Nos hemos acostumbrado tanto a hablar, que no nos damos cuenta del
poder energético que tienen las palabras. No son solo un sonido, es un poder
mediante el cual expresamos lo que sentimos, lo que pensamos, en ocasiones
creemos que lo hacemos de forma consciente, pero la mayoría de veces es el
subconsciente el que aflora, revelando lo que en nuestro interior estamos
sintiendo, o no os ha ocurrido nunca decir cualquier cosa y rectificar diciendo
“no quería decir eso”. De manera que tengamos presente que en cualquier
conversación estamos manifestando lo que somos, lo que sentimos y lo que
realmente somos. Al mismo tiempo que expresamos, estamos creando e
influenciando a nuestro entorno, conozco a una señora a la que su abuela le
decía siempre:” eres la niña más guapa del mundo”, ella dice que llego al
colegio con esa idea, hasta que un día escucho a otra señora decirle a su hija
la misma frase, no se lo podía creer, y corrió a su casa a decirle a su madre
lo ocurrido, pero a lo largo de su vida, siempre se ha considerado guapa,
aunque no fuese la más guapa del mundo. La anécdota no tiene importancia,
porque es un mensaje positivo, pero demuestra que cualquier opinión puede
fijarse en nuestro interior y convencernos de que somos de determinada
manera, quedando atrapados en esta
creencia.
Tener cuidado con lo que decimos, no solo es importante por el efecto
que podemos causar en los demás, sino por las consecuencias que pueden tener
sobre nosotros. Si nos expresamos con ira cuando hablamos con alguien, tenemos
que saber que el resultado será que la otra persona genere una energía como
mínimo de rechazo, y eso es lo que nosotros estaremos recibiendo. Si por el contrario al expresarme lo hago con
armonía y empatía, mi acción provocara en ti una reacción semejante. Acostumbrarnos
a utilizar las palabras correctamente puede resultar difícil al principio, ya
que estamos acostumbrados a comunicarnos mal, con los demás y lo más
importante, con nosotros mismos.
El poder de la energía de la palabra al usarse de manera incorrecta, nos perjudica a todos y
nos mantiene enredados en los hilos de la ira, los reproches, los celos, la
envidia etc, haciendo de la convivencia un entramado de excesiva densidad, de
la cual muchas veces nos es difícil salir.
Durante mucho tiempo hemos estado utilizando las palabras como nos han
enseñado, y de esa forma mantenemos el dialogo con nosotros mismos, diciéndonos
como somos, gordos, bajos, delgados, etc, o juzgando nuestras acciones, lo que
hemos dicho o lo que estamos haciendo, adelantando mentalmente la opinión que
creemos que los demás tienen de nosotros.
Si comprendemos el gran poder que tenemos a nuestro alcance, podemos
comenzar a utilizarlo en nuestro propio beneficio: Empieza por hacer cambios en
tu manera de dialogar contigo misma, no utilices al referirte a ti misma
reproches o mensajes negativos sobre tu forma de ser. Al poco tiempo te darás
cuenta de que tu manera de relacionarte con los demás cambia, y la suya contigo
también, generando una energía muy positiva para tu vida. Lo positivo de tu dialogo hará que aumente tu
autoestima, aparta de tu mente cualquier pensamiento negativo que te venga,
sustitúyelo rápidamente por un recuerdo positivo, si no lo alimentas no
crecerá. Dite a ti misma que eres estupenda, recuerda tus valores, no te
compares con nadie, cada cual tiene valores diferentes, utiliza las palabras
para romper todos aquellos mensajes recibiste en tu vida y que todavía te hacen
sufrir.
A partir de este momento siente como eres capaz de cambiar tu vida, de
ser feliz y lo mejor: dejaran de afectarse las opiniones de los demás, ya que
tu energía transmutara su negatividad. Serás libre y vivirás en paz.
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