viernes, 28 de marzo de 2014

NACER DE NUEVO.



 

El día y la hora del equinoccio  de  primavera, se sitúa en el momento  en el que el Sol se encuentra en el grado 0´y minuto 0´de Aries, el signo regido por Marte, planeta de la fuerza y el valor.

Aries representa la fuerza de voluntad que podría simbolizar en la violencia y agresividad que necesita una semilla para romper la tierra y comenzar a crecer hacia el exterior. La cualidad de Aries es el valor, y para ello es necesaria la energía agresiva bien entendida, en forma de voluntad de acción, de fuerza de voluntad de ser, de llegar, de conseguir.

El Guerrero de Aries, tiene como tarea evolucionar hacia el Guerrero de la Luz, aportando a su poder más reflexión y paciencia, las que poco a poco, traerá Tauro como energía, por eso es inútil negar su potencial agresivo como iniciador, como creador, porque sería negar una parte de él mismo, una parte de su poder personal.

Y si una semilla, en función de  su propósito de vida, se atreve a rasgar el suelo y nacer y crecer, el proceso la transformara en algo totalmente diferente a lo que es. La muerte como semilla será inevitable, a la vez que la expresión de belleza posterior al nacimiento será sobrecogedora.

Este precioso cuento, con el poder de su metáfora te transportara a una reflexión de primavera…..

 

Érase una vez….

….dos semillas debajo de la tierra. Estaban muy cerca una de la otra, esperando empezar a germinar para terminar convirtiéndose en flor. De tanto esperar, una semilla quiso entablar conversación con la otra semilla.

-Hola, falta mucho para empezar a crecer?.

-Alrededor de un mes, cuando llegue la primavera.

-Y tú qué vas a elegir ser?.

-No te entiendo.

-Digo, si vas a elegir ser flor o seguir siendo semilla.

-Seguir siendo semilla?, cuando llegue la primavera nos convertiremos en flor cada una de nosotras.

-Veo que por no relacionarte hay cosas que no sabes.

-Que es lo que no se?.

-Que tú puedes elegir entre ser una flor o seguir siendo semilla…los horticultores cuando plantan semillas siempre ponen más de las que piensan obtener, porque suponen que por razones biológicas algunas semillas no van a germinar,, solo lo harán las más aptas y algunas no crecerán. Pero, en verdad lo que ellos no saben es que nosotras podemos decidir si germinamos o no.

-Vaya…eso no lo sabía.

-Claro, si tú quieres puedes quedarte siendo una semilla, solamente sin germinar y vivir tranquila aquí, bajo la tierra.

-Pero, porque no ser flor?. Qué sentido tiene ser sólo semilla?.

-Bueno tiene muchas ventajas. Aquí tenemos todo para nuestra vida: tierra, alimento, agua…no nos hace falta nada más. En cambio, si te conviertes en flor estás a merced del tiempo, el Sol puede marchitarte o, una tormenta puede acabar con tu vida en solo unos minutos…si eres flor eres frágil, ¿para qué correr riesgos si aquí estamos seguras? ¿No te parece?.

-Yo sin embargo quiero ser flor, si bien aquí estamos seguras me resulta aburrido, quizás en la superficie descubra cosas nuevas.

Bueno, decisiones son decisiones….si tú quieres ser flor, pues adelante, yo elegiré seguir siendo semilla y viviré mucho más tiempo sin correr riesgos inútiles.

…Y así fue como los días pasaron y finalmente llegó la primavera.

La semilla que decidió ser flor empezó a germinar, mientras la otra siguió siendo semilla. Inmediatamente la semilla que germinaba echo raíces a través de las que obtenía su alimento y en unas  pocas semanas apareció el primer capullo.

Cuando floreció y abrió sus pétalos no podía creer el espectáculo que veía; un cielo azul diáfano, un sol brillante, un aire tibio que la abrigaba y una tenue brisa de viento  que la acariciaba durante en día y la noche.

Pudo ver otras flores a su alrededor, de colores distintos, llenas de vida, que contagiaban las ganas de disfrutar cada minuto.

De noche cerraba sus pétalos y dormía plácidamente, después de contemplar un cielo lleno de estrellas que la extasiaba.

De día era visitada por los insectos y las abajas que libaban su néctar para fabricar miel en una colmena cercana.

Pasaron los días y los meses, la flor vivía cada instante como si fuera una fiesta, mientras que la semilla, seguía bajo tierra bien protegida.

Un día, la flor diviso unos nubarrones de tormenta que parecían mucho más que la simple lluvia que de tato en tanto caía sobre ella brindándole frescura y alimento.

El viento se desató con una furia increíble y cada vez llovía de forma más copiosa, hasta que se desato un aguacero impresionante que, junto con el viento que arreciaba, acabaron arrancándole sus pétalos y cortando su tallo.

La flor, finamente murió. El invierno había llegado.

La semilla que estaba debajo de la tierra, vio como las raíces de la flor se empezaron a secar, y pensó inmediatamente:

-Yo se lo advertí, le dije más de una vez que si decidía ser flor corría riesgos, pero no me escuchó…..¡allá ella!.

Lo que no sabía la semilla, que decidió no arriesgarse, es que las semillas que no florecen también mueren al cambiar la estación, y después de unos días también murió.

De lo que nunca se enteró es que como la flor era visitada continuamente por insectos, estos llevaban el polen a otras flores y sin saberlo deban vida a nuevas flores, así que la flor que murió siguió viviendo en otras flores. Simplemente murió sin conocer la experiencia de ser flor, y sin que su vida se convirtiera en más vida.

Si te das cuenta de que hasta ahora, en algunos momentos has sido semilla o dudas si convertirte o no en flor, no importa. No cuenta lo que has hecho hasta ahora, sino lo que decidas a partir de esta nueva primavera.

Lo mismo que los días y las noches, lo mismo que las estaciones del año se suceden, la vida, la naturaleza, nos da la oportunidad de renacer a diario. Cada vez que cambias hacia aquello que te impulsa a ser mejor, incluso con miedo a morir en el proceso, te transformas y te elevas.

No es héroe quien no muere, y no renace quien no perece.

Una valiente primavera te traerá un feliz verano y una abundante cosecha en otoño.



Itziar Azkona
 

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