Todos arrastramos nudos no resueltos que asfixian, áreas sensibles
que duelen en el interior, estratos psicológicos dominados por la ira, el
miedo, la angustia o la vergüenza. Los
triggers o disparadores emocionales son dimensiones que despiertan en una
reacción psicofisiológica difícil de regular.
Si bien estas realidades son frecuentes en quienes lidian con un
trastorno de estrés postraumático, la mayoría lo ha experimentado alguna vez.
Basta con exponerse a una situación, persona o escena determinada que recuerde
a un instante difícil del ayer, para que emerja esa reacción tan intensa.
Si te sientes identificado y no sabes cómo manejar tal vivencia,
te proponemos profundizar un poco más en esta lectura.
¿Qué son los disparadores
emocionales?
A veces, llevamos mal que alguien nos ordene algo porque nos viene
a la mente ese padre severo y autoritario que truncó nuestra infancia. Algunas
personas temen entrar a un ascensor, porque les recuerda esa agresión que
sufrieron en un espacio similar. Otro ejemplo es temblar cada vez que alguien
eleva la voz o se enfada, trayendo a la memoria el maltrato vivido con una
expareja.
No es raro guardar en nuestro universo psicológico la mecánica
de un detonante mental. Estos dispersadores
son improntas en el cerebro emocional que retrotraen a un instante doloroso o
traumático del ayer. La mente condiciona esas experiencias y hace reaccionar
con intensidad cuando nos exponemos a situaciones semejantes. Son como señales
de otro tiempo aún no resueltas.
Es cierto que estas vivencias angustian y no agradan. Sin embargo,
como indica un trabajo realizado en la Universidad de Maryland, las emociones
son decisivas en la experiencia humana; permiten adaptarse mejor a complejos
escenarios sociales, pero para ello, claro está, es pertinente comprender su
función y regularlas con efectividad. Lo que duele debe abordarse y no dejarse
de lado. Esa es la clave.
¿Cómo se manifiestan los
triggers?
La ciencia mental de los
triggers se articula con frecuencia alrededor de los traumas. Pero no siempre es necesario
llegar hasta este extremo para sufrirlos. Basta con tener una vivencia no gestionada
de forma correcta, para reaccionar ante ciertas cosas o situaciones de una
forma desregulada. Veamos cómo suelen manifestarse los disparadores
emocionales.
Mayor impulsividad
Mezcla de vergüenza e ira
Sentimientos de inseguridad y
amenazas
Se asoma el miedo y la necesidad de huir
Experimentar un elevado estrés y ansiedad también es asociado a un
disparador mental.
El desempeño laboral se perjudica, ya que cuesta adaptarse a
determinadas circunstancias.
De pronto, al vernos expuestos a determinados eventos, podemos sufrir
miedo y una angustia elevada.
Es frecuente que las
relaciones socio-afectivas se resientan, pues respondemos mal, discutimos más y
nos enfadamos por nada.
Los desencadenantes
emocionales también se acompañan de una marcada respuesta fisiológica, del modo
siguiente:
Mareos
Nauseas
Temblores
Sudoración
Taquicardia
Dolor de pecho
Vació en el estómago
Como curiosidad, cabe
señalar que la Universidad de Columbia desarrollo un estudio para saber si los
desencadenantes emocionales se vinculaban con el riesgo de sufrir un infarto de
miocardio. Las relaciones no son claras, sin embargo, estas reacciones
psicofisiológicas tan intensas resultan peligrosas para quien ya sufra
enfermedades cardiovasculares.
¿Qué tipos de disparadores emocionales existen?
Hay muchas personas
que experimentan una respuesta emocional intensa y des-adaptativas ante
situaciones y, en apariencia, normales. Lo más complejo es que no saben qué les
sucede, no entienden el porque de esas experiencias.
Bien, a la hora de
tratar los disparadores psicológicos es pertinente saber en qué momentos
ocurren y qué los desencadena. Esto permite detectar su tipología. Por lo general,
se limitan a tres esferas concretas listadas a continuación:
Los disparadores de
trauma son los más comunes y definen esas situaciones en que, después de una
videncia adversa, somos incapaces de procesar lo sucedido, así como las
emociones difíciles que derivan de ella.
Hay disparadores emocionales
de ira. En este caso, estaremos también ante pacientes traumados que manejan de
forma muy deficiente sus emociones. Son personas que reaccionan siempre con rabia,
con ira y de forma violenta y desafortunada.
Los disparadores de
ansiedad son experiencias vinculadas a estados de gran nerviosismo. Pueden
relacionarse con fobias (como el miedo a hablar en público o tener que hablar
por teléfono). También a situaciones que generan estrés y que no se saben
manejar, como discutir con la pareja o
negociar con un jefe.
¿Cómo se tratan este tipo de disparadores psicológicos?
Los disparadores
emocionales son el síntoma de una realidad psicológica subyacente que debe
tratarse. Se les considera el mecanismo indicador de que hay algo por resolver,
que impide adaptarse y tener una vida funcional y satisfactoria. Veamos, por
tanto, algunas estrategias de ayuda.
Descubre dónde está la herida
Puede que seas una de
esas personas que reacciona mal cuando recibe una negativa. Es posible,
incluso, que te obsesione el temor a que los demás te dejen de lado o
abandonen. Esto hace que proceses con intensidad reacciones y tergiverses, quizás,
las palabras de otros. Lo más importante
para abordar los desencadenantes emocionales es saber dónde está la herida.
Para ello, toma
conciencia de todas esas situaciones que despiertan en ti emociones negativas.
Es así como descubrirás lo que debes resolver, por ejemplo, la herida de una
familia disfuncional o el trauma de una relación de pareja dolorosa y no
superada.
No temas al dolor, compréndelo y alívialo
Como suele decirse, a veces hay que aprender a sufrir para dejar de sufrir. ¿Qué significa esto? Que debemos dejar espacio a las emociones para precisar su origen y abordarlas. Si reprimimos el sufrimiento siempre estará latente. Es momento de responsabilizarse de él.
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