eliminar tus pensamientos, sino de aprender a no estar perdidos en ellos. Si
tus pensamientos se alejan del foco de atención durante la meditación,
simplemente vuelves a centrarte en el foco elegido. Aunque al principio puedas
meditar “mal”, con el tiempo y la práctica puede resultarte muy efectiva
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