viernes, 9 de octubre de 2020

MÁS SOLO......



Más solo y, aun así, más conectado.

En este camino del despertar, a veces puedes sentirte más solo que nunca. Pero no es una soledad que le pertenezca a un yo separado. No se trata de sentirse solo, aislado, de esa sensación de abandono cósmico, sino más bien de la soledad del universo entero, una exquisita e íntima soledad que reside en el mismísimo corazón de la existencia; una soledad ontológica que es la perfecta soledad, que es la caricia de la brisa otoñal en tu rostro, el pequeño petirrojo que anuncia la llegada de la mañana, un paseo por senderos desconocidos que llevan a lugares aún por descubrir.

Nada ni nadie tiene el poder de eliminar tu soledad, eso es cierto. Te sumerges más y más en este mágico lugar de la soledad, tocando la vida por primera y única vez, desnudo y sin protección, sin defensa alguna. No hay nadie que pueda salvarte -ni nadie que necesite ser salvado de todos modos- El pasado y el futuro están a millones de kilómetros de distancia, y uno se pregunta si alguna vez existió algo en absoluto anterior a esto o si existirá algo posterior.

Has encontrado tu verdadero hogar en tu centro sin centro.

Te sientes más solo que nunca. Y sin embargo, al mismo tiempo te sientes también mucho más conectado que antes, más cercano a todo ser vivo, porque desde la médula de tus huesos sabes que todos estamos hechos de la misma esencia. Tu soledad no separa sino que conecta, lo incluye todo, es receptiva, absorbe el día a medida que va surgiendo.

Ya no buscas amor y conexión porque ahora ya son tuyos en lo más profundo de tu corazón. Ya no te escondes del mundo porque el mundo eres tú, y no puedes esconderte de ti mismo. Y así es como puedes penetrar realmente hasta el fondo de las relaciones. Ya no hay ningún miedo a perder el amor, y por lo tanto la base de tus encuentros es la realidad en lugar de la comodidad, la seguridad o los placeres pasajeros.

Estas más solo que nunca, pero tus relaciones son más íntimas, más profundas y más enriquecedoras. Y también hay más valentía en ellas.

Tu soledad te salva de tu soledad. Parece una paradoja, por supuesto, pero para ti no lo es. Y no esperes que nadie más lo entienda. Has cambiado tanto desde la primera vez que estuviste con ellos....

Simplemente sé consciente de que los demás no pueden entenderte en este momento. Y ámalos de todos modos, igual que amas al pequeño petirrojo que anuncia la llegada de la mañana en tu perfecta soledad.

Fuente: La senda del reposo. J. Foster

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