LA ZONA
DE CONFORT
La zona de confort es un espacio seguro donde no arriesgamos,
pero tampoco crecemos. No es simplemente un espacio físico sino un concepto
psicológico. No se limita a un cordón seguro que hemos construido a nuestro
alrededor, sino que incluye tanto nuestras rutinas cotidianas como nuestra
manera de pensar. Por tanto, puede convertirse en la excusa perfecta para no
hacer, no arriesgarse, no crecer y, en última instancia, no vivir.
Fuera de la zona de confort ocurren cosas mágicas, se produce el
cambio y el crecimiento, pero también se encuentra la temida zona de pánico, por
lo que es importante hallar un justo equilibrio en la vida sustentado en un
conocimiento profundo de lo que es la zona de confort y qué podemos hallar
cuando superamos sus confines.
¿QUE ES
LA ZONA DE CONFORT DONDE VIVIMOS?
La zona de confort podría ser el sofá del salón donde preferimos
quedarnos en vez de salir a explorar el mundo, las tiendas donde siempre
compramos, el trabajo en el que llevamos más de 10 años o el destino turístico
al que regresamos año tras año. Sin embargo, también es nuestra manera de
responder ante una crítica, la forma de enfrentar las oportunidades que
encierran riesgos e incluso la manera de relacionarnos con nuestra pareja y/o
padres.
El concepto de zona de confort se refiere a un estado
psicológico en el que nos sentimos seguros y no experimentamos ansiedad ni
miedo. Es un “espacio” que conocemos de principio a fin donde lo controlamos
todo – o casi todo.
Los hábitos que seguimos con asiduidad son los que nos permiten
construir esa zona de confort ya que sabemos exactamente – o al menos tenemos
la ilusión de saber – qué podemos esperar a cada paso que damos. Al minimizar
la incertidumbre, sentimos que lo tenemos todo más o menos bajo control, por lo
que creemos que estamos a salvo.
Por tanto, el concepto de zona de confort se refiere a un patrón
de comportamiento que seguimos para mantener un nivel de ansiedad neutral. Para
ello recurrimos a un repertorio limitado de conductas, creencias y afectos que
nos permiten mantener un nivel de desempeño estable y aceptable, sin asumir
riesgos que puedan generar ansiedad.
Eso significa que, si queremos mantenernos dentro de la zona de
confort para sortear los riesgos y la incertidumbre, debemos asumir una actitud
pasiva o de evitación ante la vida. No obstante, esa sensación de seguridad se
paga caro porque también vamos perdiendo los incentivos para vivir y no
tardaremos en caer en las garras de la monotonía y la apatía.
LOS DOS
ESPACIOS HACIA LOS QUE GRAVITAMOS INCONSCIENTEMENTE
A pesar de que cada zona de confort es única, como norma general
solemos gravitar hacia dos espacios cuando buscamos seguridad: la zona de
confort del pasado y la zona de confort del presente.
1. Zona de confort del pasado
Se trata de un espacio muy limitante ya que, aunque puede
resultar cómodo, no tenemos la oportunidad de cambiar lo ocurrido. Recordar el
pasado puede reconfortarnos, pero mantenernos en su red nos impedirá seguir
creciendo.
Nos encontramos en este espacio cada vez que nos refugiamos en
el pasado cuando el presente o el futuro se dibujan con colores grises. Nos
encontramos en ese espacio cuando recurrimos a viejas creencias o soluciones
que no son adaptativas, solo porque son lo que conocemos, de manera que en vez
de mirar al futuro, nos aferramos a lo conocido.
2. Zona de confort del presente
No muy lejos de la zona de confort del pasado se encuentra la
zona de confort del presente. Es donde nos encontramos hoy, un gran agujero
negro compuesto por las rutinas que nos conducen una y otra vez por los caminos
que conocemos.
En este espacio se encuentran todos los hábitos que ponemos en
práctica sin preguntarnos si son los más adecuados para alcanzar nuestras
metas. Es todo eso que hacemos por simple comodidad pero que realmente no nos
conduce al sitio donde nos gustaría estar ni nos convierte en la persona que
querríamos ser. La zona de confort del presente son todos esos automatismos que
nos atrapan impidiéndonos alcanzar los objetivos que nos hemos propuesto.
