Imagina que mañana por la mañana te
despiertas en la Europa del siglo XIV, sabiendo lo que sabes ahora, creyendo lo
que crees hoy. Imagina lo que esas personas pensarían de ti, de qué manera te
juzgarían.
Te juzgarían por bañarte cada día.
Todo lo que crees sería una amenaza para lo que ellos creían. ¿Cuánto tiempo
pasaría antes de que te juzgaran por ser brujo? Te torturarían, te harían
confesar que eras brujo y finalmente te matarían por el miedo que despertarían
tus creencias.
Resulta fácil ver que aquellas gentes
vivían inmersas en la superstición. Casi
nada de lo que creían era verdad y esto puedes verlo fácilmente gracias a lo
que crees hoy. Pero aquellas personas no eran conscientes de sus
supersticiones, su manera de vivir era completamente normal para ellas; no
conocían nada mejor porque nunca aprendieron nada distinto.
Así que tal vez lo que crees sobre ti
mismo está igualmente lleno de supersticiones, como las creencias de aquella
gente del pasado. Nuestro sistema de creencias es exactamente como un espejo
que únicamente nos muestra lo que creemos.
Suponemos que lo que creemos es la
verdad absoluta y no nos detenemos a considerar que nuestra verdad es relativa,
virtual. Por eso una de las cosas que tenemos que tener presente es: No hacer
suposiciones, porque la mayoría de ellas no son verdad.
Los seres humanos tenemos una
imaginación muy poderosa, y son muchas las historias que podemos imaginar.
Escuchamos los símbolos que nos hablan en nuestra cabeza y, empezamos a
imaginar lo que otras personas están haciendo, lo que están pensando, lo que
están diciendo sobre nosotros. Nos inventamos toda una historia que sólo es
verdad para nosotros, pero nos la creemos.
Tenemos la necesidad de explicarlo y
justificarlo todo; necesitamos el conocimiento para satisfacer nuestra
necesidad de responder a los demás, no importa si el conocimiento es verdad o
no, lo seguimos creyendo, porque poseer conocimiento nos hace sentir seguros.
Tenemos una gran cantidad de preguntas que necesitan respuesta, pero cuando no
sabemos algo, en lugar de preguntar, hacemos todo tipo de suposiciones. Siempre
es mejor preguntar y poder centrar nuestra atención en la verdad.
Entonces veremos la vida tal como es,
no como queremos verla, y toda la
energía que habíamos puesto en hacer suposiciones, volveremos a recuperarla, y
la podemos utilizar para crear un nuevo sueño: nuestro cielo personal.
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