A medida que evoluciona y se desarrolla el ser humano, se
observan dos etapas: la primitiva o etapa atómica, en la cual el hombre sólo se
interesa por sí mismo y su propia esfera de actividad, donde la
autocentralización es la ley de su ser.
Es una etapa de la evolución necesariamente protectora. El
hombre puramente egoísta se ocupa principalmente de sus cosas. En una etapa
posterior, la conciencia del hombre comienza a expandirse, su interés trasciende
la esfera personal y llega un período en que tantea en busca del grupo al
cual pertenece.
Esta etapa corresponde a la de radiactividad. Desde ese
momento el hombre ya no es sólo una vida exclusivamente autocentrada, sino que
empieza a afectar definitivamente su medio ambiente, aparta la atención de su
propia vida personal egoísta y busca su centro superior.
De un simple átomo que es, se convierte en un electrón y
queda bajo la influencia de la gran Vida central, la cual lo sujeta dentro de
su esfera de influencia. Si esto es así, etapas análogas trascurrieron en la
vida de la Deidad planetaria, y quizás explique las vicisitudes y
acontecimientos que ocurren en el planeta.
Creemos que los asuntos del mundo se deben a la actividad
humana. Se considera, por ejemplo, que las guerras son el resultado de errores y
debilidades humanas. Quizás sea así, porque pueden contribuir a ellas las
condiciones económicas y ambiciones humanas; pero tal vez son consecuencia de
no cumplir el propósito de esa gran Vida central, cuya conciencia aún no
alcanzamos y que tiene Sus propio planes, propósitos e ideales, y probablemente
también esté experimentando con la vida.
En Su vasta escala y nivel elevado, este Espíritu planetario aprende a
vivir, a establecer contacto y a expandir Su conciencia; en realidad va a la
escuela como todos nosotros. Lo mismo puede suceder en el sistema solar y con
acontecimientos de tanta magnitud que escapan completamente a nuestra
comprensión.
Tal vez, los acontecimientos del sistema solar sean la
consecuencia de que se estén llevando a cabo los planes de esa Vida central,
fuente energetizadora de todo cuanto existe en el sistema solar.
Todo esto constituye una línea de pensamientos que pueden
ayudarnos a tener una visión más amplia, mayor tolerancia y una mejor
aceptación y respeto de todos los acontecimientos.
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