SEÑALES
DE QUE ESTAMOS ATRAPADOS EN NUESTRA ZONA DE CONTROL
Abraham Maslow escribió que el crecimiento puede “considerarse como una
serie interminable de elecciones y decisiones diarias, en cada una de las
cuales uno puede elegir entre regresar a la seguridad o avanzar hacia el
crecimiento”. Salir de la zona de confort, en gran parte, facilita ese
crecimiento.
Sin embargo, dado que la zona de confort es un espacio que se construye
lentamente a lo largo de los años, muchas veces no nos damos cuenta de que
estamos atrapados en su interior. Estamos tan acostumbrados a nuestros hábitos
y estilo de vida que no nos percatamos de cómo limitan nuestras posibilidades
de crecer y convertirnos en la persona que nos gustaría ser o atrevernos a
hacer todas esas cosas con las que siempre hemos soñado.
Algunos signos que indican que debes
salir de tu zona de confort son:
1-No creces desde el punto de vista emocional e intelectual sino que experimentas
una profunda apatía.
2-Te sientes profundamente desmotivado, ningún nuevo
proyecto o plan te anima lo suficiente-
3-Te cierras a las nuevas ideas ya que estas no
encajan con tu sistema de creencias perfectamente estructurado.
4-Tienes miedo a asumir riesgos, por lo que prefieres
dejar pasar las buenas oportunidades con la excusa de que podrías perder más
que ganar.
5-Desde hace meses o años sigues la misma rutina, de
manera que hace mucho que no experimentas esa increíble sensación de estar vivo
que genera probar cosas nuevas.
6-Te sientes más aislado y comienzas a pensar que todo
carece de sentido ya que no encuentras nada estimulante en tu rutina cotidiana.
7-No aprendes nada nuevo que pueda aportarle un toque
de color diferente a tu vida porque sientes que estás bien así, aunque en el
fondo experimentas un gran vacío, como si necesitaras algo más, aunque no sabes
exactamente qué es.
8-Tu vocabulario se ha llenado de palabras como “me
gustaría”, “quizá”, “vamos a ver”… Esas palabras vagas que señalan un deseo
permanentemente postergado pero que en realidad son una expresión del miedo que nos produce salir del espacio conocido.
9-Procrastinas mucho, una señal que a menudo indica que
no te gusta donde estás o lo que estás haciendo.
10-Dices “no” continuamente a todos los planes e ideas
nuevas que te proponen y que implican un cambio en tu rutina o manera de hacer
las cosas.
SIETE BUENAS RAZONES
ARA SALIR DE NUESTRA ZONA DE CONFORT
El escritor estadounidense Max DePree dijo: «no podemos convertirnos en
lo que queremos ser, permaneciendo en lo que somos en la actualidad«. Sin
embargo, existen muchos otros buenos motivos para animarse a salir de la zona
de confort.
1-Te prepara para los tiempos
difíciles. Por muy seguros que nos sintamos en nuestra zona de confort, ese espacio no
nos protegerá de los problemas, los cuales suelen aparecer en la vida de manera
inesperada generando una gran incertidumbre. Si no estamos acostumbrados a los
cambios, esos problemas pueden desestabilizarnos e incluso generar trastornos
psicológicos. Aprender a vivir fuera de la zona de confort, lidiando con la
novedad, los imprevistos y la incertidumbre nos convertirá en personas más
fuertes emocionalmente que podrán manejar mejor la adversidad cuando esta se
presente.
2-Serás más productivo. La comodidad mata la
productividad porque sin esa pequeña dosis de ansiedad que acompaña los plazos
y las expectativas tenemos la tendencia a hacer el mínimo necesario para
conseguir resultados mediocres. En resumen, la zona de confort nos aboca a la
mediocridad, a contentarnos. Otra posibilidad es que caigamos en la «trampa del
trabajo», fingir que estamos «demasiado ocupados» con una excusa para
permanecer dentro de nuestra zona de confort y evitar cosas nuevas. Ir un poco
más allá de nuestros límites puede hacer que recuperemos el empuje necesario y
mejoremos nuestra productividad de mil maneras posibles, incluso recurriendo a
la creatividad.
