La metafora de la luciérnaga: Ser Luz en la oscuridad
El simbolismo mágico de
las luciérnagas nos sugiere que todos podemos ser luz en medio de la oscuridad.
Si despertamos nuestro potencial, ilusión y sentido de la esperanza, podremos
también contagiar a otros para iluminar los momentos más complicados.
La metáfora de la
luciérnaga nos ofrece un valioso ejercicio de reflexión personal. Acudir de vez
en cuando a esa simbología que se inscribe detrás de muchos de esos pequeños
animales que habitan de manera discreta cerca de nosotros, siempre resulta
interesante. Estos insectos bioluminescentes han fascinado desde hace siglos a
la humanidad y razones no les faltan.
La luz que emiten estos
insectos puede ser amarilla, verde o naranja. Son capaces de sincronizar su
parpadeo cuando se encuentran en un mismo terreno, creando fascinantes juegos
de luminiscencias. Y si son capaces de emitir esa luz tan singular, es porque
sintetizan un componente químico natural, la
luciferina.
Sin embargo, esa alquimia por la cual logra combinar sus
enzimas y proteínas para conseguir que la energía química se convierta en luz
es aún todo un misterio para los científicos.
Por otro lado, lo que no es un enigma es su gradual
desaparición. Nuestros jardines, campos y montañas apenas se iluminan durante
las noches de verano con sus pequeñas y mágicas presencias.
El uso de plaguicidas, la desaparición de los entornos
naturales y la contaminación lumínica de nuestras urbes está arrebatando la
existencia de estos insectos maravillosos. Lo cual, a largo plazo, puede ser
todo un desastre porque las luciérnagas, como las propias abejas, son grandes
polinizadores.
Las necesitamos. Como necesitamos a cualquier otro ser de
nuestros ecosistemas, porque absolutamente todos son necesarios para el
equilibrio y pervivencia de este planeta. Descubramos
por tanto qué podemos aprender de los lampiridos o como dicen los niños,
“bichos de luz”.
La metáfora de la
luciérnaga.
A pesar de que estos insectos son conocidos por ser
criaturas de luz, en realidad, son seres de oscuridad. Durante el tiempo diurno
son discretos, mundanos y poco activos.
A simple vista nos parecen simples escarabajos. Sin
embargo, cuando cae la noche aumentan su actividad, en especial en la cercanía
de las zonas húmedas. Ese es el momento en el que inician sus cortejos y sus
comunicaciones.
Como sabemos, solo los machos emiten luz y, cuando lo
hacen, se debe a tres razones: atraer a las hembras, para indicar a los depredadores de que no son comestibles
y también, para avisar al grupo de la existencia de algún peligro. Cada código
es diferente e inteligible a su vez por los miembros de la misma especie.
Así, todas estas características y singularidades han
sido desde siempre de interés para nosotros. Son muchas las culturas que
recogen leyendas sobre ellas, las cuales, podemos encontrarlas en libros como
Animal Chaman, del profesos Ted Andrews. Veamos, no obstante, qué nos dice la
metáfora de la luciérnaga y qué podemos aprender de ella.
Las cosas no son
siempre lo que parecen.
Lo señalábamos con anterioridad. Las luciérnagas parecen
a simple vista pequeños escarabajos. Su apariencia es anodina, simples insectos
como cualquier otro de los que hacen vida de manera discreta en nuestro jardín.
Sin embargo, las cosas no son siempre lo que parecen. Si
nunca hubiéramos visto una luciérnaga con costaría mucho creer que hay un ser
vivo en la naturaleza capaz de emitir luz. Y, sin embargo, así es. En el
interior de su imagen mundana se esconde un poderoso secreto: su luminiscencia.
Esos pequeños escarabajos de apariencia sencilla logran
embelesarnos en las noches de verano. Sus luces parpadeantes son como pequeñas
estrellas que iluminan la tierra, algo extraordinario. De algún modo, también
nosotros somos capaces de actos inusitados y espectaculares de vez en cuando.
Las apariencias suelen engañar y quien menos creemos, puede marcar la
diferencia.
Emitir señales
para atraer lo que queremos.
La metáfora de la luciérnaga nos dice que, si queremos
algo, hay que emitir señales. ¿Cómo podemos interpretar esta idea? Es sencillo.
Todos tenemos metas, propósitos, objetivos más o menos
elevados que llevamos en mente durante años. El único modo de lograrlos es
encendiendo la ilusión, la determinación, la actitud y, sobre todo, generando
conductas que nos acerquen hasta esas cumbres. Esas son las señales que nos
acercarán al éxito.
Solo cuando tenemos claro lo que deseamos y luchamos por ello, destaca nuestra luz sobre los
demás. Esa es la clave.
La metáfora de la
luciérnaga: ser luz en medio de la oscuridad
Hay épocas así, esas en las que nunca llega a amanecer y
la oscuridad es constante. No solo no acompaña el contexto, más complicado y
adverso de lo normal. A veces, hasta nosotros mismos sentimos esos mismos
claroscuros anímicos. Faltan las ganas, falla el ánimo e incluso las fuerzas.
Lo sabemos, no es fácil ser luz en medio de la oscuridad.
Sin embargo, la metáfora de las luciérnagas nos dice que en esos momentos hay
que salir, asomar el rostro al exterior para descubrir algo extraordinario.
Hay miles de luces esperando contagiarnos su ilusión, su
bondad, su esperanza. Estos insectos emiten luz comunicándose entre ellos, se
iluminan los unos a los otros en las noches más oscuras.
También nosotros podemos y debemos hacer lo mismo.
Contagiarnos del entusiasmo y fortaleza ajena para recuperar fuerzas. Y a su
vez, activar en uno mismo esa misma luz para llegar a otros y hacer de esos
momentos complejos, jardines para la ilusión.
Para concluir, tengamos presente la bella metáfora de la
luciérnaga, siempre es buen momento para dejarnos inspirar por el universo de
los animales.
Para concluir, tengamos
presente la bella metáfora de la luciérnaga, siempre es buen momento para
dejarnos inspirar por el universo de los animales.
Valeria Sabater
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