Adaptación
autodestructiva: Cuando normalizas lo
que te hace daño
A veces normalizamos el
sufrimiento, convenciéndonos de que no hay salida. Sin embargo, aceptar lo que
duele cuando Sí hay salida, nos daña y nos fragmenta. Ahora bien, sabiéndolo,
¿Por qué lo hacemos?
Si nos pinchamos con la
espina de una flor, lo sentimos. Sin embargo, en ocasiones, puede ocurrir que
esa misma espina se nos quede clavada un tiempo. Sabemos que está ahí, pero el
dolor ahora es diferente. Tanto, que hasta podemos aguantar un tiempo hasta que
decidimos extraerla. En las relaciones humanas, a veces, sucede lo mismo,
dándose lo que se conoce como adaptación autodestructiva.
Las personas podemos llegar
a normalizar el sufrimiento de formas llamativas e insospechadas. Es más, la
mayoría desconocemos hasta qué punto llega nuestra capacidad innata de
adaptación. Esto lo vemos a menudo en entornos laborales: hay quien llega a
pasar décadas en un puesto en el que se denigren sus derechos o donde llega a
sufrir acoso o mobbing.
¿Aguantamos por el sueldo?
¿Por tener un salario a fin de mes? A veces, es mucho más que el tema
monetario. Uno puede seguir en ese trabajo denigrante porque se dice a sí mismo
aquello de “es lo que toca”, “el trabajo está mal en todos los sitios”- Así, y
a través de esas verbalizaciones y auto-justificaciones, uno se adapta sin
sentir el peso de la fractura psicológica que supone algo así.
La adaptación
auto-destructiva va más allá del mero masoquismo y encierra detrás una serie de
realidades que vale la pena conocer.
Adaptación
auto-destructiva:
El fenómeno de la adaptación
auto-destructiva lleva años estudiándose en el campo de la psicología. No deja
de ser cuanto menos algo llamativo e inexplicable visto desde fuera. Los
comportamientos auto-destructivos y no regulados podían entenderse desde un
único punto de vista: aquél en el que uno obtiene algo a cambio.
Por ejemplo, toda conducta
adictiva, como puede ser el consumo de alcohol o las drogas, resulta dañina.
Sin embargo, la persona obtiene placer a cambio, de ahí, la adicción y la
auto-destrucción. Lo mismo ocurre con prácticas como el cutting o la
autolesión. En este caso, el dolor físico actúa como válvula de escape del
dolor emocional.
Ahora bien…¿Qué explicación podemos
darle a quien lleva años en una relación de pareja infeliz? ¿Por qué una
persona que es traicionada de manera constante por otra sigue manteniendo ese
vínculo? ¿Qué beneficio puede obtener alguien que sigue en un puesto de trabajo
denigrante?
Profundicemos
en las posibles causas:
Para comprender las causas
que median a veces en la adaptación auto-destructiva podemos ir a las bases: a
la personalidad humana. Aunque nos sorprenda, existe un perfil que se orienta
hacia estas prácticas lesivas hasta el punto de normalizarlas. Fue Theodore
Millon, psicólogo estadounidense pionero en la investigación sobre la
personalidad, quién nos habló de él por primera vez.
La personalidad
auto-destructiva cae una y otra vez en el mismo tipo de relaciones dañinas. Se
mueven voluntariamente entre personas que las engañan y decepcionan. Normalizan
el maltrato porque orientan sus relaciones en la dependencia absoluta. Para
Theodore Millon la adaptación auto-destructiva era a menudo un rasgo de
trastorno límite de la personalidad.
Personalidad
masoquista
Más allá de la personalidad
autodestructiva hay otro tipo de patrón conductual. Hablamos de la personalidad
masoquista, la cual entraría ya dentro de una categoría clínica muy concreta:
el trastorno masoquista.
En un estudio realizado por
el doctor Otto Kemberg, nos define cuáles serían sus características:
Se
devalúan a sí mismas de manera constante.
No
tienen en cuenta sus necesidades.
No
buscan involucrarse en actividades placenteras.
Se
auto-sacrifican para ayudar a otros.
Tendencia
a normalizar (e incluso a buscar) experiencias de dolor y sufrimiento.
Negativa
a ser ayudados, es más, tienden a rehuir a todo aquel que los trate con
respeto.
Cuando
lo único que hemos conocido siempre es el sufrimiento
Ver cómo alguien tolera hasta límites insospechados el
sufrimiento no deja de contrariarnos. Sin embargo, antes de juzgar es necesario
comprender.
Imaginemos a alguien que ya en su infancia sufrió
maltrato físico y psicológico. Alguien que ya desde época temprana entendió que
el amor a veces se acompaña de humillaciones y que quien te quiere, te hace
llorar y sufrir. Algo así explica sin
duda por qué muchas personas toleran el dolor y no reaccionan.
La
adaptación auto-destructiva y el miedo al cambio
¿Qué
va a ser de mí si dejo esta relación, dónde voy a ir? Si me decido a dejar este
trabajo…¿Dónde voy, qué salidas tengo?. La resistencia al cambio en
el ser humano es un factor al que no le prestamos la suficiente atención. En
ocasiones, está tan arraigado y sitúa tanto lastre a nuestro potencial y
bienestar que llega a ser patológico.
Son esas situaciones en las que el miedo al cambio es más
aterrador que la propia experiencia que se está viviendo. La adaptación
auto-destructiva tiende a normalizar de tal manera el dolor y la humillación
que no se atisba otra forma de vida.
Romper la red de araña que teje la adaptación
auto-destructiva requiere nutrir la autoestima y establecer una distancia desde
la cual, percibir lo que está sucediendo. Tener a alguien que nos ayude es
indispensable sin embargo, todo depende de nosotros mismos. De nuestra decisión
y convicción, de que no merecemos seguir tolerando lo intolerable.
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