3-Tus límites serán cada vez más
amplios. Una vez que ponemos un pie fuera de nuestra zona de confort, esta se
amplía, lo cual significa que nos convertirnos en personas más abiertas al
cambio. Adoptar esta actitud nos permite ser capaces de lidiar con la “ansiedad
óptima” sin que esta nos moleste, al contrario, aprendemos a usarla a nuestro
favor, aprovechando la energía que nos reporta.
4-Aumentará tu creatividad. La zona de confort
representa todo aquello que conocemos y sabemos. Fuera se encuentra otro mundo
por descubrir. En la zona de confort no aparecen grandes ideas ni realizamos
grandes descubrimientos, es necesario salir de lo conocido para encontrar la
inspiración que aguijonee la creatividad. Solo entonces seremos capaces de
generar nuevas ideas, ver viejos problemas bajo una perspectiva diferente y
establecer conexiones originales. En este sentido, un estudio realizado en la
Universidad de Florida comprobó que los estudiantes que pasaban tan solo un
semestre fuera de su país obtenían mejores puntuaciones en los test de creatividad
que aquellos que se habían quedado estudiando en la misma universidad.
5-Ganarás autoconfianza. Salir de la zona
de confort da un poco de miedo, pero cuando lo hacemos y conseguimos nuestros
objetivos experimentamos una increíble sensación de empoderamiento. En
práctica, cuando somos capaces de lidiar con situaciones que nos atemorizan un
poco, comprendemos que somos mucho más fuertes de lo que pensamos, lo cual
refuerza nuestro auto-concepto. Además, a medida que superamos los obstáculos
vamos ganando habilidades que pasan a formar parte de nuestra mochila de
herramientas para la vida. De hecho, un estudio realizado en la Universidad de
Duke reveló que las personas que suelen salir de su zona de confort tienen más
confianza en sus capacidades para desarrollar con éxito tareas desafiantes.
6-Te sentirás más vivo. Al salir de la
zona de confort conocemos a nuevas personas y vivimos nuevas experiencias.
Algunas de esas experiencias no serán positivas pero otras se convertirán en un
motor impulsor que nos dé nuevas energías. Pronto descubriremos que esa
sensación de vacío desaparece, simplemente porque aprendemos a disfrutar más de
la vida. En este sentido, psicólogos de la Universidad de Haifa comprobaron que
las personas a las que animaban a salir de su zona de confort reportaban una
mayor satisfacción vital y sentirse más felices que aquellas que simplemente se
mantenían dentro de los límites de lo conocido, siguiendo sus rutinas
cotidianas.
7-Envejecerás mejor. Un estudio realizado
en la Universidad de Texas reveló que salir de la zona de confort nos ayuda a
conservar las capacidades cognitivas a medida que envejecemos. Mantener la
mente activa y plantearse nuevos retos es fundamental ya que representan una
importante fuente de estimulación tanto a nivel mental como social. Por
consiguiente, mantenerse dentro de la zona de confort significa estar fuera de
la zona de mejora.
COMO SALIR DE LA ZONA
DE CONFORT SIN ENTRAR EN LA ZONA DE PANICO
Una vez que sabemos qué es la zona de confort y los problemas que puede
causar apegarnos demasiado a los hábitos y cosas conocidas, resulta evidente
que es necesario salir de ese círculo vicioso en el que nos hemos metido. Para
ello debemos asumir que experimentar un poco de ansiedad de vez en cuando es
positivo porque nos mantiene vivos, nos fortalece y nos ayuda a crecer.
Sin embargo, también es importante mantener bajo control ese nivel de
ansiedad, lo cual significa que no hay necesidad de lanzarse al vacío sin
paracaídas, podemos salir de nuestra zona de confort dando un paso a la vez,
deteniéndonos cuando sintamos que la ansiedad o el miedo comienzan a crecer en
intensidad.
Hay personas que pueden salir de su zona de
confort dando un gran salto porque pueden gestionar ese nivel de ansiedad. Hay
otras que necesitan dar pequeños pasos a la vez. Lo importante no es cómo lo
hagas ni el ritmo que lleves, sino que seamos capaces de expandir cada vez más
nuestros horizontes.
Ejercicios que te ayudarán y te
permitirán ir ampliando tu zona de crecimiento sin experimentar demasiada
ansiedad.
