Libres son los que crean, no quienes copian. Al fin y al
cabo, copiar solo es seguir las ideas de los demás, crear es hacer realidad
nuestros sueños a partir de la nada, producir algo determinado a partir de
nuestra capacidad artística, imaginativa o intelectual.
Arriesgarse con ideas propias es la máxima expresión de
libertad. Las personas libres piensan creando, acercándose de manera genuina a
su propio éxito.
La última de las libertades humanas es la elección de la
actitud personal que debemos adoptar frente al destino para decidir nuestro
propio destino.
La obediencia puede ser considerada como una virtud o como
una imposición. En casos extremos, no será ninguna de las dos acepciones. Ojalá
pudiéramos ser desobedientes cada vez que recibimos órdenes que humillan
nuestra conciencia o violan nuestro sentido común. Ojalá nos permitiéramos
serlo.
Nadie te puede dar
libertad. Nadie te puede dar igualdad o justicia. La tienes que tomar tú.
Enseñar, es enseñar a dudar, de hecho siempre deberíamos
dudar sobre las ideas que nos vienen dadas, como mandatos inamovibles.
Para ser realmente libres, la duda es fundamental para
construir con la colaboración de todos esas ideas liberadoras que nos hagan más
humanos, más libres y más dignos. En el mundo al revés, (que vivimos) se nos
enseña a padecer la realidad en lugar de cambiarla, a olvidad el pasado en
lugar de escucharlo y aceptar el futuro en lugar de imaginarlo.
Arriesgarse con
ideas propias es la máxima expresión de libertad.
La libertad de iniciar algo nuevo requiere mucho esfuerzo
y valentía, pero eso es lo que diferencia el camino al éxito. Vivir es
arriesgarse, y como dijo Soren Kierkegaard, padre del existencialismo: “arriesgarse
es perder pie por un tiempo, pero no arriesgarse es perder la vida por completo”.
El mayor riesgo en la vida es no arriesgarse nunca. Si no
arriesgamos nada, no hacemos nada, y estaremos encadenados por nuestros miedos,
siendo esclavos de ellos. Algo que finalmente nos llevará a perder nuestra
libertad.
Podemos deslizarnos por la vida sin entregarnos energéticamente
a ella. Podemos no exponernos a los fracasos, a los errores, a las decepciones,
al dolor. En cierta forma, esta forma de vivir es en realidad una negación de
la vida. Con frecuencia se trata de una incapacidad de dar y otras veces, de
una gran falta de seguridad, de temor a exponerse, a arriesgar.
Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo:
unos no duermen por la ansiedad de tener cosas que no tienen, y otros no
duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.
Si vivimos una vida dominada por la pereza, por la escasez de ilusión, por
el cansancio y por la falta de esfuerzos nos estaremos perdiendo la mejor
versión de nosotros mismos.
Así, que demos un paso adelante, aunque nuestros
proyectos e ideas fracasen hay algo que nunca perderemos: NUESTRA CAPACIDAD
PARA DECIDIR.
Esteban Pérez