Agotamiento físico y emocional, negatividad, problemas de concentración...La llamada "fatiga por crisis" es un fenómeno clínico nuevo que surge a raíz del contexto actual. Si te sientes identificado te explicamos en qué consiste y qué puedes hacer.
La fatiga por crisis es una realidad. Más allá de ser el nuevo término de moda o la clásica etiqueta que recorre las redes sociales, estamos ante un hecho evidente. Es una sensación que experimenta buena parte de la población ante un contexto de incertidumbre, cambio, presiones y miedos. Agotamiento, dolores físicos indeterminados, apatía.....
Los psiquiatras y los psicólogos matizan que aunque de momento no podamos definirlo como un trastorno clínico, hay que darle un tiempo para ver cómo avanza. Estamos claramente ante una situación nueva a nivel mundial: crisis sanitaria, crisis social...Esperar nuevas manifestaciones psicológicas ante estos hechos es algo comprensible y hasta esperable.
Estamos expuestos a acontecimientos impredecibles, demandantes y de calibre a menudo adverso que es normal sentirse sobrepasado. No obstante, este hecho adquiere mayor complejidad cuando estamos ante personas con problemas precios de salud mental. Lo analizamos.
Fatiga por crisis: ¿en qué consiste?
Arianna Galligher, directora del Programa de Estrés, Trauma y Resilencia (STAR) de la Universidad Estatal de Ohio, nos señala algo interesante. Estamos habituados a enfrentar crisis, sin embargo, la situación actual es muy diferente. Por decirlo de manera sencilla: Es una gran crisis, que acarrea, a su vez, múltiples crisis relacionadas. ese calidoscopio de desafíos nos sitúa en un presente y un futuro que a veces nos supera, abruma e inmoviliza.
La fatiga por crisis se define como un fenómeno en el que la mente y el cuerpo intentan adaptarse a un hecho ambiental que acelera de manera desproporcionada la respuesta natural al estrés. La liberación de adrenalina y cortisol es continuada y excesiva, es decir, no se limita a un momento puntual, a una amenaza concreta ante la que debemos defendernos. La realidad está llena de pequeñas (o grandes) amenazas y esto deriva en una serie de manifestaciones muy concretas.
¿Cuáles son los síntomas de la fatiga por crisis?
Algo que debemos comprender es que los signos y síntomas de esta condición pueden variar bastante de una persona a otra. No obstante hay unos elementos comunes que sí podemos destacar. Son los siguientes:
Hiperexcitación. Aparece un nerviosismo acusado, una ansiedad que nos activa más de lo normal. Surge la irritabilidad, el mal humor y la necesidad de hacer cosas, actuar y responder (pero sin saber cómo).
Abstinencia. En una segunda fase, se deja de experimentar esa hiperactividad para derivar en apatía, desgana y un estado en el que lo que nos rodea se percibe como una especie de irrealidad. También aparecen los bloqueos mentales, el no saber cómo reaccionar ante las cosas, sufrir problemas de concentración, de no encontrar ánimo para resolver problemas cotidianos....
Agotamiento físico acusado y persistente.
Miedo, negatividad constante, angustia...
Alteraciones del sueño: o bien no se puede conciliar un buen descanso o, por el contrario, aparece somnolencia excesiva.
También cambia el estilo de alimentación. La persona se alimenta mal, puede derivar incluso en beber alcohol en exceso o recurrir a alimentos poco saludables, etc.
En los casos más extremos de fatiga por crisis, pueden aparecer cambios de comportamiento muy llamativos. Un ejemplo sería dejar a un lado las responsabilidades laborales, descuidar a la familia, etc.
¿Cuál sería la causa de este estado?
Hay diversas razones que podrían explicar la fatiga por crisis. La primera ya la hemos citado: vivimos una realidad inmediata en la que no solo hay una amenaza o un desafió, sino una multitud de incertidumbres ante las que podemos sentirnos sobrepasados. A esto se le añade el no saber cuándo se va resolver esta situación.
Por otro lado, podemos referirnos también a los mecanismos psicológicos. Muchos de esos recursos de afrontamiento se agotan, es decir, a menudo nos cansamos de ser fuertes, llegamos aun límite en el que ya no sabemos cómo reaccionar o que hacer.
Asimismo, también cabe destacar otro hecho. La liberación continuada de cortisol, la hormona del estrés, ocasiona numerosos y peligrosos efectos: taquicardias, dolor muscular, agotamiento, cefaleas, presión elevada...
Además, y ya desde un punto de vista emocional, se podría hablar de que en la actual realidad el miedo y la negatividad son contagiosos. En ocasiones, la exposición continuada a los medios o la presión del entorno más cercano pueden intensificar la sensación de agotamiento e indefensión.
Estrategias que podemos aplicar.
Algo que tenemos claro desde el campo de la psicología es que cuando la situación actual se estabilice y recuperemos (en cierto modo) la necesitada normalidad, el siguiente paso será aplanar la curva de la salud mental. El incremento de depresiones y trastornos de ansiedad es inmenso ahora mismo.
Tampoco podemos descuidar a los pacientes con problemas previos en esta materia: trastorno límite de personalidad, esquizofrenia, trastorno bipolar...Estamos viviendo un presente de gran dureza y necesidad en este ámbito. Con lo cual, lo único que nos sirve ahora son estrategias reales y cercanas y que los servicios comunitarios sepan atender, detectar y prevenir problemas.
Por otro lado, en lo referente a la fatiga por crisis, sería adecuado que tuviéramos en cuenta las siguientes claves:
Procuremos cuidar nuestros hábitos de vida: llevar rutinas saludables, cuidar las medidas de seguridad e higiene, atender la alimentación y saber priorizar. Todo ello es esencial.
Tengamos siempre a mano nuestra red de apoyo, ya sean amigos o familiares. Es vital no sentirnos solos, tener a alguien con quien compartir y hablar.
Busquemos ayuda especializada cuando lo necesitemos.
Mantener la esperanza, desarrollar nuevas estrategias de afrontamiento ante el estrés y gestionar las emociones serían otros nutrientes básico en los que trabajar. Sea como sea, está bien recordar que esta serie de reacciones son completamente normales. Estar mal. sentir miedo y experimentar indefensión es algo esperable en estos momentos.
No dudemos en buscar apoyos para navegar un poco mejor en medio de esta compleja realidad.
Fuente: Valeria Sabater.
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