1-Descubre un sitio nuevo. Comienza a salir de tu
zona de confort dando pequeños pasos que no supongan una gran amenaza, solo
para que te expongas a la diversidad y te acostumbres al cambio. Plantéate
descubrir un entorno nuevo al menos una vez a la semana. Puede ser cualquier
sitio, desde una pequeña plaza hasta una calle que nunca hayas recorrido o
incluso una exposición de arte. La idea es que cada vez te sientas más cómodo
con la novedad y que incluso comience a formar parte de ti.
2-Sigue una ruta diferente. Todos tenemos rutas
predeterminadas, esas que recorremos todos los días y conocemos de memoria.
Para salir de tu zona de confort, un ejercicio muy sencillo consiste en elegir
rutas nuevas. No se trata simplemente en cambiar el camino sino de disfrutar de
la novedad y, como un niño, descubrir los pequeños detalles que hacen de cada
sitio un lugar especial. Si recorres un nuevo camino ensimismado en ti mismo,
de poco valdrá el cambio.
3-Prueba algo nuevo. La novedad no solo nos
mantiene vivos, es fundamental para mantener activo nuestro cerebro. Un
sencillo ejercicio para abandonar la zona de confort consiste, por ejemplo, en
probar nuevos sabores. También puedes escuchar un género musical muy diferente
del que sueles escuchar o apostar por un libro de un género que no sueles leer.
El género distópico, por ejemplo, así como la ciencia ficción y la fantasía,
son particularmente interesantes para desanclar nuestro pensamiento de lo
tradicional.
4-No elijas la opción segura. Tenemos la tendencia a
elegir la opción segura porque queremos minimizar el riesgo y tener todo bajo
control. Sin embargo, de vez en cuando es conveniente que te decantes por la
opción menos cómoda y más arriesgada. No es necesario que sean decisiones
trascendentales en las que hay mucho en juego, pueden ser decisiones menos
importantes, pero ten en mente que solo cuando arriesgas puedes saber hasta
dónde eres capaz de llegar.
5-Di “sí” más a menudo a cosas que
normalmente no aceptarías. Cada vez que dices “no” te mantienes en
tu zona de confort, aferrado a lo que ya conoces. Por eso, un buen ejercicio
para salir de la zona de confort consiste en decir “sí” más a menudo, sobre
todo a esas cosas que no sueles aceptar. Esa actitud más positiva te ayudará a
emprender nuevos proyectos, aventuras o simplemente vivir nuevas experiencias.
6-Toma una decisión rápida. Por supuesto, no debe
ser una decisión de vida o muerte. Piensa en esas decisiones relativamente
intrascendentes sobre las que sueles cavilar demasiado. Cuando te enfrentes a
una de ellas, simplemente elige lo primero que te pase por la mente, sin
pensarlo demasiado, aunque sea algo inusual. Con este pequeño ejercicio para
salir de tu zona de confort estarás potenciando la confianza en tu Inteligencia Intuitiva. Te asombrará descubrir que eliminar la
necesidad de reflexionar sobre una decisión te quita un gran peso de encima y
te genera una gran sensación de confianza en ti mismo.
7-Haz algo que te atemorice. El miedo no siempre es
negativo, a veces tan solo es un indicador de que estamos a las puertas de algo
nuevo y desconocido. Por eso, uno de los ejercicios para salir de la zona de confort
más eficaz consiste en elegir algunas de esas cosas que te atemorizan y
hacerlas. Recuerda las palabras de Helen Keller: «evitar el peligro no es
más seguro, a largo plazo, que exponerse a él. Los que temen lo encuentran tan
a menudo como los intrépidos. La vida es una aventura atrevida o no es nada«.
8-Plantéate un nuevo reto. ¿Hay algo que siempre
has querido hacer pero que, por una u otra razón, has terminado postergando?
Este es el momento. Atrévete a plantearte un nuevo desafío que realmente te
motive y busca la mejor manera para llevarlo adelante. Puede ser cualquier
cosa, basta con que te anime a ir más allá de tus límites.
9-Aprende algo nuevo. No hay nada como el
aprendizaje para romper tus barreras y descubrir cosas nuevas. Piensa en algo
que siempre has querido aprender y dedica unas horas semanales a ello. Puedes
apuntarte a clases o aprenderlo por tu cuenta, lo verdaderamente importante es
que saques a tu cerebro de su zona de confort y crees nuevas conexiones
neuronales.
