El día y la hora
del equinoccio de primavera, se sitúa en el momento en el que el Sol se encuentra en el grado 0´y
minuto 0´de Aries, el signo regido por Marte, planeta de la fuerza y el valor.
Aries representa
la fuerza de voluntad que podría simbolizar en la violencia y agresividad que
necesita una semilla para romper la tierra y comenzar a crecer hacia el
exterior. La cualidad de Aries es el valor, y para ello es necesaria la energía
agresiva bien entendida, en forma de voluntad de acción, de fuerza de voluntad
de ser, de llegar, de conseguir.
El Guerrero de
Aries, tiene como tarea evolucionar hacia el Guerrero de la Luz, aportando a su
poder más reflexión y paciencia, las que poco a poco, traerá Tauro como
energía, por eso es inútil negar su potencial agresivo como iniciador, como
creador, porque sería negar una parte de él mismo, una parte de su poder
personal.
Y si una
semilla, en función de su propósito de
vida, se atreve a rasgar el suelo y nacer y crecer, el proceso la transformara
en algo totalmente diferente a lo que es. La muerte como semilla será
inevitable, a la vez que la expresión de belleza posterior al nacimiento será
sobrecogedora.
Este precioso
cuento, con el poder de su metáfora te transportara a una reflexión de primavera…..
Érase una vez….
….dos semillas
debajo de la tierra. Estaban muy cerca una de la otra, esperando empezar a
germinar para terminar convirtiéndose en flor. De tanto esperar, una semilla
quiso entablar conversación con la otra semilla.
-Hola, falta mucho
para empezar a crecer?.
-Alrededor de un mes, cuando
llegue la primavera.
-Y tú qué vas a
elegir ser?.
-No te entiendo.
-Digo, si vas a
elegir ser flor o seguir siendo semilla.
-Seguir siendo semilla?,
cuando llegue la primavera nos convertiremos en flor cada una de nosotras.
-Veo que por no
relacionarte hay cosas que no sabes.
-Que es lo que no se?.
-Que tú puedes elegir entre ser una flor o seguir siendo
semilla…los horticultores cuando plantan semillas siempre ponen más de las que
piensan obtener, porque suponen que por razones biológicas algunas semillas no
van a germinar,, solo lo harán las más aptas y algunas no crecerán. Pero, en
verdad lo que ellos no saben es que nosotras podemos decidir si germinamos o
no.
-Vaya…eso no lo sabía.
-Claro, si tú quieres puedes quedarte siendo una semilla,
solamente sin germinar y vivir tranquila aquí, bajo la tierra.
-Pero, porque no ser
flor?. Qué sentido tiene ser sólo semilla?.
-Bueno tiene muchas ventajas. Aquí tenemos todo para
nuestra vida: tierra, alimento, agua…no nos hace falta nada más. En cambio, si
te conviertes en flor estás a merced del tiempo, el Sol puede marchitarte o,
una tormenta puede acabar con tu vida en solo unos minutos…si eres flor eres
frágil, ¿para qué correr riesgos si aquí estamos seguras? ¿No te parece?.
-Yo sin embargo
quiero ser flor, si bien aquí estamos seguras me resulta aburrido, quizás en la
superficie descubra cosas nuevas.
Bueno, decisiones son decisiones….si tú quieres ser flor,
pues adelante, yo elegiré seguir siendo semilla y viviré mucho más tiempo sin
correr riesgos inútiles.
…Y así fue como los días pasaron y finalmente llegó la
primavera.
La semilla que decidió ser flor empezó a germinar,
mientras la otra siguió siendo semilla. Inmediatamente la semilla que germinaba
echo raíces a través de las que obtenía su alimento y en unas pocas semanas apareció el primer capullo.
Cuando floreció y abrió sus pétalos no podía creer el
espectáculo que veía; un cielo azul diáfano, un sol brillante, un aire tibio
que la abrigaba y una tenue brisa de viento
que la acariciaba durante en día y la noche.
Pudo ver otras flores a su alrededor, de colores
distintos, llenas de vida, que contagiaban las ganas de disfrutar cada minuto.
De noche cerraba sus pétalos y dormía plácidamente,
después de contemplar un cielo lleno de estrellas que la extasiaba.
De día era visitada por los insectos y las abajas que
libaban su néctar para fabricar miel en una colmena cercana.
Pasaron los días y los meses, la flor vivía cada
instante como si fuera una fiesta, mientras que la semilla, seguía bajo tierra
bien protegida.
Un día, la flor diviso unos nubarrones de tormenta que
parecían mucho más que la simple lluvia que de tato en tanto caía sobre ella
brindándole frescura y alimento.
El viento se desató con una furia increíble y cada vez
llovía de forma más copiosa, hasta que se desato un aguacero impresionante que,
junto con el viento que arreciaba, acabaron arrancándole sus pétalos y cortando
su tallo.
La flor, finamente murió. El invierno había llegado.
La semilla que estaba debajo de la tierra, vio como las
raíces de la flor se empezaron a secar, y pensó inmediatamente:
-Yo se lo advertí,
le dije más de una vez que si decidía ser flor corría riesgos, pero no me
escuchó…..¡allá ella!.
Lo que no sabía la semilla, que decidió no arriesgarse, es
que las semillas que no florecen también mueren al cambiar la estación, y
después de unos días también murió.
De lo que nunca se enteró es que como la flor era visitada
continuamente por insectos, estos llevaban el polen a otras flores y sin
saberlo deban vida a nuevas flores, así que la flor que murió siguió viviendo
en otras flores. Simplemente murió sin conocer la experiencia de ser flor, y
sin que su vida se convirtiera en más vida.
Si te das cuenta de que hasta ahora, en algunos momentos
has sido semilla o dudas si convertirte o no en flor, no importa. No cuenta lo
que has hecho hasta ahora, sino lo que decidas a partir de esta nueva
primavera.
Lo mismo que los días y las noches, lo mismo que las
estaciones del año se suceden, la vida, la naturaleza, nos da la oportunidad de
renacer a diario. Cada vez que cambias hacia aquello que te impulsa a ser
mejor, incluso con miedo a morir en el proceso, te transformas y te elevas.
No es héroe quien no muere, y no renace
quien no perece.
Una valiente primavera te traerá
un feliz verano y
una abundante cosecha en otoño.
Itziar
Azkona
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