EL PASADO ES LO QUE FUIMOS, NO LO QUE SOMOS.
Todos recordamos nuestro pasado, a veces para
reencontrarnos, a veces para recordar nuestras vivencias y otras veces para
saber quiénes somos. Es necesario diferenciar que nuestra historia tiene una
relevancia importante en nuestro presente, pero también ese pasado que nos
creemos no es más que una construcción nuestra.
Es cierto que el pasado nos da identidad, pero no define lo que somos
hoy.
Somos nosotros los que seleccionamos y elegimos los
recuerdos que extraemos de él, poniendo atención a algunos aspectos mientras
dejamos por fuera a otros. Es necesario comprender el error sobre el cual se
cimienta esa creencia, teniendo en cuenta que lo que recordamos es solo una
parte de lo que vivimos, por lo tanto, no nos define.
No somos nuestro pasado sino lo que hicimos y hacemos
para mejorarlo, seguir adelante y reconstruirnos. Esa actitud es la que nos
define, la que muestra quienes somos en realidad y la que nos acompañara a lo
largo de nuestra vida. Solo nuestro presente puede definirnos, es en el momento
actual donde nuestras acciones y nuestros pensamientos determinan quienes
somos.
“Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que
asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos
existir”
José Saramago
Lo que fuimos
Nuestros
pensamientos se sitúan casi en el 70% de las veces en el pasado. El pasado es
un archivo que tenemos y debería servirnos como aprendizaje para afrontar
nuevas situaciones similares a las que ya hemos vivido. Nos mortificamos por el
pasado, reviviendo una y otra vez en nuestra mente acontecimientos negativos
que han sucedido.
Nos arrepentimos
de lo que hemos hecho, de lo que no hemos hecho, de lo que hicimos y de lo
podríamos haber hecho mejor. Todos estos pensamientos nos llevan al sufrimiento
y al malestar, maniatándonos, impidiéndonos ser y actuar en los momentos que
estamos viviendo.
Lo que somos.
Hipócrates,
el padre de la medicina, dijo: “Los hombres deben saber que del cerebro, y sólo
de él, vienen las alegrías, las delicias, el placer. La risa y también el
sufrimiento, el dolor y los lamentos. Y por él, adquirimos sabiduría y
conocimiento y vemos, y oímos y sabemos lo que está bien y lo que está mal, lo
que es dulce y lo que es amargo.
Y por el
mismo órgano, nos volvemos locos y deliramos y el miedo y el terror nos
asaltan. Es el máximo poder en el hombre. Es nuestro interprete de aquellos
elementos que están en el aire.”
Cuando
el cerebro está conectado en el presente es más difícil que tengamos
pensamientos desajustados sobre el pasado o sobre el futuro. Solo podemos ser
lo que somos en el momento presente. Cuando nuestro cerebro está el 100% en
algo nos liberamos de situaciones de tensión, dejando a un lado los
pensamientos involuntarios y enfocándonos en lo que está sucediendo o estamos
haciendo en este preciso momento.
La gran
ventaja de ser conscientes de lo que somos en el momento presente es que
nuestra mente no se ve distraída por el pensamiento negativo. En general,
cuando la concepción de lo que somos se pierde en recuerdos y preocupaciones
vivimos más angustiados y nos despistamos más. Sin embargo, cuando nos enfocamos
en lo que somos y no en lo que fuimos somos más felices y productivos.
“A
menudo las personas dicen que aún no se han encontrado a sí mismas. Pero el sí
mismo no es algo que uno encuentra, sino algo que uno crea"
Thomas
Szasz
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