10-Considera una posición contraria. Un experimento
realizado en la Universidad de Winnipeg y la Universidad de Illinois mostró que
el 63% de las personas prefieren perder dinero a leer una opinión contraria a
la suya. Un excelente ejercicio para salir de la zona de confort consiste en
buscar activamente todas aquellas opiniones o ideas que sean contrarias a las
tuyas. Valóralas sin pensar en ganadores o vencidos, sino como un ejercicio
intelectual que te ayudará a ampliar tu visión del mundo.
11-Elige un área personal en la que
quieras mejorar. ¿Quieres ser más extrovertido? ¿Deseas ganar autoconfianza? Elige un área
que quieras mejorar y ponte manos a la obra. La zona de confort también está
llena de excusas para seguir siendo quienes somos, por lo que es importante que
realices un trabajo interior que te ayude a cambiar. Plantéate un desafío y
diseña un plan de acción para lograr tu cometido.
12-Planifica un día diferente y especial
solo para ti.Se trata de hacer algo que nunca hayas hecho. Puedes, por ejemplo, pasar un
día desconectado en soledad para que puedas reconectar contigo mismo lejos de
los estímulos a los que siempre estás expuesto. La idea es que te zambullas
durante toda una jornada en una situación completamente nueva.
13-Usa las emociones “negativas” a tu
favor. Solemos pensar que las emociones negativas son desagradables y debemos
evitarlas. Sin embargo, esas emociones tienen un gran poder dinamizador del
comportamiento, por lo que tan solo debemos aprender a usarlas a nuestro favor,
en vez de verlas como nuestras enemigas. Si te sientes muy enfadado, por
ejemplo, aprovecha esa ira para crear arte o para dar el máximo de ti en el
gimnasio. Incluso el estrés, cuando es puntual, puede convertirse en tu aliado
cuando debes enfrentar situaciones que demandan una dosis extra de energía.
14-Cede el control y aprende a fluir.Nos aferramos a la
zona de confort porque la identificamos con la seguridad y el control, aunque
en realidad no es más que una ilusión. Por eso, uno de los mejores ejercicios
para salir de la zona de confort consiste en aprender a fluir con los
acontecimientos y ceder el control de vez en cuando. Aprende a delegar, deja
que los demás planifiquen algunas cosas, confía más en quienes te rodean y
permite que tomen la iniciativa.
15-Tira todo lo que no necesitas. Tu zona de confort
también está compuesta por todas esas cosas que te reconfortan pero que
realmente no necesitas y solo ocupan un espacio inútilmente. Para abandonar la
zona de confort, necesitas aprender a practicar el desapego, por lo que podrías
empezar haciendo limpieza en casa tirando todo aquello que no necesitas.
De hecho, debemos ser conscientes de que trascender la zona de confort
encierra cierto grado de incertidumbre e incomodidad. Debemos estar
preparados para abrazar lo incierto ya que si nos sentimos excesivamente
amenazados por los sucesos impredecibles, sobre todo aquellos que plantean un
desafío a nuestra competencia y ponen en riesgo nuestras necesidades de control
y previsibilidad, existen grandes probabilidades de que corramos a buen reparo
a nuestra zona de confort para sentirnos seguros.
No debemos olvidar que la incertidumbre y la imprevisibilidad pueden
amenazar nuestra integridad psicológica, representando una dura prueba para
nuestro ego. Las investigaciones sugieren que cuando debemos tomar ciertas
decisiones, tenemos la tendencia a mantener el statu quo y evitar implementar
nuevas soluciones.
A veces, simplemente preferimos mantenernos en los límites de lo conocido
por miedo a fallar. Otras veces lo hacemos por simple pereza. A fin de cuentas,
mantener los estados predeterminados requiere menos esfuerzo mental e implica
una amenaza psicológica menor que el cambio. Por esa razón, es importante que
seamos plenamente conscientes de todos los desafíos que nos esperan fuera de la
zona de confort, de manera que dar ese paso no se convierta en un trauma.
Es importante salir de la zona de confort, pero
tampoco debe convertirse en una obsesión. Debemos tener en cuenta que no
podemos vivir fuera de nuestra zona de comodidad todo el tiempo. De vez en
cuando es útil regresar a ese espacio donde nos sentimos seguros para procesar
tranquilamente nuestras experiencias.
JENNIFER DELGADO SUÁREZ